Cantabria: el PP pide ayudas directas e inmediatas para la hostelería.

Castilla y León: PP y Cs rechazan en las Cortes el plan de ayudas directas a la hostelería propuesto por el PSOE.

Andalucía: el Parlamento aprueba, con el voto en contra del PP y Cs y la ausencia de Vox, una proposición no de ley presentada por el PSOE para destinar 250 millones de euros en ayudas directas a la hostelería y la restauración.

España: el Congreso rechaza la propuesta de PP, Vox y Cs para destinar 20.000 millones con ayudas directas a fondo perdido a empresas turísticas afectadas por la crisis provocada por la pandemia de Covid-19.

Son cuatro ejemplos, pero los hay a decenas. Izquierda y derecha se intercambian los papeles según estén en el gobierno o en la oposición. El beneficiario directo acabará siendo Vox: la bandera en la que los ultras han grabado la leyenda ‘Todos son iguales menos nosotros’ convence y emociona cada día a más gente.

A propósito del Diluvio Universal

Puede que el PP empezara primero, pero hoy él y PSOE actúan desde la oposición como aquellos agricultores de las tierras altas que, cuando se desató el Diluvio Universal, se frotaban las manos viendo cómo se anegaban los cultivos de la llanura y calculando torvamente cuánto subiría el precio de sus productos una vez que escampara. ‘Le creí caza y era trampa’, dice el refrán andalusí.

El juego sucio de la deslealtad institucional ha acabado contaminando al Partido Socialista, cuyo modelo de oposición ha dejado básicamente de diferenciarse del practicado por la derecha allá donde no gobierna.

Haber convertido una batalla que era puramente sanitaria en una batalla cínica y descarnadamente política es mérito personal de Casado y responsabilidad colectiva de quienes le aplauden, pero los socialistas que están en la oposición no estaban obligados a imitarlo.

Nos lo preguntábamos a finales marzo y nos lo preguntamos a mediados de diciembre: ¿No hay en los partidos ningún cráneo privilegiado capaz de entender que lo que ahora toca es suspender provisionalmente las hostilidades, que son la sal del guiso democrático en tiempos de paz pero el vinagre que lo arruina en tiempos de guerra?

Ideología vs. epidemiología

El Gobierno central y los autonómicos tienen un ojo puesto en la pandemia y el otro en la propaganda: con no pocos errores aunque no mucho mayores que los cometidos en otros países, están gestionando la pandemia como buenamente pueden. Lástima que están tan obsesionados con la eventualidad de que la oposición pueda tomar ventaja electoral a su costa.

Mientras, la oposición pide gastar a manos llenas y no cesa de rebuscar los fallos, olvidos y errores de unos gobiernos a los que los partidos de la minoría están obligados a fiscalizar severamente en tiempos de normalidad, pero con los que deberían mostrarse más indulgentes en estos difíciles tiempos de anormalidad sanitaria y económica.

La contención inicial del Partido Socialista en Andalucía, los elogios de Más Madrid al alcalde Martínez-Almeida o el talante ecuménico con que este afrontó los primeros compases de la pandemia, todo eso fue flor de un día: verduras de las eras.

Pronto la ideología se impuso a la epidemiología, aunque con consecuencias bien diferentes que el Partido Socialista no parece entender: el juego desleal le da votos a la derecha cuando lo practica, pero se los quita a la izquierda la imita. ¿La derecha juega entonces siempre con ventaja? No siempre: solo casi siempre.

¿Quién vencerá, la ideología o la epidemiología? Puede que venza esta última, pero cuando lo haga quizá sea demasiado tarde. Dice hoy Rodrigo Rato desde la cárcel en una entrevista, firmada por Carmen Morodo, que publica La Razón: “Cuando la política se estropea, lo demás también”.