La noticia sobre el mitin de Vox anoche en Sevilla no estaba en las cosas que iba a decir y dijo su líder Santiago Abascal, sino en la facilidad con que el partido de extrema derecha llenó el palacio de congresos de Sevilla: 3.500 personas en el auditorio y algunos cientos de ellas fuera del auditorio porque ya no quedaba hueco dentro. 

El llenazo de Vox contrasta con el hecho de que los partidos tradicionales están rehuyendo en esta campaña los grandes recintos para sus mítines, temerosos de pinchar o poco dispuestos a un esfuerzo extenuante y no poco prespuesto para evitar el ridículo.

Hoy, Vox tiene previsto otro mitin en Málaga, con Javier Ortega Smith como estrella del mismo, pero lo harán en el pabellón polideportivo Ciudad Jardín, cuyo aforo, que llenarán con toda seguridad, es de solo unos cientos de personas. 

Culminado su discurso con los acordes del himno de la Legión 'Soy el novio de la muerte', que coreó el público en pie, el acto de ayer en Sevilla, Abascal no decepcionó a los suyos. La reconquista, dijo, "ha empezado en el sur", aunque para ello haya sido preciso apoyarse en la "derechita cobarde" y en la "veleta naranja", que es como se refirió al PP y a Ciudadanos, sus socios de investidura en Andalucía. 

Además de sembrar su discurso de advertencias al Gobierno andaluz por estar incumpliendo sus pactos con Vox, Abascal también se despachó a gusto contra el debate televisivo de la noche anterior, protagonizado por "los cuatro jinetes del apocalipsis nacional", encarnación todos ellos de "la traición y el odio". Para el íder ultra "el PSOE es el problema y Vox es la solución" para expulsar del Gobierno "a un presidente traidor" llamado Pedro Sánchez.

El líder de extrema derecha auguró que muy pronto terminaría esa "dictadura progre" que, según él, impedía hablar con libertad. Algunos "van a tener que tomarse varios gin tonics el día 28 para lavar sus penas", proclamó entre aplausos de un pabellón que a esas alturas del mitin ya se había venido arriba.