Ella es mi hermana, era enfermera y murió al ejercer su profesión con dedicación y entrega. Hace ya casi dos años y medio que nos dejó a causa del virus  que irrumpió en nuestras vidas a principio de 2020. Hoy las cosas son muy diferentes y la ciencia ha facilitado remedios para esta enfermedad contra la que tenemos que seguir luchando.

Ella era una magnífica enfermera, la tercera de mi familia,  ellas saben muy bien que la profesión de enfermera además de tratar de la salud y la enfermedad, fundamentalmente se ocupa de los enfermos, para que una vez correctamente diagnosticados por los médicos, lleven la mejor vida posible, ”curándonos y cuidándonos” como sintéticamente lo expresó su emocionado marido, en el acto de homenaje que la ciudad de Córdoba le tributó al poner su nombre y el del médico Manuel Barragán a sendas calles. Un homenaje justificado,  porque como dijo el alcalde: “dieron su vida mientras se entregaban para que otros pudieran sobrevivir”,… “para que nadie lo olvide”.

“Un héroe es todo aquel que hace lo que puede”  (Romain Rolland),  es el que lucha silenciosamente para cambiar las cosas y mejorar la vida de los demás. Son gente común y nada corriente,  son los mejores de nosotros y pese a ello no suelen aparecer en los libros de historia aunque  hayan hecho por nosotros mucho más que reyes, sabios y militares que pueblan nuestras calles por el hecho de ser famosos. El siglo XX fue el del ascenso de la gente común y nuestras calles empiezan a poblarse de otros nombres, la Gente poco corriente  a la que Eric Hobsbawn dedicó un libro con ese título. Nanda era una de esas personas que sin duda son un ejemplo para los demás y por eso me emociona profundamente que una calle lleve su nombre.

Los pacientes crónicos polimedicados sabemos por experiencia que  necesitamos sobre todo que se ocupen de nosotros como enfermos, pues ya sabemos que no vamos a mejorar por mucho que visitemos al médico, pues nuestra posible mejoría va a depender de los avances en la investigación biomédica y sobre todo de llevar una vida sana y para ello nada mejor que los consejos y el seguimiento de enfermeras y enfermeros capacitados y bien formados para esa función, como los que hoy tenemos. Soy un convencido de que la enfermería debe ampliar su papel en el  sistema público de salud que necesitamos.

Ella ejerció de enfermera con pasión y dedicación,  representando bien la durísima y entregada tarea que realizan a diario sus compañeras y compañeros en el sector sanitario. Nunca debemos olvidar  a las personas que se entregan a nuestro cuidado, aunque sea una obligación que han asumido libremente. Siempre recordaré la ilusión con la que trabajaba y que se extendía a su vida privada para hacernos más felices a su familia y amigos. Nunca dejaré de emocionarme al recordarla y estoy orgulloso de que sea un símbolo de una profesión imprescindible.

Nanda Casado Salinas es una heroína de nuestro tiempo.