Uno de los colectivos más expuestos al virus desde el inicio de la pandemia ha sido el de los sanitarios. Su labor, en primera fina, en muchos casos se realizaba sin asegurar una correcta protección. Por ello, Médicos sin fronteras (MSF) denuncia en su informe sobre protección al personal sanitario el impacto que la ausencia de protección y de medidas de prevención tuvo en el personal sanitario desde que entrara en vigor el Estado de Alarma el pasado 15 de marzo hasta finales de junio.

La primera ola de la epidemia en nuestro país, MSF resalta que "los contagios entre sanitarios solo podrán limitarse si se proporcionan equipos de protección adecuados y que, todavía hoy, estos continúan siendo insuficientes, especialmente en Atención Primaria y residencias".

A mediados de julio, el dato que facilitaba Sanidad ascendía a 52.746 contagios entre el personal sanitario. O lo que es lo mismo, una de cada cinco personas intectadas por la Covid-19 pertenece al colectivo. En este sentido, MSF resalta que es "la tasa más alta de Europa".

Además, muestran su malestar por las dificultades de determinar una cifra de fallecidos entre el personal sanitario. "Mientras que los datos del Ministerio de Sanidad afirman que han sido 63 los sanitarios fallecidos desde el inicio de la pandemia hasta el 5 de junio, otros informes sitúan esta cifra en 98", denuncian.

En cuanto a los factores que contribuyeron a la alta transmisión del Coronavirus entre el personal sanitario, MSF señala que tiene como origen "una indudable falta de Equipos de Protección Personal (EPI) y de supervisión y formación en medidas de prevención y control de la infección; la escasez de pruebas de diagnóstico y criterios claros para su uso para la COVID-19; y la escasez de personal, y por tanto de descansos, que propició un uso incorrecto de los equipos de protección".

El mismo informe presentado por la oenegé señala que una encuesta entre los profesionales de enfermería realizada por el Sindicato de Enfermería SATSE "reveló cuestiones relativas a la falta de equipos de protección: los encuestados valoraron en 3,46 sobre 10 la cantidad y calidad de los EPI durante las peores semanas del brote; el 35% declaró no haber recibido ningún tipo de información al respecto. 7 de cada 10 profesionales tuvo que reutilizar la mascarilla FPP-2 o FPP-3; 6 de cada 10 reutilizó mascarillas quirúrgicas y más de la mitad batas impermeables".

También destacan los problemas de desabastecimiento y los múltiples intentos de aprovisionamiento que realizan las administraciones entre marzo y junio de 2020. "La primera ola nos ha demostrado que, frente a la competencia feroz por los recursos en el mercado mundial, es esencial generar una capacidad de producción propia para abastecer al mercado interno en tales circunstancias", señalan.

No obstante, no solo la desprotección ha sido física, ya que MSF señala las múltiples consecuencias psicológicas a las que los sanitarios se enfrentan. Las situaciones "éticas muy difíciles, haciendo triajes para priorizar y decidiendo a quién atender cuando los recursos disponibles apenas cubrían las enormes necesidades existentes", señalan al respecto.

"Diversos estudios muestran los niveles de ansiedad y estrés, el agotamiento emocional y el coste en términos de salud mental que la primera oleada ha dejado entre el personal sanitario. La atención psicosocial continuada será fundamental ante futuros escenarios", concluyen.