“Pa’lante”. Esta es la frase que el jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, ha convertido poco menos que en trending topic en redes sociales para referirse al entorno del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Desde Begoña Gómez hasta su hermano en lo personal pasando por el Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, el ex ministro José Luis Ábalos, el asesor de éste, Koldo García… Todo el que rodea directamente o que de alguna manera hubiera podido tener contacto con el responsable del Ejecutivo irá, vaticina Rodríguez, “Pa’lante”.
Cuando comunicación y propaganda se dan la mano
Ahora, tanto la presidenta como su equipo han copiado -nuevamente- un lema del hombre fuerte de la lideresa regional, experto en spots y que sentó precedente con el “Me gusta la fruta”.
Todos los periodistas recordamos cómo, aquel día, el responsable de prensa de la Comunidad nos respondía que no sabía si Ayuso había vertido un insulto mayor contra Sánchez desde la parte alta del Congreso. Y lo hacía con el tono que le caracteriza, una mezcla entre la sorna y el sarcasmo con los que consigue desviar los temas, echar balones fuera. Un mago del balón que, en última instancia, juega en la fina línea de banda entre la comunicación y la publicidad; incluso la propaganda.
Quienes operamos día tras día con las palabras, en el ámbito que sea, sabemos de la importancia del lenguaje y de la necesidad de afinar en los conceptos; llamar a las cosas por su nombre, porque hay cosas que aunque puedan parecerlo, no son lo mismo. Y es lo que sucede con los casos de Begoña Gómez y González Amador, frente a los que cada cual ha blindado a sus parejas, a la vez los responsables políticos. Una lucha de gigantes que, desde fuera, es un regalo comunicativo y estratégico.
Begoña Gómez y González Amador
González Amador ha reconocido sus delitos. Estaría bien acudir a la Real Academia Española (RAE) a comprobar si se le permite el calificativo de “defraudador” o queda mejor el de “estafador” o, directamente, “delincuente”. Por el contrario, no hay nada que demuestre que Begoña Gómez hizo algo ilegal, sí la prueba certera de que quien ha intentado situar negro sobre blanco ha caído o estado a punto de hacerlo.
Aún y con todo, pongamos el hipotético de que Gómez hubiere actuado de manera asimismo fraudulenta; algo que, hay que insistir, está muy lejos de demostrarse. En su caso, Pedro Sánchez, a ojos de MAR debiera ir “pa’lante”. En ese caso, ¿qué hay entonces de González Amador y Díaz Ayuso?
Este periódico ha preguntado al jefe de gabinete de la presidenta si su novio debería ir “pa’lante”. Así, tal cual y sin paños calientes. “No lo sé, no es miembro del Ejecutivo de la Comunidad”, ha contestado. Siguiendo esa máxima, tampoco lo es Begoña Gómez del Consejo de Ministro, pero, según Rodríguez, “opera desde la Moncloa”.
Parece querer indicar que el presidente está implicado en los negocios de su mujer, sin demostrarse que esto sea así. Por consiguiente, ¿Ayuso lo está también? ¿No es esto, precisamente, contra lo que se victimiza la política del PP cuando habla de “persecución” a un “ciudadano particular” e incluso acusando a los medios de comunicación de actuar de manera machista por intentar denunciar las malas praxis? Lo decía este jueves en la Asamblea Manuela Bergerot, de Más Madrid: A González Amador no le hace falta ir a la Puerta del Sol, porque la Puerta del Sol va a él.
¿Cómo se le llama a reservar la sala de Barajas con dinero público para iros juntos de viaje?
El jefe de gabinete de Ayuso mantiene en declaraciones a este periódico que ella y el comisionista no estaban saliendo cuando éste operó de forma, presuntamente, ilegal. Poco ética, desde luego. Esto es mentira, pero, finjamos aceptar pulpo como animal de compañía.
Nadie está libre de que su pareja haga cosas mal y no enterarse -es verdad que cuando vives en un piso de un millón de euros (con dinero defraudado) es un poco más fácil de ver y mucho más difícil de reconocer- Pero, ¿cómo se le llama a reservar la sala de autoridades de Barajas con dinero público para iros juntos de viaje? El mismo viaje en el que tu novio se desgrava el alquiler de dos coches, por no hablar del Rolex, el saxofón y el hilo dental. Claro, es que no son una, ni dos, y entras en una espiral en la que no solo defraudas a lo grande.
Quizá a estas alturas las palabras se nos hayan dado mejor que el amor -sin conseguir despuntar en ninguna-, aunque a los que hemos dormido siempre en casas humildes (empezando por la nuestra) y aeropuertos, hemos aprendido lo suficiente como para saber que nos podrán cegar muchas cosas, pero nunca, nosotros ni nuestras parejas, iremos “pa’lante”.