Con un horizonte azul oscuro - en el que se abre paso un airado relámpago naranja - asistimos en toda España a una tormentosa pugna de las derechas. PP y Ciudadanos mantienen un  duro pulso para constatar quién es más autoritario y centralista, amparándose en inseguridades y miedos creados por ellos mismos.

La diversidad pierde pie y la desigualdad gana vuelo. Todo es instantáneo y mutante en la débil política de hoy; todo se reduce a una encuesta diaria sobre el cambiante estado de ánimo del momento, sin dirección ni planificación de futuro. Una disolución de la fraternidad a cambio de propagar un individualismo salvaje, muy confortable y manipulable por quienes ostentan el poder real y también por sus altavoces, cada vez en menos manos.

En tiempos tan convulsos es muy agradable constatar que los progresistas de Baleares - tan diferentes entre sí - son capaces de sumar fuerzas, compromisos y compartir un proyecto de izquierdas, de mirada larga, que se avanza al futuro.

El día 1 de marzo celebramos el día de Illes Balears cargados de razones para ello. Se lucha contra la precariedad laboral aportando firmeza en la inspección y diálogo con los interlocutores sociales, una lucha útil y con resultados que ha dado lugar a mejoras evidentes en la contratación y en los sueldos. La apuesta por la educación y la sanidad, la decidida lucha contra el cambio climático, la transición energética, el desarrollo de política de vivienda o la justa demanda del  ejecutivo Armengol para lograr un nuevo sistema de financiación y la ley de  Régimen Especial componen, entre otras iniciativas, el catálogo de acciones del Gobierno progresista. Festejamos especialmente que las políticas y el impulso al diálogo social propicien buenos resultados económicos, en empleo y en una más justa redistribución de la riqueza. 

Nos congratulamos de que ejemplos como el balear nos recuerden que en el horizonte - además del azul oscuro, moteado de naranja estridente - existen otros colores que, cuando gestionan gobiernos, demuestran que es posible otra lectura de la realidad, alejada de la visión neoliberal y populista de las derechas españolas.

Visión, además, profundamente desleal. Basta ver a la Ministra de Sanidad utilizando su cargo como púlpito para predicar contra la gestión del Gobierno balear que, en realidad, no hace otra cosa que reintegrar a la sanidad del archipiélago lo que el anterior gobierno del PP recortó en medios, servicios y personal. Una ministra que hace dejación de competencias ministeriales para alentar y encender aún más la confrontación en su tierra natal, Catalunya.