El presidente de la Generalitat se ha ido de viaje a EEUU al frente de una delegación de 72 empresas e instituciones a la Bio Boston Internacional Convention, el certamen biotecnológico más importante del mundo. Con esta comitiva y en este cónclave, el presidente catalán intenta colocar a Catalunya, un encomiable objetivo, en el mapa de la biotecnología. Massachusetts es, hoy por hoy, el centro biotecnológico de referencia y las empresas catalanas, con su gobierno al frente, han hecho un esfuerzo por estar presentes, por entablar relaciones comerciales, algunas ya existentes, y el Govern de Artur Mas se ha puesto manos a la obra firmando convenios con las autoridades de Boston que permiten abrir nuevas puertas.

Hasta aquí la realidad. El presidente Mas entusiasmado ayer sacó a relucir ese carácter que se cierne bajo el somos lo que queremos ser. Se olvidó de que somos lo que somos. Artur Mas dijo, ni corto ni perezoso, que Catalunya no es “toros y fiesta” –bien-, que Catalunya quiere “emular el milagro de Massachusetts” –bien-, y que “tengo ganas de asociar Catalunya, como mínimo, con Massachusetts e Israel”. Con esta comparación, el presidente de la Generalitat se quedó tan ancho. Sólo hay algún problema.

Boston dedica el 5,5% de su PIB –datos de 2008- a Investigación y Desarrollo. Catalunya este año dedicará el 1,63%, después de dar un tajo considerable a la inversión en I+D. En los dos últimos años, el presupuesto de investigación se ha reducido en casi un 12%. El de innovación, un 30%. Eso, sin tener en cuenta que en los presupuestos del Estado, el presupuesto en estas partidas ha caído en picado: un 25%. Según los científicos, todo un ejemplo de lo que no se debe hacer si se quiere apostar por el I+D. Algunos científicos incluso van más allá afirmando que Catalunya no le llega ni a la suela de los zapatos a los principales polos de investigación de Europa.

Otro dato a tener en cuenta. Para conseguir ser un polo de atracción tecnológico también debe invertirse en progresión en educación o en sanidad. Los recortes del gobierno catalán en estas materias son espejo de referencia para los “recortadores profesionales” de otros lugares de España. Otro elemento, la inversión privada en alianza con los centros de investigación. Mucho por hacer en este terreno, sin lugar a dudas, con el agravante que lo poco existente ha convertido a Catalunya en un territorio en el que la investigación está desmadejada, con multitud de centros desperdigados y descoordinados.

Artur Mas concluyó su viaje diciendo que “me propongo convertir Catalunya en el Massachusetts de los Estados Unidos de Europa”. Seguramente que los catalanes no somos un ejemplo de “toros y fiesta” pero en chulería y fanfarronería no nos gana nadie. Para que Catalunya sea la Massachusetts de Europa queda trecho, mucho trecho, y sobre todo, el camino que se está siguiendo es el más largo y el más laberíntico. Lo dicho, la arrogancia es atrevida, igual que la ignorancia, y las comparaciones son odiosas.

Toni Bolaño es periodista y analista político