La sangre pudo haber llegado al río, pero el PP andaluz logró pararla a tiempo. El enfado mayúsculo de Vox con Pablo Casado por los ataques a su líder llegó a poner en peligro la convalidación este jueves por el Parlamento autonómico del decreto de rebaja de impuestos aprobado por el Gobierno semanas atrás y sin duda la medida política de mayor trapío entre las aprobadas durante sus tres meses de mandato.

Como se sabe, tras los pésimos resultados del 28-A, Casado acompañó esta semana su desesperado giro al centro con un fiero ataque a Abascal, al que acusó de cobrar de “chiringuitos” y vivir de “mamandurrias de alguna comunidad autónoma", al tiempo que se dejaba de paños calientes y calificaba a Vox de “partido de extrema derecha”.

Lío en el sur

El órdago del presidente nacional del PP metía en un verdadero lío al Gobierno de Juanma Moreno, que tras las elecciones municipales del día 26 llevará al Parlamento la Ley de Presupuestos, para cuya aprobación le son imprescindibles los 12 votos de Vox.

Los buenos oficios de la gente de Moreno lograron aplacar la ira ultra, cuyo portavoz Alejandro Hernández había exigido por la mañana a Casado una rectificación formal como condición para aprobar los Presupuestos andaluces.

Al mismo tiempo que intervenía en el Pleno del Parlamento la diputada de Vox Ángela Mulas en medio del suspense sobre cuál sería el voto de su grupo ante el decreto de rebajas fiscales, el consejero de Presidencia y hombre fuerte del Gobierno andaluz Elías Bendodo convocaba de urgencia a los periodistas para adelantarles que Vox votaría favorablemente el decreto.

El cambio es cosa de tres

El hecho de que Bendodo supiera qué iba a hacer Vox indica que había habido conversaciones previas del Gobierno o del PP con ellos. El pacto para amansar a Vox incluyó este peaje: una declaración de Bendodo, luego trasladada a los medios en una nota oficial, en la que el consejero dejaba claro que “el cambio en Andalucía está sustentado en tres patas, los dos partidos que conforman el Ejecutivo regional y Vox, que apoyó la investidura del presidente”.

El también portavoz del Gobierno recalcaba que “el cambio en Andalucía es cosa de tres” y se felicitaba de que Vox fuera a apoyar el decreto ley de rebajas fiscales. Y así sucedió finalmente por la tarde cuando llegó la hora de votar, y ello a pesar de que la diputada Mulas se había mostrado muy crítica con un decreto que Vox considera excesivamente timorato.

Ciudadanos recula

La proclamación oficial de que el cambio andaluz “es cosa de tres” deja en una posición poco airosa a Ciudadanos, que desde la investidura de Moreno ha venido insistiendo machaconamente en que tal cambio era únicamente cosa de dos, ellos y el PP.

Este jueves, el líder andaluz de Ciudadanos y vicepresidente del Gobierno se mostraba bastante menos desdeñoso con Vox de lo que viene haciéndolo desde hace meses. Marín dijo “no compartir en absoluto” la calificación de extrema derecha utilizada por Casado para definir a Vox.

La táctica de pasarle a Vox la mano por el lomo ha funcionado para sacar adelante el decreto fiscal, pero sigue en el aire la posición que adoptará el partido ultra cuando llegue el debate de Presupuestos. Su portavoz Hernández la supeditó a una “rectificación” de Casado, pero lo cierto es que este no ha mostrado voluntad alguna de enmendarse.

Casado, en lo suyo

¿Enmendarse? Más bien todo lo contrario. Esta misma tarde, en su cuenta oficial de Twitter, el líder nacional del PP volvía a las andadas: “De cara a las elecciones europeas –escribía– Vox tendrá que explicar a los españoles que no respetan la Unión Europea, no apuestan por la política agraria común, ni por los fondos de empleo juvenil y que están al lado de los populistas como Jean-Marie Le Pen”.

Para acabar de arreglarlo, Casado rescataba este tuit inequívocamente franquista del ultra francés tras conocerse los resultados electorales del domingo: “España, una, grande y libre ¡Arriba VOX!”.

A Casado parece que nadie le hubiera informado de los apuros en que está poniendo al primer Gobierno andaluz de derechas con esos reiterados ataques a Vox con los que intenta hacer creíble su apresurado regreso al centro político.

Marejadilla, no maremoto

Lo llamativo de la situación es que mientras Moreno y el PP andaluz intentan por todos los medios blanquear a Vox, el presidente nacional del partido sigue haciéndole la guerra por su cuenta, por completo ajeno a esta advertencia del portavoz ultra Alejandro Hernández: “Con los incumplimientos del pacto firmado y con la ofensa de Casado están echando gasolina a un fuego que está alcanzando unas dimensiones lo suficientemente importantes para que ahora no estemos en disposición para sentarnos a negociar ni con el PP-A ni con Cs".

Aun así, que haya marejadilla en las relaciones de Vox con el Gobierno andaluz no significa que tal oleaje vaya a traducirse en el maremoto que supondría tumbar los Presupuestos.

La Ley de Presupuestos son palabras mayores, y la celeridad con que populares y ultras andaluces han resuelto la mini crisis provocada por la bisoñez de Casado indica que el engranaje entre ambos partidos está mucho mejor engrasado de lo que los ataques casadistas podrían dar a entender.