Moito lirili e pouco lerele, como diría algún paisano de cualquier aldea de Galicia o tirando de manidas frases hechas típicas de futboleros, Galicia es ese sitio en el que cuando llegan elecciones se cotizan al alza las perspectivas de cambio, pero siempre las gana el PP.

Lo ocurrido este 18J es esto. Los 'populares', con sus diferentes autobuses, con sus mítines-comida, con la mínima visita de Ayuso con su ssúper acento castizo (que da la impresión de que lo exagera, aunque ese no molesta -por ahora- como los de la periferia), con un Feijóo contra las cuerdas y un Rueda con cara de descolocado a lo largo de toda la campaña, han vuelto a hacer lo de siempre y el rural, las provincias menos pobladas, les ha llevado a la mayoría absoluta.

Falta por contabilizar el voto de los residentes en el extranjero, aunque da la impresión de que no va a cambiar el resultado como para dar un vuelco.

Es el momento de hacer balance. En la cúspide, como ganador por KO, hay que poner a Alfonso Rueda y a 'su' PP, el menos gallego, probablemente, de la historia democrática.

Hay que elogiarle puesto que ha aguantado el tipo y lo ha hecho con una campaña a imagen, semajanza y mayor gloria de... Alberto Núñez Feijóo. En realidad, ahora todo el mundo le busca a él, porque de haber perdido la Xunta, algunos medios dirigidos por amigos muy próximos a su figura titularían, tirando de nuevo de símil futbolero: 'Feijóo, a pesar del resultado en Galicia, mantiene la confianza de los pesos pesados del PP', que es como la directiva que respalda al entrenador que ha perdido los últimos partidos -excepción del despido/salida en diferido de Xavi Hernández-. Ya sabemos donde acaba ese míster.

Pero Rueda y Feijóo, Feijóo y Rueda se han servido de todo lo atado y bien atado en todos estos años de Gobierno 'popular', entendiendo este en el sentido más amplio de la expresión: medios públicos y privados, trabajo en red con asociaciones, dinero público para ayudas (las últimas pocas horas antes de acudir a las urnas). Y el resultado h sido el esperado. 

La victoria amarga del BNG

Atrás queda el sueño de los más optimistas de un Bloque Nacionalista Galego triunfador, con su líder, Ana Pontón a la cabeza, aunque, sin duda, el número de diputados logrados es un hito y un éxito importante.

“Les habla Adolfo Pérez Esquivel premio Nobel de la Paz. Argentino de nacimiento y gallego de origen. Mi padre fue pescador en Combarro. Hay que apoyar la candidatura de Ana Pontón como candidata a presidenta a la Xunta de Galicia por el BNG. Defiende los intereses de Galicia”. Este fue el mensaje que publicó 11 días antes de la jornada electoral el Premio Nobel; uno más de los apoyos que desde Latinoamérica le llegaron a Pontón, lo que fue interpretado como una oportunidad nunca vista para los nacionalistas gallegos. El gesto no era gratuito, porque la colonia de gallegos y descendientes del Fogar de Breogán que hay en esta parte de planeta es más que importante.

Pontón ha sido Pontón. Aunque candidata de una formación que aglutina a diferentes corrientes entre las que no faltan los independentistas, ha optado por un papel moderado, sin levantar demasiado la voz, porque en Galicia esto es fundamental. Su trabajo no se ha limitado a los 15 días de campaña o al momento en que empezó a intuirse, a pesar de las negativas reiteradas de Rueda, que habría adelanto electoral. Lleva años preparando y preparándose, dejándose aconsejar, incluso en materia de imagen, y aguantando también los desprecios de la bancada 'popular' en el Parlamento gallego. Basta recordar la falta de respeto que le dedicó el propio Alberto Núñez Feijóo.

Y ha recogido los frutos, aunque saben algo amargos cuando se ha llegado a saborear la victoria.

Un PsdeG incapaz

El PSdeG consolida otro mal resultado y su tercer puesto de nuevo en unos comicios autonómicos. Las encuestas ya lo vaticinaban y José Ramón Gómez Besteiro, a pesar de la resiliencia que ha demostrado tras la persecución judicial a la que se vio sometido durante años, no ha logrado mantener a flote a su formación.

El candidato socialista -y suponemos que las cabezas pensantes de Ferraz- ha equivocado la estrategia y, en lugar de explotar su propia situación judicial con lo que para muchos es un ejemplo claro de lawfare que lo apartó de la política después de unos anónimos presentados por representantes del PP (como se descubrió hace no tanto tiempo), optó por ir de la mano del PSOE de Madrid, probablemente por aquello de que su figura era la menos conocida, y ahí ha estado la equivocación. Ha dejado de ser de Lugo para parecer de Ferraz o la carrera de San Jerónimo, con un planteamiento similar al de Rueda.

Feijóo salva su liderazgo nacional

Los comicios gallegos, a los que nunca suele prestarse demasiada atención más allá de la región, han centrado en esta ocasión todas las miradas. Se han jugado en clave nacional y se van a leer en clave nacional. Y Feijóo ha salvado los muebles y su liderazgo al frente del Partido Popular.

La estrategia de apostar por olvidar los temas locales para hablar de Sanchismo era arriesgada, pero no le ha impedido vencer, porque, como buen conocedor de su tierra, sabe que su fuerza aquí es mucho más grande de lo saludable.

La pérdida de la mayoría absoluta habría estado seguida del ruido de sables dentro su formación, pero sus contrincantes internos tendrán que esperar otra buena ocasión para tratar de desbancar al de Os Peares.

El éxito de Democracia Ourensana

Otro de los triunfadores de la noche es Democracia Ourensana. Este es el típico ejemplo de partido que, sin ofrecer nada a cambio, postula un ourensanismo que sería algo así como un nacionalismo provincialista; algo parecido al nacionalismo madrileño de Isabel Díaz Ayuso, pero sin aspiraciones españolistas, por ahora, porque como el censo de ourensanos por el mundo le dé alguna opción, el líder supremo y alcalde de la capital, no dudará ni un instante en dar el salto nacional. Esto le ha valido, como apuntaban muchos sondeos ya, para hacerse con un diputado en el Parlamento gallego.

Sin representación

De Sumar qué decir. Si hubiese concurrido con Podemos habría tenido más posibilidades de lograr representación en la calle del Hórrreo, pero una vez más, Yolanda Díaz vuelve a pinchar en su tierra.

Y de Podemos solo queda Pablo Iglesias, que al fin y al cabo es lo que siempre ha querido. La que estaba llamada a ser una formación capaz de meter en vereda al PSOE a nivel nacional, autonómico y local se ha quedado en un intento frustrado por los egos y las luchas internas. Hoy aquel partido es solo una decepción que, en el caso de Galicia, se queda al nivel de Vox.

Los ultras en este tierra, ni pinchan ni cortan. Habrá quien diga que ha subido. Sin embargo, su irrupción es similar a lo que ocurría con el PP en otros tiempos y que alguien resumió en que se había convertido en el mayor aliado de los independentistas. Ahora los de Abascal son eso, es decir, el ariete perfecto para generar nacionalistas e independentistas. La estrategia, aunque en Galicia, no cala, les sale bien, porque es su caldo de cultivo, hasta que se acabe.