Los informáticos como yo sabemos lo que es estar asediados por la responsabilidad y presionados por múltiples interlocutores mientras, con una mano a la espalda, somos criticados por todo aquello que falla en el mundo de la tecnología sea o no sea competencia nuestra. Que un día toca un ataque masivo a los servidores de Microsoft o Google y no se pueden mandar correos a algunos de nuestros clientes, ya saben a quién le llegan los gritos.

En el momento político actual se ha caído en ese mal hábito, echar la culpa con especial vileza contra quien trabaja por arreglar el problema. Sobran promesas desproporcionadas, casi rozando lo imposible, por improbable o impracticable, o porque en el fondo no se tiene voluntad de llevarlas a cabo. Quienes nunca se van a ver en la posición de afrontar la tarea de conceder la luna pueden prometerla en elecciones pues saben que no van a tener que entregarla.

Las negociaciones para formar gobierno han sido áridas y duras. Mientras el PSOE ponía sobre la mesa propuestas realizables y claras, rebajando exigencias a cada paso, tratando de ceder por el bien del acuerdo, es negado porque la otra parte alega que eso no se ajusta a lo que habían prometido a sus votantes y militantes. Y es aquí donde se descarga de toda responsabilidad el dirigente de Podemos por no poder dar la luna a los suyos como les había prometido. Con un resultado electoral que los puso como cuarta fuerza parlamentaria, y muy lejos de representar a una amplia mayoría de la sociedad, alega que no son ellos responsables de tener que rebajar sus expectativas, sino que el PSOE es el problema.

Podemos prometió coalición en campaña, pero se quedaron lejos de ser segunda o tercera fuerza en el Parlamento, lejos de sumar mayoría absoluta con el PSOE, y se insiste que si no se cumple esta promesa electoral, es culpa de Pedro Sánchez. Tenía que ser coalición sí o sí, hasta hicieron una consulta de las suyas para reafirmarse en una posición insostenible, por inamovible, con los resultados electorales que obtuvieron. ¿Se imaginan que el PSOE hubiera hecho una consulta similar a sus militantes?: ¿Desea coalición con UP o un gobierno en solitario del PSOE con nuestro programa?, me hace esa pregunta mi partido y les contestaría amablemente que a qué juegan, ¿queremos o no queremos acuerdo?. Aun así, avanzadas las negociaciones, el PSOE acepta la coalición, una opción difícil, pero no fue suficiente, y aquí estamos de nuevo en campaña electoral.

Con estos antecedentes es con los que llegamos al momento actual en el que presenciamos esta feroz crítica que recibe el único partido capaz de formar gobierno, el PSOE. Es importante recordarlo: ningún otro partido de este hemiciclo tan mediático se ha propuesto para esta tarea. Pero el principal obstáculo para conformar un gobierno, según ellos, es este partido socialista. ¿Y saben por qué le atacan tanto? Porque saben que son los que tienen verdaderamente la capacidad de hacer algo. Es muy tópico ver a tanto compatriota de la fauna política comportarse como el dicho popular ese que dice que mientras uno trabaja, dos miran y tres critican.

Hacer política de izquierdas, para Podemos, es no hacer nada verdaderamente constructivo cuando llegan las grandes decisiones. Y no lo pueden evitar, ellos mismos se han encorsetado tanto con sus palabras y su exceso de superioridad ideológica, que difícilmente pueden renunciar a algo cuando se sientan a negociar. Además, desde Podemos se actúa y se critica a los demás como si fuera una fuerza cohesionada, coherente y sin contradicciones. Si en partidos tradicionales con larga trayectoria hay distintas líneas y posiciones, en una confluencia de tantas fuerzas políticas como es Podemos, hay aún muchas más. Y para remate de su situación, acusan una importante bajada de votos cita electoral tras cita electoral. Hasta Pablo Iglesias trata de defenderse alegando que pondría a disposición del partido su cargo. El pegamento que les une está fallando.

Será interesante ver cómo se distribuye el voto tras este desencuentro entre PSOE y Podemos, pues es una cuestión sobre la que los ciudadanos van a tomar partido y estas elecciones tendrán una lectura importante a este respecto. Como se espera movimiento, tanto a izquierda como a derecha, los resultados confiamos que disten bastante de dar cifras similares a las de abril. Yo espero que, a pesar de todo, para la siguiente legislatura todos tengan la lección aprendida, y se superen muchos de los obstáculos que han impedido la consolidación de acuerdos. Toca ser más pragmáticos, un poco de medicina electoral puede ser de gran ayuda para poner a cada cual en su sitio. Ojalá.