El español del año... Lejos quedan los tiempos en que ABC nombraba a Jordi Pujol español del año. Lejos quedan también aquellas épocas en que no se entendía la estabilidad política española sin un acuerdo con el "president". Lejos quedan los días en que de forma entre cómplice y cobarde, el que más y el que menos -casi todos los que estaban cerca del poder- sabía y sospechaba que NADA se hacía en Cataluña sin la participación, el concurso y el permiso del gran jefe.

Jordi Pujol reconocía el pasado julio que ha tenido desde hace décadas una fortuna en bancos extranjeros. Una fortuna que, lejos de la versión inicial explicada, ni tiene un origen justificable, ni parece ser fruto exclusivo de una herencia o tener una explicación en un dinero familiar, sino más bien en una "trama" familiar.

Una generación que no tuvo reverencia, ni mucho menos miedo, al president
Nací en 1979, es decir, no formo parte de la generación que le tuvo ni reverencia, ni mucho menos, miedo al "president". No todos pueden decir lo mismo y eso explica muchas de las cosas que han pasado y están pasando en Cataluña, un país que, también por el caso Pujol, muestra síntomas de fatiga y decadencia generalizada.

Sí que soy de una generación que siempre ha pensado que más allá de las siglas, de las ideologías y de los partidos, en mi país las cosas se han manejado entre unos cuantos -entre los que parece encontrarse también el padre de Artur Mas, sin que ello signifique nada del president, quede claro-, que entre sonrisas, miradas cómplices y acuerdos clandestinos, decidieron contruir "su país" de forma paralela a la que le explicaban a los catalanes una versión oficial de Cataluña que nada tenía que ver con a realidad.

El caso Pujol es un síntoma más, no es la enfermedad. La enfermedad de Cataluña radica en la forma de tratar los temas, de explicar algunas cosas, de insinuar "ataques extranjeros", espionajes del CNI, confabulaciones... El caso Pujol es lo que es: le demostración de que el president, lejos de ser un heroe que quiso levantar su país -sin dejar de reconocer que hizo cosas bien-, era el "gran jefe", y ahí me quedo.

Alejados de "esta" España y también de "esta" Cataluña
Soy de una generación que debería sacar sus propias conclusiones. Que más allá de los elementos identitarios, debe y merece destarrar a tantos y tantos que bandera en mano escondieron cartera en bolsillo. En estos tiempos convulsos, en los que muchos catalanes se sienten alejados de España por motivos que no vienen al caso, creo que el caso Pujol no viene más que a demostrar que muchos catalanes se sienten alejados de "esta" España y también de "esta" Cataluña, igual que muchos ciudadanos del resto del Estado, se sienten lejos de la España en la que vivimos.

Ojo, ni hay soluciones mágicas, ni mesías, ni atajos. Debemos actuar con calma, con reflexión y con inteligencia. No fiarnos de las fórmulas milagrosas ni tampoco, quede claro, de los que dicen que la solución es resignarse.

Soy de una generación de catalanes y catalanas que quiere dejar atrás a los Pujol y decir alto y claro que ni compartimos, ni creemos, ni seremos cómplices de esa Cataluña "oficial" que algunos nos han vendido mientras la "real" siga silenciada y pasándolo mal.

En momentos en los que tan de moda está el hablar de independencia, algunos reclamamos que nos expliquen qué Cataluña quieren, dentro o fuera de España, pero cuál. Mucho me temo que algunos tienen más claro cómo seguir viviendo de hablar de una posible independencia que no de explicar el país que debemos contruir entre todos. Pujol ya hizo muy bien aquello de amortiguar el mal olor de las cloacas con el ruido de la reivindicación permanente. No dejemos que vuelva a pasar...