El 19 de febrero 2025 nunca volverá a ser un día cualquiera en Gandia. A primera hora de la mañana del pasado jueves, los gandienses amanecían con una noticia tan inesperada como fatídica. Saltaban todas las alarmas al conocerse que había sido encontrado por su mujer el cadáver del exalcalde de Gandía entre el 2011 y el 2015, Arturo Torró Chisvert, en el kilómetro 37 de la carretera A-38 (Xeresa) a las 22:35 horas del miércoles 19 de febrero.

Este fatídico desenlace criminal del empresario y político llega tras un día en el que se le pudo ver trabajando durante la mañana como habitualmente, haciéndose el café en sus sitios recurrentes y comiendo con su mujer a las 14:15 horas el tradicional puchero de los miércoles en el restaurante Cocos, en la playa de Gandia. Es tras esta comida, calificada por las propias trabajadoras como tranquila, normal y rápida porque manifestó que tenían prisa, y que incluso el propio Torró comparte con una fotografía de la comida en sus redes sociales, cuando se despide de su mujer y emprenden caminos separados en torno a las 15:00 horas.

En este momento en el que Torró coge su coche, un Mercedes, y su mujer se va caminando al apartamento de la playa que tienen muy cerca del restaurante elegido para comer. El siguiente movimiento que consta del exalcalde es su visita inesperada a una óptica del municipio de Sueca, a unos 30 minutos de Gandia, donde aparece por sorpresa alrededor de las 19:00 horas y permanece apenas cinco minutos hablando con el personal que se encontraba en el negocio del que, por cierto, no tiene en la actualidad vinculación ninguna con Torró. Cuando el exalcalde da por concluida su visita a la óptica de Sueca, emprende el camino de vuelta hacia Gandía con su coche.

Es a las 19:55 horas cuando consta la última llamada que realizó antes del crimen. Fue a una persona de su entorno laboral y personal y apenas tuvo una duración de 24 segundos. Torró se disponía a contarle a su amigo lo que se había encontrado en su visita a la óptica de Sueca cuando, de repente, le verbaliza que le está saltando el chivato del Mercedes avisándole de que había pinchado una rueda (entendiéndose que el avisador marcaba la pérdida de presión en el neumático) y que estaba parando en el arcén de la carretera. Torró le añade a su amigo, dato que cobra gran relevancia pasados los desgraciados acontecimientos, que está parando un coche justo detrás del suyo. El expolítico lo decía despreocupado, sin mostrar en ningún momento miedo ni alarma ante quién sería el coche que paraba detrás de él en pleno arcén. No pidió ayuda en la llamada, no le alarmó, le dio completa normalidad e incluso le dijo que le volvía a llamar para continuar la conversación que habían iniciado y que fue la última a través de su teléfono móvil.

Este amigo fue, sin saberlo ni imaginárselo por ninguna de aquellas, la última persona que habló con Torró en esos últimos 24 segundos a las 19:55 horas y que confirma que escuchó el repetido pitido del chivato del coche. Es en ese momento cuando Torró fue asesinado de un certero disparo en el pecho, a la altura del corazón, con un arma pequeña. Su cuerpo se encontraba en los matorrales del arcén, a unos siete metros de distancia de su coche, lugar exacto en el que lo descubrió su propia mujer.

Quienes le seguían tenían claro cuál era su intención, por lo que no hubo forcejeo ninguno, tan solo una ejecución con el tiro que acabó con su vida. Los datos revelan que el cadáver del exalcalde no presenta síntomas de pelea o de forcejeo con sus atacantes, sino más bien apuntan a que le sorprendieron con una ejecución rápida y certera. El cuello de Torró presenta también unas marcas que no son fruto de una pelea con sus asesinos, sino unas señales normales fruto del roce de las cadenas que habituaba a llevar y que, por cierto, no le robaron ni arrancaron del cuello, permanecían con él.

Es a las 21:45 horas cuando el amigo y última persona que escucha la voz del conocido empresario se pone en contacto con la mujer de este y le pregunta inocentemente que cómo había quedado su marido con el pinchazo de la rueda. La respuesta no se la esperaba, ya que la mujer de Torró se sorprende enormemente y le confiesa que no sabe absolutamente nada de ningún pinchazo ni de que había parado el coche. Es más, le había estado llamando y no obtenía respuesta por parte de Torró, aunque su teléfono móvil sí daba señal y estaba encendido. Esto, más la información de que había pinchado y parado, le extrañó y, junto a su hermana, la cuñada del expolítico, decidieron emprender el camino inverso al que se suponía que debía hacer Torró para ver si encontraban dónde había parado.

Conduciendo por la vía en dirección opuesta a la que venía Torró, su mujer y su cuñada consiguen ver su coche detenido en el arcén y sin nadie dentro, por lo que continúan hasta la primera posibilidad de cambio de sentido y llegan a las 22:25 horas aproximadamente hasta estacionar justo detrás del Mercedes de su marido. Teniendo que encender las linternas del móvil porque la visibilidad era muy baja, no encuentran a Torró en el interior del coche y se dan cuenta que su cuerpo estaba entre los matorrales pegados al arcén, a unos siete metros de su coche. Ahí descubren el fatídico desenlace. Es justo en ese momento cuando su mujer y su cuñada llaman al 112 y, de inmediato, llegan al lugar del crimen la Policía Local de Xeresa, los agentes de la Guardia Civil de la comandancia de Gandia y, todo seguido, la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil, quienes están a cargo de la investigación; mientras que el Juzgado de Instrucción 1 de Gandía mantiene el secreto de las actuaciones.

Hasta el punto del hallazgo también llegaron varias ambulancias, aunque los sanitarios tan solo pudieron certificar la defunción de Torró, quien en ese momento llevaba alrededor de dos horas y 50 minutos fallecido a causa de un certero disparo a la altura del corazón. No presentaba marcas ni señales de forcejeo o pelea, ni de estrangulamiento, ni ninguna herida más que la provocada por la bala que acabó con su vida, aunque sí se detectaron leves señas de rozaduras de las cadenas que llevaba en su cuello y que, por cierto, no le robaron sus asesinos.

Los agentes se hicieron cargo del control y custodia de la escena del crimen, siendo ya conscientes de la gravedad del asunto y de la importancia de no contaminar nada que posteriormente les pudiera servir como prueba relevante. Tomaron una primera declaración a la mujer y a la cuñada de Torró por ser las primeras personas que descubrieron el cadáver, quienes permanecieron en ese exacto punto de la carretera hasta altas horas de la madrugada, concretamente hasta alrededor de las 04:00 horas. 

Los agentes continuaron su trabajo a lo largo de la noche del miércoles y la mañana del jueves sobre el terreno de la escena del crimen, donde se encontraba el coche del exalcalde en aparente buen estado, las cuatro ruedas del Mercedes intactas y sin pinchazo ninguno, y diversas pruebas a analizar como dos casquillos (uno sin percutir), una bala y el teléfono móvil de Torró. Todo ello está siendo analizado e investigado minuciosamente por los expertos del grupo de Homicidios, que tratan de reconstruir las últimas horas, llamadas, mensajes y geolocalizaciones del expolítico para lograr acechar y detener a los asesinos que acabaron con su vida.  

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