¿Es lo mismo que a un partido lo llamen de ultraderecha, fascista, nazi o heredero del franquismo? Vox piensa que es igual de insultante, ofensivo e injusto.

Su portavoz, Alejandro Hernández, ha anunciado hoy que su partido no volverá a poner los pies en el Parlamento mientras la presidenta de la institución, Marta Bosquet, siga consistiendo que otros diputados digan tales cosas de Vox.

Con este argumento ha justificado Hernández la decisión de su grupo de no acudir al Parlamento. El portavoz ha perdido hoy los papeles en el Pleno al negarle Bosquet la palabra mientras la tenía la diputada socialista Susana Díaz.

La formación ultra ha dicho que no volverá al salón de plenos, no participará en debates ni votaciones y no formulará preguntas al Ejecutivo. Es poco probable que mantenga mucho tiempo su amenaza, pues de hacerlo el Gobierno andaluz no podría aprobar los Presupuestos, dado que los votos de la izquierda superan a los de la derecha en ausencia de Vox.

La alusión de la expresidenta socialista a Vox como “herederos del franquismo” –y un partido, ha dicho Díaz, con el que ha pactado el PP mientras reprocha al PSOE haber pactado con Bildu– ha encendido a Hernández, que se ha marchado airado del hemiciclo tras un “a tomar por culo” que han recogido las cámaras y los micrófonos del Parlamento. El resto de diputados de Vox se han ido también.

Puño de hierro y mandíbula de cristal. La reacción escadalizada de Vox ante lo que le dicen sus adversarios contrasta con la manga ancha ante las cosas que su líder, Santiago Abascal, dice de ellos.

Para muestra valgan estas dos frases del presidente nacional del partido: "La guerra civil la provocó un partido que sigue existiendo actualmente con las mismas siglas: el Partido Socialistas Obrero Español" y "Franco era un personaje histórico al que aman muchos españoles y odian otros muchos. Hay que asumir la historia sin resucitar los odios".

"Estamos cansados ya de que se insulte no ya al grupo parlamentario, sino a los millones de andaluces y de españoles que nos votan. Cuando se nos llama ultraderecha, fascistas o nazis, lo que se busca es privarnos de una legitimidad democrática que es indiscutible conforme a nuestras leyes y Constitución", ha explicado Hernández.

Según el macrobarómetro de marzo 2019 del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 52,8 por ciento de los ciudadanos considera que Vox es una formación de extrema derecha y lo coloca en una posición de 10 en una escala en la que 1 es izquierda y 10 es derecha. 

El porcentaje de quienes creían que el partido de Santiago Abascal estaba en la extrema derecha se elevaba hasta el 65,8 por ciento si se tenía en cuenta el 13 por ciento de respuestas que le daban a Vox un 9 en esa escala de clasificación ideológica.