La manifestación que la Comisión 9 de Octubre celebra cada año por las calles de Valencia se ha visto empañada por la violencia extrema que un grupo de ultras valencianistas han ejercido contra los manifestantes y los periodistas que cubrían la misma.

La manifestación estaba convocada a las seis de la tarde, pero a las cinco y cuarto varios cientos de personas, entre los que había alrededor de cien ultras, ya había rodeado a los manifestantes de la CUP y Arran que querían reivindicar una Cataluña independiente. Cinco minutos después se producían los primeros disturbios, un grupo ultra se abalanzaba sobre los manifestantes y comenzaba a agredirles. La Policía Local de Valencia, única presente en ese momento, comenzó a cargar contra ellos para separarles.

Evidentemente desbordados, el control no se pudo retomar hasta que llegaron los miembros de la UIP de la Policía Nacional (antidisturbios), y formaron dos cordones diferentes para separar a ambos bandos. La tensión fue creciendo entre insultos de unos, y cánticos nacionalistas de los otros, hasta que finalmente a las seis y media de la tarde la tensión se tornó en violencia. 

Un ultra se saltó el cordón policial y fue directo hacia unas personas que sostenían una bandera estelada. Al salir corriendo, varios policías trataron de detenerlo, momento en el que la turba aprovechó para entrar corriendo por el hueco que habían dejado. A partir de ahí se vivieron los peores momentos. Apenas 15 minutos duró la agresión, pero se hicieron eternos. 

Varios grupos salieron corriendo huyendo pero fueron alcanzados 50 metros después. Patadas, puñetazos y la cabeza de una joven chocando contra el suelo con un ruido al impactar contra el asfalto que hizo que hasta los fotógrafos dejaran, por un instante, de disparar sus cámaras. Un joven trató de socorrerla y fue en ese momento cuando varios ultras lo cercaron y comenzaron a darle una paliza.

 Mientras le pegaban sin descanso, un fotógrafo cayó al suelo y comenzó a recibir golpes. Hasta una mesa le tiraron encima mientras intentaban no solo agredirle sino robarle la cámara. Justo en ese momento llegaron los antidisturbios quienes, porra en mano y sin contemplaciones, disolvieron a los ultras a golpes.

 Mientras volvía la tensa calma se podía escuchar como no solo el fotógrafo había sido agredido. Un cámara de televisión recibió un golpe, otro periodista terminó por los suelos, y las amenazas a fotógrafos y periodistas no solo no cesaron sino que fueron aumentando. “Te tenemos grabada, sabemos quién eres” o “ya te cogeremos” eran algunas de las lindezas lanzadas a los periodistas allí congregados. 

Tras las agresiones, la UIP tomó la decisión de abrir un pasillo para que los manifestantes catalanistas pudieran llegar al punto en el que se encontraba la manifestación. Entre insultos fueron saliendo escoltados hasta juntarse con el resto de personas que desfilaban por las calles de Valencia. Esta decisión policial evitó que los disturbios fueran a más. 

El resto de la tarde transcurrió en relativa tranquilidad, ya que lo único que separaba a agredidos de agresores era un cordón policial. De hecho, la cabecera tuvo que cambiar su recorrido porque en el Parterre, lugar donde se debía leer el manifiesto, otro grupo ultra, esta vez de España 2000, les esperaba para boicotear el acto. Como no pudieron hacerlo, tras el paso de la manifestación se dedicaron a quemar banderas esteladas. 

Las calles de Valencia han sido testigos de excepción de como el odio al nacionalismo catalán va creciendo día tras día en el resto de España. Una manifestación que se celebra cada año, y en la que normalmente nadie pasa de los insultos, pero que este 2017 será recordada como, posiblemente, la primera batalla campal entre dos corrientes que han pasado de las palabras a la violencia más extrema.