El quinto aniversario del pleno del Parlament de Catalunya en el que la mayoría independentista aprobó las leyes de la ruptura constitucional llega cuando está a punto de certificarse el cumplimiento de la cuarta profecía: la división sin remedio del movimiento independentista. De las muchas cábalas y predicciones de futuro realizadas en 2017, la mayoría quedó en nada, pero tres de ellas se han materializado ya: el fracaso del Procés, la división interna de Catalunya y la permanencia del Estado español. La materialización de la cuarta profecía era inevitable dada la frustración creada por el desarrollo de los acontecimientos y las diferencias de valoración existentes entre los dirigentes del secesionismo. La Diada de 2022 cerrará el círculo de la derrota del primer intento de instauración de un estado propio catalán.

La media Catalunya (algo menos, según los sondeos) que cree a pie juntillas que la independencia es la mejor opción para la sociedad catalana no desanimará, en su mayoría, a pesar del desencuentro manifiesto de sus actuales dirigentes, tanto los de los partidos como los de las entidades. ERC y Junts no se ponen de acuerdo en casi en nada; la CUP lleva meses alejándose de los dos partidos que gobiernan la Generalitat; Òmnium ha recuperado su interés por la política lingüística, a la sombra de los republicanos; la ANC discrepa abiertamente del acomodo institucional de Òmnium y señala a ERC y Junts como responsables del fiasco histórico y de la desorientación actual del movimiento.

En este desbarajuste puede que el radicalismo que intenta aglutinar Laura Borràs se haga con una parte del electorado desanimado, aunque tendrá que competir, probablemente, con la ANC que lleva meses anunciando su intención de presentar una candidatura cívica en las próximas autonómicas. La desconfianza de la Assemblea Nacional respecto de los partidos viene de lejos, más exactamente desde el día de su fundación, sin embargo, nunca como ahora mismo han estado tan cerca de cumplir con su amenaza de enfrentarse directamente en las urnas con ERC y Junts. La entidad los que acusa de haber abandonado la senda de la unilateralidad, aun disponiendo de mayoría en el Parlament para proclamar la independencia; habiendo, por el contrario, haber optado por el diálogo con el gobierno de Madrid, a pesar de la represión sistemática practicada por el estado, según estos mismos partidos.

Los indultos y la mesa de negociación son las dos iniciativas que han hecho encallar el movimiento independentista hasta caer en la desunión pública. Además, claro, de la renuncia a la declaración de independencia tras el 1-O, cuando el gobierno del PP todavía no había aplicado el artículo 155 de la Constitución. El retraso en la intervención de la Generalitat, decidida por Mariano Rajoy un mes y medio después de los plenos de las leyes de desconexión del 6 y 7 de septiembre de 2017, está en el origen de las muchas consecuencias penales aplicadas a los dirigentes del movimiento independentista que complican todavía la normalización de las relaciones institucionales y la modificación del rumbo especialmente por parte de ERC.

El próximo domingo, de no mediar cambios de última hora, el presidente de la Generalitat no asistirá a la manifestación convocada por la ANC. Pere Aragonés ha alegado que no puede acudir a una cita pensada para criticar a los partidos independentistas. Para dejar clara la división entre las entidades, Aragonés estará presente en el acto de Òmnium. Así se ahorrará una pitada monumental, pero dará por buena la ruptura del movimiento. Declinando la invitación de ANC, el presidente de la Generalitat se cura en salud y afianza su posición pragmática, aunque también le hace un favor al radicalismo. Para la ANC, la presencia insubstituible es la de TV3.

La televisión pública catalana no solo ofrece la cobertura informativa del acto de la ANC, como la mayoría de los medios de comunicación, sino que colabora con el éxito de la misma, presentándola y retransmitiéndola en directo como un acto oficial (y central) de la Diada Nacional de Catalunya. Durante una década ha sido así, cuando solamente es una iniciativa de una de las mitades de Catalunya y, en esta ocasión, ni tan solo esto, sino la convocatoria de una parte de la familia separatista enfrentada con la otra. Habrá que estar atentos a la reacción de TV3 ante el tono antigubernamental de la concentración. La salud del movimiento independentista depende mucho más del posicionamiento de TV3 (y en menor medida de Catalunya Ràdio y RAC1) que el de la propia Generalitat.