Al acabar la pandemia de COVID-19, hemos pasado del vamos a salir mejores al pesimismo habitual. Que si estamos peores, que si las buenas intenciones se han ido con el viento, que si no tenemos remedio… Pues no todo son malas noticias, ya que según revela un estudio, la brecha de género en el total de horas semanales de trabajo, tanto remunerado como no remunerado, se ha reducido de forma considerable.

La investigación de campo, que ha sido llevada a cabo por el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”, demuestra que aquella brecha ha pasado de un diferencial de 9 horas antes de la pandemia a un diferencial de 5 horas, es decir que se ha reducido prácticamente a la mitad. Pasados dos años del confinamiento, los hombres dedican 3 horas más a la semana al cuidado de los niños, en detrimento de las mujeres que dedican 3 horas menos. Claramente no se trata de sumar horas, sino de acercarnos, como nunca antes, al equilibrio. Equilibrio que aún está lejos, pero el salto cualitativo es notable. En cuanto al reparto de tareas domésticas, la reducción no es tan alta, pero sí se puede decir que hay una distribución ligeramente más equilibrada.

La flexibilidad de horarios y el teletrabajo, dos apartados que se dispararon durante el confinamiento, fueron las causas que provocaron una mayor implicación de los hombres. No hace falta aclarar que si la brecha sigue allí, aunque reducida, todavía queda mucho camino por recorrer. Las mujeres siguen siendo las que se llevan la palma en tareas del hogar y cuidados domésticos. Del estudio, titulado Desigualdades de género en el trabajo remunerado y no remunerado tras la pandemia, y que estuvo a cargo de Lídia Farré, de la Universidad de Barcelona, y Libertad González, de la Universidad Pompeu Fabra y la BSE, se desprende que las mujeres dedican a esas tareas un 62% de su jornada, mientras que los hombres se quedan en un escueto 43%.

La brecha de género se ha reducido tanto en trabajo remunerado como en el no remunerado - Imagen de Unsplash

El impacto del confinamiento, como no podía ser de otra manera, fue inmediato. Ya en los primeros meses, entre marzo y mayo de 2020, los hombres pasaron de 37 a 23 horas semanales de trabajo remunerado. Es decir, 14 horas menos. En el caso de las mujeres, se pasó de 25 a 14, un total de 11 horas semanales menos. En cuanto al trabajo no remunerado, este se incrementó en ambos casos. Los hombres pasaron a destinar a las tareas domésticas y a la atención de los niños 10 horas más a la semana, de 24 a 34. Las mujeres, por su parte, pasaron de 45 a 57 horas, o sea 12 horas más a la semana. Como se puede ver, la brecha, en el inicio del confinamiento no solo no se redujo, sino que aumentó. Pero podríamos decir que se estaba cogiendo carrerilla y el poso que estaba dejando la mayor presencia de hombres y mujeres en casa iba a revertir la situación dos años después. Así fue que en 2022, los hombres pasaron a dedicar 28 horas a las tareas del hogar, lo que supone 4 horas más que en el período prepandemia. De esas 4 horas, hasta 3 se dedicaron a los hijos menores. Las mujeres, por el contrario, destinaron 43 horas semanales al trabajo no remunerado, es decir, 2 horas menos que antes de la pandemia. Según las investigadoras, esta tendencia parece haber llegado para quedarse y podría originar una distribución más igualitaria de las responsabilidades familiares.

Si hablamos de trabajo remunerado, la brecha también se ha reducido, pero en menor medida. Los hombres dedicaron 1 hora menos que antes de la pandemia a las responsabilidades profesionales, de 37 a 36, mientras que las mujeres invirtieron 1 hora más que en el período prepandemia, de 25 a 26.

En resumen, la brecha de género en lo que se refiere al total de horas trabajadas, tanto remuneradas como no remuneradas, se ha reducido en 9 horas desde antes de la pandemia hasta el año 2022. La perspectiva para el futuro, por lo tanto, es muy alentadora. Bien es cierto que para producirse este gran salto, ha debido ocurrir una situación global anómala, pero la conciencia social parece haber despertado y, seguramente, más pronto que tarde, la brecha dejará de existir o será residual. Con este tipo de estudios, el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa” pretende aportar diagnósticos sobre la realidad social en los ámbitos social, educativo, cultural y de investigación.