Como viene siendo habitual, la sesión parlamentaria de control de este jueves al presidente de la Junta ha tenido dos bloques bien diferenciados, tanto que cada uno requiere su propia crónica también diferente: la sesión de control propiamente dicha, que han protagonizado Inmaculada Nieto por Adelante y Susana Díaz por el PSOE, y la ‘sesión de jabón al presidente’, que ha sido cosa de Vox, Ciudadanos, el PP… y el propio presidente.

Abrió el fuego parlamentario con la consabida munición de fogueo el portavoz de Vox, Alejandro Hernández, que volvió a dejar constancia de su obsesión ante la “llegada masiva de inmigrantes”, aunque dejando bien claro –excusatio non petita…— que no iba a hacer un discurso “racista ni xenófobo”, sino todo lo contrario, inspirado en “los valores del humanismo cristiano”, para el cual “todo lo que sea ayudar al prójimo es una obligación moral”.

Ser o no ser (prójimo)

No aclaró Hernández si el prójimo de izquierdas en general y el que se dedica al cine, la televisión y la literatura en particular merecen estar cobijados bajo el paraguas del humanismo cristiano, pues a todos ellos los acusó bien de “silenciar” los padecimientos de tantos andaluces que sufren en sus carnes las consecuencias de la presión migratoria, bien de ofrecer “una visión distorsionada” de Lo Que De Verdad Está Sucediendo en las costas cristianas.

A tales costas, informó Hernández, no cesan de arribar “personas muy alejadas de nuestros principios y cultura y no tienen como objetivo subsumirse e integrarse en nuestra sociedad ni asumir las obligaciones como cualquier otro ciudadano”. Además de rojos y culturetas, pues, tampoco moros y negros lo tienen fácil para acceder al estatuto de prójimo. Menos mal que hablaba el portavoz ultra revestido con los “valores del humanismo cristiano”, que si llega a hacerlo a pelo…

Preguntado en particular por el cumplimiento del punto del acuerdo presupuestario de PP, Cs y Vox que instaba a la Junta a firmar un convenio con el Ministerio del Interior para controlar la inmigración irregular, el presidente Juan Manuel Moreno dijo que su Gobierno está firmemente decidido a cumplir ese compromiso, pero, ¡lastima!, se ha encontrado con que el Ministerio del Interior no le hace caso.

Hasta tres veces, reveló el presidente, el esfrozado consejero de Presidencia Elías Bendodo ha llamado a las puertas de Interior, pero todo ha sido en vano. La respuesta del Gobierno social comunista ha sido "el silencio", y eso que, aunque “la llegada de inmigrantes ha disminuido por la pandemia”, muchos de los africanos contagiados “han desparecido sin control”. ¿Y por qué? Pues porque el Gobierno de España no ha hecho "nada para evitarlo", naturalmente.

Hermano Juanma, hermano Sergio

El siguiente protagonista del bloque de la sesión de control reconvertida en ‘sesión de jabón’ fue el portavoz de Cs Sergio Romero, que alertó a la Cámara de “no caer en la trampa del juego” que se trae entre manos el malvado Pedro Sánchez.

¿Y cuál es exactamente ese juego? La opacidad de la Moncloa quedaba al descubierto merced a la clarividencia de Romero: se trata de “un juego del que nadie conoce las reglas, donde los plazos se agotan para los participantes, que son las comunidades autónomas, y donde las preguntas se contestan con silencios o medias respuestas".

El presidente del Gobierno español, desveló con agudeza diabólica Romero, “no es capaz de generar ninguna certeza”; de hecho, su conducta ha venido a desencadenar todo "un incendio que deja lo verdaderamente importante sepultado bajo el debate estéril".

De la pandemia, dijo el diputado, “está claro que ni hemos salido más fuertes ni estamos en una nueva normalidad", sino que permanecemos atrapados en "una nueva realidad muy dura, durísima". El doctor Romero no pareció tener en cuenta que su descarnada radiografía venía a contradecir el plácido panorama que, según el presidente, se da en Andalucía, con tasas de Covid-19 muy por debajo de la media española.

Tras su estremecedor diagnóstico, Romero aún tuvo tiempo para sacar la olorosa pastillita de Heno de Pravia y enjabonar delicadamente la espalda de Moreno, a quien pidió que, al contrario de quienes solo piensan en “tácticas de partido”, siga humildemente “llamando a las puertas de todos y manteniendo sus puertas abiertas para todos". ¡Eso sí que era humanismo cristiano, y no el de Hernández!

Y por si alguien no le había entendido bien, el hermano Sergio dirigió esta bella admonición al abad Juan Manuel: apartad de vos, le dijo, “cualquier capricho ideológico y cualquier gasto superfluo para enfocarnos en lo importante y no convertirnos en aquello que combatimos". A quien, escuchándolo desde la bancada conservadora, no se le saltaran las lágrimas es que no tenía corazón.

Clichés criminales

La traca jabonosa final vendría de la mano del portavoz popular, José Antonio Nieto, cuya interpelación dio pie al presidente para presumir de que el próximo 16 de octubre la Junta pagará 850 millones de euros del 70% de adelanto de la PAC de 2020 a 208.000 agricultores y ganaderos. Quienes no estuvieran al tanto de qué cosa sea esa de la PAC (Política Agrícola Común ) no habrían caído en la cuenta de que los 850 millones los paga, ¡ejem!, Bruselas, no Moreno.

Más allá de la anécdota contable, la intervención de Nieto también fue una severa impugnación de las políticas de izquierdas, cuyos “clichés” identifican a los agricultores andaluces como “los grandes contaminadores de Andalucía”, además de “unos desaprensivos, explotadores y esclavistas".

Lanzado sin frenos en plan catedrático de Geografía Humana, Nieto remató: "Esos clichés de la izquierda han hecho un daño tremendo a la imagen de la agricultura". El portavoz no citó bibliografía ni mencionó las fuentes académicas donde bebe su sabiduría. 

Y así vino a ser más o menos la sesión de jabón. Quédese para mañana la sesión de control propiamente dicha, donde Inmaculada Nieto y Susana Díaz hicieron lo que pudieron, que no fue mucho porque al presidente le resbalaban bastante –nunca mejor dicho– las preguntas de ambas.