En su columna de El Mundo el periodista Arcadi Espada acostumbra a cargar a diestro y siniestro contra todo lo que se mueve. Especialmente centrado en política, la mayoría de ocasiones sus piezas son un revestimiento de sus ideales y un sinfín de ataques vertidos contra el partido o el dirigente que no es de signo propio. 

Ahora, sin embargo, el foco se ha dirigido hacia lo que el considera la plaga perruna. Empezando el artículo haciendo alusión al Turó Park, "un jardín libre de perros, es decir, una zona descontaminada y en calma", Espada carga contra la presencia de perros en cada uno de los espacios públicos sin que ningún adulto se queje. 

"Es absolutamente misteriosa la facilidad con que los perrunos se han apoderado en pocos años del espacio público y cómo han obligado a edificar allí sus vertederos a cielo abierto, sin que los adultos, que de momento son más numerosos que los perros, hayan proferido una sola protesta", prosigue el periodista. 

Siempre polémico, el columnista especula con la idea de poner un impuesto a los dueños de perros, al igual que ya se prevé imponer una tasa a los que tienen un robot. "O que los llamados impuestos medioambientales no prevean socorrer al común de las agresiones inflingidas por la suciedad, el ruido y hasta los peligros de los perros, que el año pasado mataron a cinco personas en España, hirieron a un número indeterminado de ellas y ensuciaron, irritaron, molestaron y asustaron a millones", ratifica. 

Dejando claro que no es un enamorado de los perros, empieza a divagar sobre las "razones psiquiátricas" de los que sí lo son, para acabar sentenciando que "están vinculadas con el narcisismo". 

"Las epidemias deben tratarse", sentencia.