La Corona ha dado un paso adelante altamente significativo. Ha enviado un guiño favorable a la España plural. Se trata de un gesto -sin duda oportuno- frente a la coyuntura en la que nos encontramos. ¿Llega demasiado tarde el reconocimiento monárquico de las lenguas españolas cooficiales? Llega nada menos que con más de treinta años de retraso. Pero tiene razón el refrán: más vale tarde que nunca.

El tradicional mensaje de Juan Carlos I con motivo de la Navidad ha introducido una sensata modificación. El catalán, el euskera, el gallego y el valenciano pueden leerse -cada uno en el idioma que desee-, a través de la Web de la Casa Real, mientras el monarca se dirige en TVE a los ciudadanos en castellano.

Valenciano y catalán
Respecto al valenciano, preciso es decir que básicamente es igual al catalán. O al revés. Sólo los sectores menos ilustrados o reaccionarios del País Valencià sostienen semejante entelequia. Es un conflicto soterrado, a veces abierto, que alimenta la catalanofobia y que perjudica las relaciones entre catalanes y valencianos.

Apuesta de sentido común
Esta apuesta de sentido común por parte de la Monarquía nos conduce hacia la urgente necesidad de buscar una alternativa racional y potente que pueda frenar el acoso insaciable del independentismo catalán. Pero no sólo se trata de frenar, sino de convencer a la mayoría de los ciudadanos de Cataluña y también a la mayoría de los del conjunto de España de que sería mejor la receta federalista.

Dos naciones de primerísimo nivel
Bastaría con cambiar una parte de la Constitución en el ámbito territorial para sacar adelante un modelo como el federal, implantado con éxito y sin graves divergencias por Estados Unidos y por Alemania. Es decir, por dos naciones de primerísimo nivel como nadie ignora.

Un salto formal
Sería un salto formal desde la España de las Autonomías hacia la España federal. Además, se podrían evitar algunos defectos de las actuales autonomías, ciertamente obsoletas en determinados asuntos. Tienen errores, naturalmente, como ocurre en cualquier organismo humano.

En el volcán
Lo del separatismo catalán no nos lleva a ningún lado. O, peor, nos sitúa en un volcán que puede estallar en cualquier momento. Las vísceras de unos y otros acabarán, de no arreglarse cuanto antes el contencioso sobre la independencia, imponiéndose a la razón. No nos referimos estrictamente a que haya violencia y enfrentamientos armados.

La democracia tan difícilmente reconquistada
Pero si, ahora y aquí, Cataluña y España juntas atraviesan una crisis escalofriante, en la que está en juego la economía, el Estado del Bienestar y la democracia tan difícilmente reconquistada hasta la transición, ¿a dónde pretenden llevarnos Artur Mas y Oriol Junqueras? ¿A qué paraíso desconocido? ¿A qué tierra prometida? ¿A qué ignoto oasis ¿A qué Dorado inexistente?

Sin problemas y con perseverancia
Cuando jamás hemos tenido tanto tiempo de democracia y de libertades civiles como en la actualidad. Cuando jamás Cataluña ha dispuesto de un poder político propio de gran impacto. Cuando por fin hemos conseguido ir consolidando –sin graves problemas y con perseverancia- la lengua y la cultura catalanas.

Los Juegos Olímpicos
Cuando Barcelona dio la vuelta al mundo y se convirtió, gracias a los Juegos Olímpicos y la gestión del Ayuntamiento socialista, con Pasqual Maragall, alcalde pletórico, en un modelo de ciudad admirable, que mejoró al máximo posible los barrios más humildes y atrajo a millones de visitantes, que continúan enamorados de la ciudad de los prodigios, los auténticos, no los de antaño que narró tan bien Eduardo Mendoza.

¿El camino del abismo?
El camino de la independencia puede terminar siendo el camino al abismo. Los Estados propios han de ser para los desahuciados de la fortuna, para los parias, para los palestinos o para los saharauis, para los gitanos maltratados o, en su momento, los judíos perseguidos por un malvado como Adolf Hitler.

La guerra la perdimos todos
No olvidemos que Franco no sólo intentó destruir Cataluña, sino toda España. La guerra la perdieron los madrileños y los catalanes. La perdimos todos. ¿Y ahora quieren unos señoritos convergentes y no pocos iluminados cerrar la puerta de España y marcharse? No y mil veces, no. Es la hora del cambio.

Los presidentes catalanes de la I República
Es la hora de la España Federal. Es la hora de rememorar a los presidentes de la I República, laminada un año después de haberse puesto en marcha. Desapareció por las armas el 29 de diciembre de 1874, debido al golpe de Estado del general Martínez-Campos en la ciudad de Sagunto. Dos catalanes, Estanislao Figueras y Francisco Pi i Margall fueron dos de sus presidentes, efímeros por muchas circunstancias adversas. El proyecto era el federalismo. Nacieron en Cataluña y ambos murieron en Madrid. El mejor carril de la democracia en España sigue, en todo caso, siendo el federal.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM