¡Alto las máquinas! ¡Paren las rotativas! El vicepresidente económico de la Generalitat y líder de Esquerra tiene la solución para la independencia catalana. Se necesita más amor.

Tenorio Junqueras e Inés Soraya

Cuesta admitir que la pesadísima comedia que se viene representando en Cataluña en lo últimos años pueda llegar a extremos más ridículos que los conseguidos hasta ahora. Pero, cuando uno está tentado de pensar eso, va el rotundo y abacial Oriol Junqueras y suelta al día siguiente de su entrevista con Soraya Sáez de Santamaría, en una entrevista radiofónica, que ellos no tienen nada contra nadie, al contrario, quieren a todo el mundo, que el junquerismo es amor y ya no sabe cómo decirlo. ¡Cáspita! Es decir, que el llamado junquerismo, prodigiosa y novedosa táctica política que consiste en gobernar sin hacer nada, esperando que tu socio de gobierno se pegue una leche de mil pares de demonios, era eso. Acabáramos, ya se conoce que Junqueras argumente que lo suyo es el amor. Defiende aquello de que quien bien te quiera, bien te hará llorar.

Será por eso que, en el PDECAT, léase sucesores de Pujol e hijos, están que trinan con Esquerra. Dicen que Junqui no les informa de sus conversaciones por WhatsApp con Soraya. Y tiene muchas, ojo, que cada día están los dos dale que te pego mandándose mensajitos cual adolescentes con acné eruptivo, como ya decíamos en otro artículo. Al margen de que se envíen emoticonos con corazoncitos y tal – por la cosa del amor, digo -, ¿de qué están hablando éstos si, en teoría, no hay nada que rascar, puesto que los indepes dicen que habrá referéndum y el gobierno del PP dice que no?

Ah, pues ésa es la madre del cordero. Porque, siguiendo con su rollo hippie tipo Canet Rock, Junqueras podría estar pactando con el gobierno central el escenario post Carles Puigdemont. Que es lo mismo que decir la post convergencia. Habiendo rechazado el actual presidente de la Generalitat volverse a presentar – debe pensar que una y no más, Santo Tomás – y con los presupuestos gubernamentales aún por aprobar a día de hoy desde antes del verano, el dirigente republicano sabe que Artur Mas quiere volver a ser el rey del cotarro. Mas aún no se ha enterado que es un tazón de leche chino, porque no llega ni a jarrón. Pobrecito.

Añadan a esto que la solución al mal llamado “problema catalán”, que ni es catalán ni es problema, si acaso llamémoslo el pollo convergente, está escrita negro sobre blanco, y ambos bandos lo saben, y lo saben los partidos catalanes, y los estatales, y las organizaciones empresariales. Todo Dios lo sabe. Tampoco es tan difícil, si vamos a mirar. Pacto fiscal, introducción de alguna frasecita en la Carta Magna que venga a decir que Cataluña es una nación dentro de otra nación y blindaje competencial en educación y cultura. Y ya está. Ahí se acaban los sueños independentistas de convergentes y gente de Esquerra. Corrijo. A los ex CDC les preocupan los juicios, y no los que afrontan por el butifarrendum, sino los que han de verse acerca de la corrupción que presuntamente les afecta. Ahí les duele. Pasar a la historia como la fuerza política que exprimió Cataluña como una naranja, para luego bebérsela en un zumo al tres por ciento, les escuece un montón.

Soraya se ríe por lo bajini – es malísima, oigan – cada vez que ve a Quico Homs, al que le piden ocho añitos de inhabilitación para cargo público, decir por la tele que España no tiene calidad democrática. Entre éste y Junqueras haciéndole la escena del sofá, la vice se lo debe estar pasando de escándalo.

Y uno se pregunta, ¿pero al final, esto como se acaba?

La historia interminable

Pues no se acaba, distinguido público. Esquerra quiere ocupar el lugar que tuvo Pujol y su mariachi combo con el mismo rollo. Pedir, pedir, y pedir. Entiéndanme, no quieren mandar ni ostentar responsabilidades ni asumir lo que implica un estado propio, de eso nada, monada. Lo que quieren es ser los mandamases de un cortijo en el que todo lo que sea bueno se les deba a ellos y todo lo malo sea culpa de España. Ya digo, lo de Pujol. No se han dado cuenta de que las cosas no son gratis y mucho menos en política. Que se lo digan al anteriormente citado Homs, que se rasga las vestiduras por los ocho añitos que le pide el fiscal. Oiga, don Quico, que le están haciendo el favor de su vida. Queda usted como un mártir ante los suyos, vuelve a su Taradell natal y se sepulta en el estudio, no sé, de la mosca del Serengueti o de la vida de San Apapucio, que igual era catalán, o se coloca en alguna de las empresas que tengan amigos suyos como David Madi, un poner, y a vivir que son dos días. Y no llore, que si el gobierno central, la administración de justicia y el sum sum corda en España no fuesen unos timoratos, a usted no se le juzgaría más que por delito de secesión, que eso son otros Garcías y unos veinte años de condena.

Junqueras, de momento, se decanta por el amor y los osos amorosos. Pero lo que queda al final es preguntarse quién carajo lleva la tienda en Cataluña y en manos de quienes estamos.

Las respuestas a ambas cosas hacen estremecer.