El Gobierno de España, a través de la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, anunció el miércoles la suspensión el plan que ampliaría el Aeropuerto de El Prat acordado con la Generalitat. La titular del ramo advirtió que el Ejecutivo “no puede mantener las previsiones” de la inversión de 1.700 millones de euros de la obra. Un revés que el independentismo ha interpretado como un “chantaje”, según las palabras del president de la Generalitat, Pere Aragonès.

La paralización del proyecto ha caído como un jarro de agua fría en la espalda del independentismo que, toda vez se anunció su suspensión, salió en tromba contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez, sobre todo desde Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). El president de la Generalitat tachó de “chantaje” la maniobra de Moncloa y acusó al Gobierno de no querer invertir en Cataluña.

“Ha quedado patente lo que se sospechaba desde el primer minuto: que el Gobierno español y Aena han hecho una operación de chantaje y que nunca han tenido voluntad de invertir en Cataluña ni de hacer del Aeropuerto de El Prat un hub internacional”, manifestó el president catalán a través de Twitter.

Aragonès deslizó que la Generalitat buscaba la concreción desde el consenso entre ambas administraciones la fórmula para ampliar la infraestructura aeroportuaria, lo que, a su juicio, ha provocado que el Gobierno de Pedro Sánchez se haya “echado atrás”.

El portavoz de Esquerra Republicana en el Congreso, Gabriel Rufián, siguió la línea marcada por Pere Aragonès y adujo, a través de Twitter, que la suspensión del plan de ampliación aeroportuario no era una inversión, sino un “chantaje” de la Administración de Pedro Sánchez a Cataluña.

También el líder republicano ,Oriol Junqueras, apuntó hacia el Gobierno, más concretamente hacia la facción socialista del mismo. Acusó al Ejecutivo de presentar el plan de ampliación “a sabiendas” de que la Comisión Europea “no se lo permitiría por contravenir directivas comunitarias”, con la intención de “poder culpar a la Generalitat” cuando ésta no prosperara.

En una entrevista concedida al diario El Periódico, Junqueras censura que el Gobierno ha puesto “en un compromiso” a las formaciones políticas que “actúan responsablemente”. “Ningún país podrá disfrutar de un progreso social y económico si no dispone también de garantías de su calidad y diversidad ambiental y de sus espacios naturales”, deslizó antes del anuncio formulado por la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.

Se dispara la tensión a una semana de la Mesa

El anuncio de la suspensión y la consiguiente reacción del independentismo han elevado los niveles de tensión a cotas máximas a una semana de la celebración de la Mesa de diálogo. Este encuentro supone uno de los asuntos puntales del inicio del nuevo curso político, pero se ha complicado más de lo que se había previsto.

Tras varias semanas con las aguas calmadas, la tensión entre el Estado y la Generalitat se puede cortar con un cuchillo, en parte provocada por las tiranteces entre ambas administraciones en la concreción de fechas, asistentes y agenda de la Mesa de diálogo. La incertidumbre se ensancha a raíz del anuncio de la responsable de Transportes de suspender la el plan de ampliación de El Prat.

Por el momento, según apuntan desde El País, ninguna de las dos delegaciones prevé derrumbar los puentes erigidos hasta la fecha. Nadie se plantea no acudir a la cita o, en su variante más laxa, retrasar la misma, prevista para el jueves o el viernes de la próxima semana. Tanto el Ejecutivo central como la Generalitat, con ERC a la cabeza, se han puesto manos a la obra para salvar la reunión. Entre tanto, la segunda cabeza del Govern, Junts, se mantiene anclado en su escepticismo.

Sin embargo, a una semana del encuentro, aún no hay nada cerrado. Las conversaciones están lejos aún del final y faltan varias incógnitas por resolverse, como la presencia o no de Pedro Sánchez. El independentismo ha exigido la presencia del presidente del Gobierno en la primera toma de contacto, condicionando en gran medida la negociación.

Según El País, desde el Gobierno de Sánchez insisten en que ellos tienen la mejor voluntad de cara a una cita que estiman trascendental, pero rechazan que el foco del debate se sitúa en la presencia o ausencia del jefe del Ejecutivo, siendo éste el punto que separa a ambas delegaciones.

El equipo de Sánchez, según esta información, evita por todos los medios que el asunto catalán cope los titulares en este reinicio de curso. No obstante, ERC supone un aliado sustancial en materia de Presupuestos y las diversas votaciones en la Cámara Baja, por lo que esta reunión no puede traducirse en un fracaso. Por este motivo, desde el Ejecutivo central y desde el catalán se mantiene la confianza de que, tras la Diada, las negociaciones adquieran velocidad de crucero y se cierre, finalmente, la agenda, la fecha y los asistentes en los instantes finales del proceso.