La Cambra de Comerç de Barcelona tiene más voz que dinero para apalancar sus cuotas de influencia en las diferentes instituciones económicas de las que forma parte junto a la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona. Sin embargo, la victoria de los candidatos de la ANC en las últimas elecciones camerales plantea la posibilidad de una conjunción astral del independentismo inédita en este sector. El nuevo presidente, Joan Canadell, a punto de tomar posesión, ya ha anunciado que quiere presidir también Turisme de Barcelona, un cargo que, desde la fundación del consorcio, hace más de dos décadas, ha ostentado Joan Gaspart, por delegación de los sucesivos presidentes del organismo empresarial.

El protagonismo público de la Cambra no obedece tanto al ejercicio de sus funciones, básicamente la promoción de la economía barcelonesa, ni a su fuerza financiera, muy mermada tras anularse la cuota obligatoria, sino al papel otorgado durante décadas por las dos grandes instituciones catalanas. Generalitat y Ayuntamiento de Barcelona, habitualmente enfrentadas pero obligadas, inevitablemente, a buscar fórmulas de colaboración para impulsar diferentes proyectos mancomunados imprescindibles para vitalidad económica de la ciudad y el país, acordaron liberar (en la medida que pudieran) a estos organismos de la tensión política.

La Cambra ha sido el colchón de la sociovergencia, la entente de convivencia en este ámbito económico de socialistas y convergentes del que se dotaron ambos gobiernos para evitar el choque continuado. La Fira de Barcelona y Turismo de Barcelona son los dos grandes buques insignia de este modelo, aunque también se practica en el Port de Barcelona o el Consorcio de la Zona Franca, en menor medida, dada la presencia fundamental en estos dos casos del Estado.

El éxito de la maniobra de la ANC para hacerse con el control de la entidad augura un giro radical al posicionamiento público de la Cambra, tradicionalmente contraria al proyecto independentista. Los planes anunciados por Canadell tienen como instrumento predilecto la consulta al mundo empresarial sobre aspectos diversos, desde conocer el grado de apoyo a la independencia a la predisposición a declarar al Rey persona non grata por su discurso tras el 1-O o a convocar un cierra de cajas contra el Estado. Las elecciones camerales suelen tener una bajísima participación, en esta última edición se quedó en el 4% de los censados, una cifra muy superior a las anteriores convocatorias. De concretarse las consultas, el efecto caja de resonancia sería probablemente el efecto más evidente, al margen del porcentaje de movilización.

El futuro presidente, Joan Canadell, propietario de Petrolis Independents, una modesta red de gasolineras que practica la soberanía fiscal (paga sus impuestos a la agencia catalana), anunció desde el primer momento que su objetivo era propiciar la independencia cuanto antes y hace unos días se felicitó de la victoria de ERC en las municipales de Barcelona, porque “no entenderemos mejor que con el gobierno que había hasta ahora”. Esta sería la consecuencia práctica más evidente del cambio de presidencia en la Cambra: la modificación del equilibrio institucional en los consorcios promocionales.

La alineación política de Cambra, Ayuntamiento y Generalitat aportaría un margen de maniobra muy notable para el independentismo en un sector en el que siempre ha sido muy minoritario. Este es el temor del establishment económico, representado singularmente por las 14 grandes corporaciones que financian buena parte de la actividad de la cambra tras la caída de las cuotas generales. El resto de ingresos proviene, esencialmente, del Estado y de Europa.

De materializarse la opción de Ada Colau de seguir en la alcaldía y conformar un gobierno con el PSC, la coincidencia total se rompería, pero ganaría fuerza el temor a que la promoción económica de la ciudad en materia tan sensible como el turismo o la proyección internacional a través de la Feria se convierta en un campo de batalla político. Al desaparecer el colchón amortiguador, al pasar el árbitro a jugar con uno de los equipos, las probabilidades de parálisis de estos consorcios aumentarían notablemente.

El cambio en la Cambra, que se materializará el 17 de junio, después de que esta semana se haya completado la designación de todos los integrantes del pleno, podría tener efectos colaterales. El más significativo, su papel en ASCAME, la asociación de cámaras del Mediterráneo, que reúne a más de 250 cámaras de 23 países y es una interlocutora privilegiada de la UE en el desarrollo económico de las dos orillas mediterráneas. La secretaría general de esta entidad reside en la Cambra de Barcelona, que además representa en la organización a todas las españolas. Este rol es ambicionado desde el primer día por diferentes cámaras españolas y francesas, muy pendientes del relevo del actual presidente Miquel Valls.