La investidura de Xavier Trias como alcalde de Barcelona sólo depende de la abstención de ERC. El aspirante de Junts resultará elegido en segunda votación en su condición de lista más votada. Otra cosa muy diferente es intuir cómo gobernará Trias el consistorio al necesitar 10 votos para alcanzar la mayoría en el pleno, unos votos que no le pueden ofrecer ERC (5 concejales), ni PP (4 concejales), ni juntos ni por separado. Trias ya ha declarado que quisiera gobernar con PSC y ERC, lo que le supondría una holgada mayoría absoluta de 26 concejales. Sin embargo, esta suma se antoja difícil, porque de estar los republicanos dispuestos a colaborar con los socialistas, lo suyo sería la mayoría de izquierda a la que Oriol Junqueras se niega en redondo. En realidad, habiendo descartado Trias a Barcelona en Comú, para disponer de un gobierno estable solo le queda el acuerdo con el PSC.

El avance electoral decretado por Pedro Sánchez enterró prácticamente las probabilidades de un gobierno municipal formado por socialistas, comunes y republicanos, con Jaume Collboni como alcalde. Se hace difícil imaginar que en este contexto electoral y habiendo sufrido una derrota notable en las municipales, ERC pudiera conceder la alcaldía al PSC, alentando la campaña iniciada hace meses desde Junts de estar los republicanos entregados al PSOE. Así pues, Trias tiene el camino expedito a la alcaldía, teniendo que esperar única y pacientemente a la segunda votación para agradecérselo a los republicanos.

La campaña electoral de las elecciones generales también condiciona la formación del equipo municipal de Trias, pero menos, al poder esperar tranquilamente más allá del 23 de julio. De tener que descartar por imposibilidad política manifiesta su deseo de disponer de un gobierno de amplia mayoría con PSC y ERC y de mantener el veto a Colau y a su grupo, a Trias solo le queda una combinación para alcanzar la mayoría exacta del consistorio. Trias y Collboni sumarían los 21 concejales requeridos. En definitiva, la sociovergencia de siempre, ahora con el moderado tinte independentista aportado por Trias.

Desde 1979, el PSC ha formado parte de todos los gobiernos municipales de Barcelona, con la excepción del mandato de Xavier Trias entre 2011 y 2015. Tradicionalmente, los socialistas no han dejado pasar un buen pacto de gobierno, aunque fuere con el partido de Carles Puigdemont en la Diputación de Barcelona. Con este precedente, no sorprendería a nadie que fuera a participar del nuevo gobierno de Barcelona presidido por Trias, en cuanto ERC rechace compartir la experiencia. A Junts tampoco le va a temblar la mano al firmar un pacto con el PSC. En el Ayuntamiento de Roses, PSC y Junts acaban de firmar un acuerdo para compartir la alcaldía en detrimento de ERC, sin mayor problema.

Estos precedentes no aseguran que Salvador Illa y Jordi Turull vayan a inclinarse por un acuerdo en Barcelona en plena campaña electoral, y tal vez tampoco después. Aunque algunos factores pueden acabar influyendo en esta decisión de gran relevancia, pero de carácter local. En primer lugar, el resultado de las elecciones generales. Pedro Sánchez no ha tenido inconveniente en reeditar el pacto municipal de los socialistas vascos y el PNV a los pocos días de anunciar los comicios, dejando entrever la búsqueda de socios alternativos a Bildu y quizás también a ERC. Xavier Trias no es exactamente Junts como todo el mundo sabe, sin embargo, de poder formar gobierno Pedro Sánchez, tendrá que rascar todos los votos disponibles en el Congreso.

La decisión de Junts y PSC en Barcelona también tendría su lectura catalana. La posición abstencionista de ERC ante la posibilidad del tripartito de izquierda ya forma parte de dicha lectura. Su brindis por Trias queda en poco por sus pésimos resultados en el consistorio barcelonés: le pueden conceder la alcaldía, pero no le pueden garantizar un gobierno estable. Los socialistas les podrían simplificar las cosas a Junts, sin embargo, no parece que lo vayan a hacer, de entrada. Más allá del 23 de julio, en la perspectiva autonómica, los cálculos podrían variar. No hay que olvidar que la garantía de una victoria electoral de Salvador Illa descansa en el enfrentamiento permanente entre Junts y ERC.