La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, mantiene la cruzada contra las drogas en la región. Una pelea que mantiene como punta de lanza de su gestión y que es totalmente legítima y, reconocido sea de paso, necesaria. El problema es, primero, que la lideresa la utiliza para tratar de confundir a la opinión pública respecto de otros mandatarios político y, segundo, que se olvida de la lacra que supone el alcohol, una droga que, aunque aceptada, no deja de ser perjudicial.

En la manifestación que tuvo lugar el pasado domingo liderada por el PP para exigir la dimisión de Pedro Sánchez, Ayuso empleó el tono grosero al que acostumbra para decir que a la ministra de Sanidad “le gustan los porros”, mientras que a ella “la fruta”. “Qué le vamos a hacer”.

La responsable de la administración Sol cargó sin parangón contra el real decreto promovido por el ministerio de Mónica García para regular el uso terapéutico del cannabis, dejando a un lado el fin y las herramientas que contiene esta norma, que la propia ministra le dejo claro en su respuesta: “Hay una sarta de tonterías enlazadas (y) en este tour de insultos e insidias e incluye a mí. Debo decir que está muy desorientada en lo que a mis gustos se refiere. Además, yo no me meto en los suyos y solo digo que se pague sus preferencias, sus áticos de lujo o lo que consuma (…) Creo que está desbordada y desorientada”.

La realidad del documento con el que Ayuso elevaba el tono contra la otrora portavoz de Más Madrid en la Asamblea es que contempla la utilización del cannabis para algunos usos médicos, como la espasticidad por esclerosis múltiple, ciertos tipos de epilepsia, náuseas y vómitos por quimioterapia y el dolor crónico refractario.

Entretanto, en esa doble vara de medir que la presidenta de la Comunidad de Madrid tiende a utilizar, Ayuso promociona a bombo y platillo “las cañitas”. “Intentan equipararla (la droga) y perseguir como siempre a la hostelería, intentando equipararlo, como si fuera algo parecido, estigmatizándolas (las cañitas)”; pronunciaba a la vez la máxima dirigente del PP en Madrid.

Los pruebas que desmontan a Ayuso

La realidad respecto del alcohol en la Autonomía es preocupante, tal y como se desprende de un exhaustivo estudio del Ministerio de Sanidad, que cualquiera puede consultar al tratarse de un documento público.

Las cifras evidencian que en los últimos cuatro años el porcentaje poblacional entre 15 y 64 años que consume alcohol diariamente ha ascendido del 8,1 % al 15,6%. Lo que es lo mismo, 1 de cada 7 personas en la Comunidad consume alcohol a diario; un 50% por encima del conjunto del país.

Lo cierto es que la tendencia a la alza se lleva produciendo al menos durante los últimos siete años en todo el país, pero es a partir de 2024 cuando la capital se sitúa por encima de la media del Estado. Así las cosas, en 2018 la media nacional se situaba en un 7,4% y la de Madrid en el 5,1%; en 2020 la diferencia era 8,8% VS 8,1%; en 2022, 9% frente a 6,7%, mientras que en 2024 10,5% frente a 15,6%, ya superado el número claramente en Madrid. A la inversa, se produce una disminución de otras drogas

Desde la formación progresista consideran que, entre los factores que interfieren en este aumento es la normalización del alcohol. Así las cosas, recuerda que es un problema “no considerar el alcohol como una droga” y “promocionar el consumo del mismo como batalla cultural”.

“Alcohol y tabaco no aparecen ni una vez”

El también Secretario de Estado de Sanidad destacaba que, según las cifras que maneja el departamento, el alcohol y el tabaco son las principales drogas de consumo en la región “seguidas bastantes de lejos por el cannabis” y respondía a Ayuso.

“Estanos muy lejos de esa especie de apocalipsis de la drogadicción que parece intentar dibujar el Gobierno de la Comunidad de Madrid para justificar algunas de sus medidas (…) Es algo bastante paradójico”, emplazaba aludiendo al Plan Regional contra las Drogas en la Comunidad de Madrid, donde “la palabra alcohol no aparece mencionado ni una sola vez”, mientras que salen varias veces “el cannabis, la cocaína y el resto de drogas”.

Así las cosas, Padilla recalcaba que en el conjunto de España el porcentaje de adolescentes que había consumido cannabis en el último año “ha bajado a la mitad” en las dos últimas décadas manteniéndose este consumo “bastante estables o descendentes en términos generales”. 

Entre esos datos, un 10% de la población de entre 14 y 18 años han consumido en algún momento a lo largo de su vida hipnosedantes sin receta; es decir “uno de cada diez” o “una de cada siete si se habla de chicas, con un sesgo de género muy notable”.

¿Regularización?

Padilla también habló de la necesidad de legislar o no el consumo de determinadas sustancias. Ahí, calificó de “bastante claro” que regularizar “no incrementa el consumo en la población adolescente”.

“(Pero) hay que estudiar los datos. Hay países que están llevando a cabo algunas regulaciones para proteger a las poblaciones más vulnerables y lo que hay que hacer es estudiar los datos”, señaló poniendo ejemplos.

“La experiencia más de largo recorrido que tenemos es la de Colorado (EEUU), en la cual sí que se ha visto que la población adolescente ha disminuido el consumo de cannabis desde su regulación. Lo que ocurre aquí es que en general tenemos unos estudios muy malos y en algunos casos contradictorios”, concluyó.

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