“Si el año pasado llegamos a ver casos tan horribles de galgos en jaulas, entre barrotes oxidados, hacinados y viviendo entre sus propios excrementos sin ver la luz del sol, vamos a intentar que en 2016 estas situaciones tan dramáticas no se repitan”. Silvia Barquero, presidenta del Partido Animalista PACMA, recuerda estupefacta el caso de un galguero que tenía a sus perros de caza en las peores condiciones inimaginables. El caso fue en San Roque (Cádiz). “Como la mayoría no los identifica con el chip para no asumir los maltratos a los que son sometidos, el galguero no tuvo ningún tipo de multa por este caso”. El fin de la temporada de caza llega cada año a principios del mes de marzo. La ONG Galgos Sin Fronteras cifra el abandono de galgos en esta época en más de 50.000, una práctica que se traduce en un aumento de estos ejemplares en las instalaciones de las protectoras. Casi un veinte por ciento más que el resto del año. Carmen Manzano, presidenta de la protectora de animales de Málaga, ha destacado que “los galgos, podencos y bodegueros llegan con extrema delgadez, apenas alimentados porque los cazadores empiezan a no darles comida si ven que no corren y no sirven para la caza”. MANIFESTACIÓN EN BERLÍN Los galgos son usados como “armas de fuego”. El galguero lleva a su perro al monte donde usa al animal para la caza de la liebre. “No usa escopeta y espera a que el galgo haga su función como perro de gran capacidad para correr y así pueda atrapar a muchas presas. El problema viene cuando a los dos años empiezan a tener menos fuerza y no corren de la misma forma. Entonces los abandonan o incluso le pegan un tiro en medio del monte para quitarlos de en medio”, destaca Silvia. Desde el PACMA, alertan a las administraciones de que los “galgos son la raza que sufre más maltrato y abandono en España”. Por ello entre sus medidas incluyen pedir la prohibición del uso del galgo como arma de caza, como ocurre en toda Europa, menos en España. Barquero recuerda que la historia de los galgos españoles traspasa fronteras. “En Berlín hay una manifestación el próximo mes de abril para la defensa y adopción de galgos españoles y eso nos deja en evidencia porque mucha gente de aquí no quiere seguir permitiendo lo que ocurre”. "Si contamos que el 60% de los perros abandonados en España son galgos de caza y se utilizan las peores prácticas de exterminio, ¿cuántos casos reales hay aún en desconocimiento?”, se pregunta Barquero. Entre los métodos más crueles para matarlos se encuentra el lanzamiento de los galgos vivos en un pozo, el rociamiento con ácido, quemarlos o incluso ahorcados en árboles de cotos de caza. Los que tengan más suerte serán abandonados. Otros morirán de atropello o sacrificados en las perreras municipales por su “falta de utilidad”. La existencia de organizaciones especializadas como SOS Galgos permite acelerar el número de adopciones a nivel internacional. Esta ONG destaca que “cada año en España, decenas de miles de galgos son ahorcados, arrojados a pozos y cunetas como desechos de la caza. En SOS Galgos con un claro objetivo de rescate, recuperación y adopción, se han podido adoptar a casi 2000 galgos. CASI UN MILLÓN DE GALGOS Desde el PACMA se contabiliza que existen a día de hoy en España “190.000 galgueros federados, con unos 500.000 galgos registrados para cazar, sobre todo en zonas como Andalucía, Extremadura y las dos Castillas. Se estima que existen más de 900.000 galgos en manos de estos cazadores”. La peor parte de la historia la tienen las hembras de galgos, que aparte de sufrir un duro maltrato, están obligadas a dar dos camadas al año. Desde el PACMA describen su situación: “Las tienen aisladas en jaulas en las que no pueden levantarse, ni moverse para parir. Los cachorros son seleccionados por los galgueros, y los que no son elegidos, son eliminados de formas horribles a pesar de su poca edad”. Silivia Barquero destaca que entre las principales actuaciones que el PACMA debe realizar se encuentra frenar la práctica de caza con este animal y vigilar muy de cerca, por parte del Seprona, a las federaciones de galgueros en su trato a los animales. El último caso es de hace apenas un mes en Huelva. Un grupo de 26 cazadores cortaron las orejas y el rabo a sus galgos de su camada con la supervisión falsa de seis veterinarios que firmaron la documentación cuando esa práctica se encuentra prohibida en la ley andaluza el maltrato. Barquero apunta que en la declaración, los galgueros tenían todo muy bien argumentado: “Era para que no se engancharan en las zarzas y pudiera correr más rápido, dijeron". Los galgos fueron cortados con navajas, en plena sierra, sin esterilizar creándoles infecciones permanentes de las que ninguno de ellos podrá recuperarse.