Cuando comenzó el ruido político y mediático en torno a Macarena Olona por su empadronamiento presuntamente fraudulento para poder concurrir a las elecciones autonómicas del 19 de junio, los socialistas andaluces se inclinaban por presentar un perfil bajo en la polémica, rehuyendo el cuerpo a cuerpo con la diputada ultra, convencidos de que cuanto más ruido más votos para Vox.

Aun así, ayer el secretario de Organización del PSOE-A, Noel López, lanzó una primera andanada contra Olona para exigirle “respeto a los andaluces” y llamarla directamente “ocupa”, en alusión a que la candidata se empadronó en noviembre pasado en la localidad granadina de Salobreña, pero no es su residencia habitual. En realidad, ni siquiera es su vivienda ocasional, como ha constatado la Policía Local y saben los vecinos de ese inmueble que en realidad es propiedad del presidente de Vox en Granada, Manuel Martín.

Argumentan en privado los socialistas que Vox y su electorado más fiel se sienten cómodos chapoteando en charcos como este del empadronamiento. Sus dirigentes ni siquiera se sienten en la obligación de dar explicaciones: les basta, como hicieron ayer, con acusar a sus adversarios –“están aterrorizados con mi candidatura”, dijo Olona– de conjurarse para impedir por todos los medios que la diputada alicantina por Granada encabece la candidatura andaluza.

El PP comparte con el PSOE el temor a que el incidente del padrón beneficie a Vox, pero se muestra muchísimo más cauto en sus comentarios sobre Olona. El presidente del PP y de la Junta, Juan Manuel Moreno, se limitó a decir que “por una cuestión administrativa, no me gustaría que se dejase fuera de la lista a una candidata de un partido determinado”.

Muy distinta fue, en cambio, su reacción cuando Podemos no pudo inscribirse en la coalición Por Andalucía al llegar con 15 minutos fuera del plazo prescrito por la ley. Lo que para los morados fue un mero tropiezo “administrativo”, para el presidente de la Junta fue un síntoma del fracaso del “experimento” de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, que habría "naufragado de una manera esperpéntica” al incumplir Podemos el plazo de inscripción.

La extrema cautela con que Moreno mide sus palabras sobre Vox se inscribe en la estrategia de los populares de, por una parte, no irritar a esa franja de votantes de Vox que confía en recuperar de nuevo para el PP y, por otra, no enfadar demasiado a unos dirigentes ultras a los que puede necesitar de nuevo para ser presidente de la Junta.

En San Telmo no acaban de fiarse de las encuestas que auguran un triunfo de Moreno equiparable al obtenido por Isabel Díaz Ayuso hace un año en Madrid. Y no les faltan razones para desconfiar: sondeos como el Electopanel, que clavó los resultados de Castilla y León, rebajan mucho las expectativas de Moreno, que lograría poco más de un empate con el socialista Juan Espadas y tendría que apoyarse en Vox para renovar mandato.

También el vicepresidente de la Junta y candidato de Cs, Juan Marín, se ha mostrado indulgente con la triquiñuela de Olona: “Quiero que sea la candidata de Vox, espero que lo sea”. Su reacción contrasta igualmente con lo dicho sobre la fallida inscripción de Podemos: “Es lamentable el espectáculo de estas características, ya que se llevan un tiempo negociando para ir en confluencia y a última hora cometen errores de principiante y de patio de colegio”.