De nuevo viene José Mota en nuestro auxilio para ayudarnos a explicar las singularidades de lo sucedido ayer en el Pleno de los presupuestos que el Parlamento andaluz aprobará definitivamente este jueves.

Cabe igualar el comportamiento del PSOE y Por Andalucía, pero sería muy difícil superarlo: no pudieron presentar sus enmiendas al presupuesto de 2023 porque ¡se les pasó el plazo! creyendo que acababa el 19 de diciembre a las 14 horas aunque en realidad había concluido dos horas antes, tal y como publicó puntualmente en su día el Boletín Oficial del Parlamento. Como diría Mota: “No te digo que me lo mejores, iguálamelo”. 

Dado que no había unanimidad de todos los grupos, que es la condición necesaria para que las dos formaciones de izquierdas pudieran presentar de viva voz sus enmiendas en el transcurso del Pleno, el PP se inventó sobre la marcha una extravagante pirueta consistente en ¡presentar por su cuenta las enmiendas de PSOE y Por Andalucía que estos habían renunciado a tramitar!, lo que le valió al portavoz popular Toni Martín esta recriminación del estupefacto presidente de la Cámara y compañero de partido Jesús Aguirre: “¡Me estáis liando! ¡Vaya follón que habéis montado!”. De nuevo Mota en escena: “No te digo que me lo mejores, iguálamelo”. 

En realidad, la inmensa mayoría de las más de las 1.300 enmiendas de la oposición fueron rechazadas en la Comisión de Hacienda del Parlamento, como era previsible. Las pocas que quedaron en pie eran presupuestariamente irrelevantes y políticamente poco comprometedoras, aunque en último término la mayoría absoluta del PP las habría tumbado sin problema de haber llegado al Pleno, utilizando para ello el legítimo rodillo parlamentario que su líder Juan Manuel Moreno dice desdeñar, encantado con su pose de presidente humilde decidido a no abusar de su soberbia mayoría absoluta.

¿Por qué, entonces, optó el PP por presentar unas enmiendas que la propia oposición ya se había resignado a no tramitar después de habérsele pasado -ver para creer- el plazo para hacerlo? Tal vez por estas dos razones: la primera, evidenciar el grado de descomposición y falta de liderazgo en el PSOE y Por Andalucía; la segunda, seguir presumiendo de lo guay que es Juan Manuel Moreno, quien, pudiendo rechazar todas las enmiendas de la oposición, está dipuesto a aprobarles un puñado de ellas incluso contra su voluntad. ¿Dónde se ha visto que el líder de la mayoría dé a las minorías un trato mejor del que ellas se dan a sí mismas?: “No te digo que me lo mejores, iguálamelo”. 

Lo sucedido esta semana en el Parlamento pone de manifiesto que las dos formaciones de la izquierda con grupo propio -PSOE y Por Andalucía- se conducen como pollo sin cabeza. En Por Andalucía son pocos pero no pueden estar peor avenidos; de los cinco que salieron elegidos, tres son de Podemos pero no pintan nada y dos son de Izquierda Unida pero lo que pintan son rayas en agua. En el PSOE son 33 y no se llevan mal, pero porque están más muertos que vivos y los difuntos suelen ser gente inclinada al sosiego.

La oposición de ambos grupos es errática, infructuosa y poco convincente. ¿Por qué? Resumiendo mucho, seguramente porque no han logrado recuperarse de la violenta conmoción sufrida el 19 de junio, cuando ambos registraron unos resultados electorales absolutamente catastróficos: “No te digo que me lo empeores, iguálamelo”.