La Comunidad Valenciana está en un puño. Las percepciones postelectorales se antojan ininteligibles a día de hoy. Los sondeos esbozan un escenario ajustado y así lo reconocen incluso los dos principales partidos en privado. PP y PSOE convergen en la misma tesis, con la salvedad de que la preocupación se extiende entre las filas populares, que se han visto obligadas a rebajar las expectativas generadas desde Génova para estos comicios. De hecho, en el PSOE consideran que este sentir se explica en base al efecto Ximo Puig y, por ende, el peso que la figura del presidente tiene entre los ciudadanos.

La región cobrará un protagonismo sustancial en la noche electoral y probablemente todas las miradas estén puestas sobre ella. Es la cuarta autonomía de España en términos poblacionales, por lo que se convierte en el gran objeto de deseo de los dos principales partidos. Pero no solo la demografía entra en juego, pues estos comicios se observan también desde un prisma nacional. Con las generales a final de año, la victoria en Valencia se leerá desde la perspectiva estatal, rebajando las expectativas para el perdedor y disparándolas para los ganadores.

En consecuencia, las formaciones buscan el mayor grado de sintonía posible con el ciudadano, sabedores de que un voto en casa lamina sus opciones. La movilización del electorado será crucial, no solo en la Comunidad Valenciana, sino a nivel nacional. Los dos partidos tradicionales se han enfrascado en un fuego cruzado a este respecto. De hecho, este pasado lunes, desde la sala de prensa de Ferraz, la portavoz socialista y ministra de Educación, Pilar Alegría, rechazaba las informaciones que atribuían a los votantes socialistas cierta desconexión y situaba el foco mediático sobre un Alberto Núñez Feijóo que “desmoviliza” a la derecha.

Lo cierto es que la derecha lleva tiempo tocando a rebato para activar a sus fuerzas vivas. El Partido Popular ha planteado este 28M como una batalla en la guerra contra Pedro Sánchez y la coalición “socialcomunista”. Incluso en Génova han alardeado de la gran movilización de sus votantes para la cita municipal y autonómica, augurando incluso un fin de ciclo que culminará en el próximo mes de diciembre. Sin embargo, la liquidez intrínseca a la política moderna ha amortiguado la euforia conservadora.

Los vientos de cambio que profetizaban en Génova, en cambio, han amainado. Las perspectivas electorales del PP se han suavizado. El tsunami “antisanchista” amaga con convertirse en una rutinaria marejada y así lo reconocen a este periódico altos cargos del escalafón popular. En la zona noble del cuartel general conservador pensaban que llegarían al 28 de mayo con aires de victoria y la balanza claramente decantada a su favor. Entendían que cargar todo el peso argumental sobre la “cuestión nacional” y la figura de Pedro Sánchez provocaría el ansiado corrimiento de fuerzas.

Pero lo cierto a día de hoy es que se han rebajado las expectativas, especialmente en la Comunidad Valenciana. En el Partido Popular sostenían que la figura de Ximo Puig se vería arrastrada por el exorbitado magnetismo de Sánchez y la influencia de Madrid. Este cambio de perspectivas en el PP no ha sido accesorio a ojos de los socialistas. Tanto en público como en privado hacen hincapié en la caída en picado de la euforia. Ahora bien, la duda es si se debe a una cuestión puramente estratégica o, por el contrario, como señalan en el PSOE, se debe al arraigo de Ximo Puig en el electorado.

Efecto Ximo

Si entre las filas conservadoras se ha modulado el optimismo, en el PSOE se dejan ver algunos brotes verdes. El contexto actual no permite que la ilusión se dispare y los socialistas saben que caer en la autocomplacencia podría ser mortal de necesidad en la pugna por la principal región en liza junto con Madrid -aunque Ayuso limita las opciones a una lucha con Más Madrid por liderar la oposición-.

En la cúpula del PSPV no rehúyen las pulsiones en la derecha. Dan por hecho que su electorado estará plenamente movilizado, a pesar de que el argumentario de Ferraz apunte hacia otro lado. Fuentes socialistas explican a ElPlural.com que ella se debe exclusivamente al “contexto nacional”. Sin embargo, las altas cotas de sincronía en el flanco diestro no diluyen las crecientes perspectivas en el partido del puño y la rosa. La demoscopia invita a la esperanza y aseguran que los datos que se manejan tanto en Madrid como en Valencia arrojan que Ximo Puig tiene “tirón personal”.

“Los datos apuntan al efecto presidente”, precisan voces próximas a la dirección del PSPV, aunque sí reconocen que deben hacer un último esfuerzo en clave de movilización porque “el escenario es muy ajustado”, aunque matizan que este es “creciente”. Las encuestas dibujan prácticamente un empate técnico, aunque los socialistas están aumentando el número de apoyos en las últimas semanas. En cualquier caso, de consolidarse, creen que estos niveles de movilización liquidarían el debate y entregarían a Puig las llaves de la región de nuevo.

En el seno del PSPV son conscientes del desgaste evidente de la marca del partido, pero creen que el candidato apenas lo sufrirá. “Ximo está por encima de las siglas”, precisan fuentes socialistas. Estas voces comparan al president de la Generalitat con Salvador Illa, al que describen como una suerte de catalizador para potenciar la figura de Jaume Collboni en Barcelona y auparlo hasta el Ayuntamiento.

Las tesis socialistas reposan en el caso de Orihuela. En el PSPV echan mano del 2019 para justificar sus renovadas perspectivas, arguyendo que en aquellas elecciones se quedaron a unos cuatro puntos del Partido Popular. El municipio suele ser una plaza de tinte conservador, pero las últimas estimaciones demoscópicas han dibujado un escenario completamente diferente, con un “empate técnico” entre PP y PSOE, lo cual reforzaría las hipótesis que manejan en la formación.