Este fin de semana, Oculus empezó a hacer aguas. La estación de Metro diseñada por el polémico Santiago Calatrava empezó a experimentar problemas con goteras, una constante en las obras del arquitecto español. Ante la evidencia de que Calatrava lo había vuelto a hacer, empezaron a surgir las críticas en periódicos y redes sociales. Pero al “genio” le ha salido un defensor, el de las causas menos nobles, Salvador Sostres.

En su columna de ABC, el articulista compara a quienes critican a Calatrava con los terroristas del 11-S que derrumbaron las Torres Gemelas y sobre cuyo solar hoy se levanta la estación de Metro de Calatrava.

Sostres cree que “los que en la misma Zona Cero tiraron las Torres y los que tiran hoy contra Calatrava viven en las mismas afueras de Dios”. “La turba se ha explayado en las redes sociales dando rienda suelta al resentimiento que inexplicablemente los genios provocan a los incapaces”, señala. “Con lo fácil que sería aprender de admirarles en lugar de tanta rabia estéril que no lleva a ninguna parte”, añade.

Para Sostres, la estación de Calatrava es “sexy y estilosa” y “resplandece con su luminosa blancura por el talento de su autor y porque la Belleza nos recuerda que estamos hechos a la semejanza de Dios”. Tanta es su admiración que “si Oculus estuviera en Barcelona hasta yo tomaría el metro y sería un transporte distinguido”.

Según el articulista, “el catetismo profundo de ponerse a hablar del precio ante lo que es extraordinario y la tremenda falta de sensibilidad de nuestra era dan la razón a los que entienden la guerra como una higiene”.