Muy pocos alcaldes y líderes autonómicos han sobrevivido a la debacle sufrida por el PSOE la jornada electoral del domingo 28 de mayo. Solo unos cuantos ‘héroes progresistas’ pueden presumir de haber aguantado en pie la marea azul, siendo Madrid la región donde parece ser más visible el castigo con muy pocos ayuntamientos que todavía seguirán gobernados por la izquierda con alcaldes socialistas, bien en solitario, bien en coalición, como Coslada, Alcorcón, Fuenlabrada o Parla, por citar los más de 50.000 habitantes. 

En Galicia, sin embargo, se encuentra el que ha obtenido mejores resultados. Abel Caballero lo ha logrado y eso que ha perdido un concejal; esto no ha sido obstáculo para que mantenga con holgura la mayoría absoluta de la que disfrutaba. Seguirá al frente del Ayuntamiento de Vigo, una ciudad que desde hace años está ligada a su nombre.

Pero, ¿cuál es el secreto del éxito de este político de 76 años? Fuera del municipio gallego son muchos los que ven en él un rostro populista, con cierto aire pueblerino centrado en competir con los astros por medio de su iluminación navideña. Un hombre, para muchos, en particular sus detractores -que en el municipio olívico con muy pocos- "algo ido" que ‘amenaza’ con iniciar la navidad en agosto.

Sin embargo, detrás de ese personaje que le ha valido para poner a Vigo en el mapa y en la apertura de decenas de informativos a nivel nacional, hay mucho más.

Dentro de las fronteras del municipio, Caballero cuenta con un amplísimo respaldo, incluso, por parte de quienes no tienen su misma ideología. Vigueses de derechas confesos le respaldan por el impulso que le ha dado a la ciudad, dentro y fuera de Galicia. 

Es valorado por su gestión, ya que, si bien cuando cogió las riendas del Consistorio, este no acumulaba grandes deudas debido a que el PP de Corina Porro no fue capaz de sacar adelante casi ningún proyecto, toda su labor la ha desarrollado sin hipotecar la ciudad y puede presumir de deuda cero.

Más allá de su iluminación navideña, con la que ha logrado disparar la llegada de turistas, con el consiguiente beneficio que esto ha tenido para comercios y hosteleros, Caballero ha transformado una ciudad que muchos habían dado por perdida por el desastroso desarrollo urbanístico que la ha caracterizado durante décadas.

Vigo ha dejado de ser en la tierra de Breogán únicamente la ciudad que trabaja, como reza el dicho, mientras Santiago reza, Pontevedra duerme y La Coruña se divierte. Ha desterrado el complejo de ‘feismo’ que arrastaban los vigueses y les ha convencido de que “vivimos en unha cidade fermosa (vivimos en una ciudad hermosa)” como decía uno de sus primeros eslóganes.

Un hombre ‘sin despacho’

Del mismo modo, Abel Caballero es un hombre de calle. No hay vigués que no le haya visto en centenares de ocasiones, incluso quienes ya no residen en la ciudad tienen fácil encontrarle cuando la visitan. Él siempre esta ahí, de día y, si es necesario, como cuando el fuego cerca la ciudad o se desploma un escenario del Marisquiño, de noche.

Conoce cada calle y rincón y cuentan que su mujer apunta en una libreta los problemas que le trasladan los ciudadanos para hacérselos llegar.

Su omnipresencia le ha valido críticas. Abre cabalgatas, baila en colegios y participa en todos y cada uno de los eventos de la ciudad. No hay vecino, sea de la edad que sea, que no le conozca, pero tampoco hay ciudadano en el territorio nacional que no sepa el nombre de este vigués nacido en Ponteareas.

Y qué decir de su acento inglés, con el que ha sido trendig topic en las redes sociales y protagonista de minutos de gloria en radios y televisiones. Mientras muchos ríen, otros saben de su capacidad de jugar con el mismo si la ocasión lo merece. No hace falta pagar publicidad institucional ni campañas promocionales de Vigo como destino turístico. Vigo es ya una ciudad que muchos andaluces, vascos, valencianos, madrileños, etc se plantean visitar.

En definitiva, con mayor o menor simpatía por su perfil, lo cierto es que los vigueses aprueban con nota la gestión del hombre que hace casi cuarenta años estaba ya al frente del ministerio de Transportes.

Hay algo que no ha logrado mantener Caballero este 28 de mayo y es ser el alcalde más votado de España de una ciudad de más de 100.000 habitantes. Le ha superado su homólogo madrileño de Torrejón (130.000 habitantes), Ignacio Vázquez. Sin embargo, la diferencia en la gestión entre ambos es muy evidente en lo económico. Mientras la salud financiera de la administración municipal de Vigo es más que sólida (deuda mínima y cero a final del ejercicio según datos de la AIReF), la de la localidad torrejonero no respira tan bien porque acumula una deuda de más de casi 90 millones de euros (más de 104 millones según la oposición en este Consistorio).

Ahora, a Abel Caballero solo piden que la salud le acompañe porque sus intenciones son más que claras y las anunció en una entrevista en un medio gallego, meses antes de su nueva y aplastante victoria electoral: subir datos dentro de cuatro años y "después Dios dirá".