Mientras dure la campaña electoral del 10N, a solo diez días del 20N, esto va a ser  una guerra como la que han desatado contra la película de Alejandro Amenábar grupos extraparlamentarios como España 2000 y la Plataforma Patriótica Millán-Astray. La batalla no ha hecho más que empezar con las declaraciones en sede parlamentaria de la presidenta de la Comunidad de Madrid sobre la posible quema de iglesias, tras la retirada de los restos de Franco del Valle de los Caídos.

La carta de 2.000 católicos ultras al Papa Francisco pidiéndole que impida que se cumpla la sentencia del Tribunal Supremo, la vuelta a las redes sociales del texto anónimo que atribuye a Franco todo tipo de milagros económicos durante la dictadura, el asalto a la sala de cine en Valencia donde se proyectaba la película Mientras dure la guerra, son solo las primeras escaramuzas de las muchas prometidas por los nostálgicos de Franco.

Por todo esto esto me he apresurado a ir a ver la película sobre los últimos días de Miguel de Unamuno y los primeros de la Guerra Civil, que se merece un éxito de taquilla por invitar a pensar y a no olvidar un pasado que a la mayoría se nos ocultó. Paradójicamente, ha habido un rechazo preventivo de opinadores que no la han visto, pero si hay que decir algo es que es más equidistante que partidista. Las protestas sin fundamento y la polémica por la película me han retrotraído a cuando los ultras rezaban el rosario, ya entrados los ochenta, a las puertas de los cines Alphaville de Madrid por la proyección de Yo te saludo María de Jean Luc Godard.

Sí, mientras dure la campaña, las dos Españas van a galopar a caballo de la polarización política que divide al país en dos mitades casi iguales y dificulta la construcción de mayorías estables en el Parlamento. Nunca es tarde para el arrepentimiento y el propósito de enmienda que algunos líderes predican en los últimos días asustados por las encuestas adversas.

Pero, mientras dure la campaña, vayan a ver la película de Amenábar, comprendan lo absurdo del alboroto desatado y reflexionen sobre su voto el 10 de noviembre. Los fantasmas del pasado pueden hacerse realidad fuera de las pantallas.