Al principio del segundo acto, dos hombres se besan. Al final de ese mismo acto, un hombre intenta violar a una mujer. Ambas cosas ocurrieron sobre las tablas del teatro de la Maestranza de Sevilla. ¿A qué crees que reaccionó agriamente parte del público? En efecto, el beso homosexual incomodó más que la violación en el estreno de Tosca, la noche del jueves en Sevilla. Los abucheos continuaron también al final de la obra, sobre todo cuando el director escénico, Rafael R Villalobos, salió a saludar.

La primera de las sesiones de la ópera de Puccini está en boca de todos en la capital andaluza. Que parte del público proteste y abuchee contra un beso entre dos hombres no debe dejar de sorprendernos en el s.XXI. Aunque estamos acostumbrándonos a que actitudes extremistas y de confrontación salpiquen a la sociedad, no por ello deja de ser inaudito que los abucheos tuvieran lugar durante una ópera en el más selecto escenario del sur de España es inaudito. Lo de Tosca nunca se había visto en Sevilla.

Fuentes del teatro de la Maestranza comparte su estupefacción ante los abucheos y recuerdan que comprar una entrada a la ópera implica asumir ciertas reglas no escritas, como es el hecho de valorar el espectáculo a la conclusión del mismo. Las reacciones no se han hecho esperar y gran parte del mundo cultural ha reaccionado contra este tipo de actitudes en una platea.

Hay que aclarar que los abucheos fueron acallados por el aplauso y muestra de apoyo mayoritario del resto del público, en los dos conatos de protesta que hubo. Los detractores de la homosexualidad son minoría, a pesar del ruido que causaron desde la platea del Maestranza. Precisamente esa reacción mayoritaria del público es lo que destaca Rafael R Villalobos, el principal foco de las iras de ese sector del público que define como “barbarie con comentarios manifiestamente homófobos”.

Villalobos atiende a El Plural en medio de los preparativos de la segunda noche de Tosca en Sevilla, ante el impacto que está teniendo su visión del clásico de 1.899 de Puccini, el artista sevillano se confiesa “sorprendido” por el apoyo, pero “avergonzado” por unos abucheos de otra época.

Una llamada a la reflexión de la mano de Pasolini

Tosca es el plato fuerte de esta temporada de ópera en el Maestranza de Sevilla. Su estreno era la fecha más señalada del calendario y ya venía precedido de serias dificultades. Pero el debate de la homofobia creciente ha entrado como elefante en cacharrería para elevar el estreno de evento cultural a fenómeno social.

¿Qué hizo perder la compostura al Maestranza por primera vez? El motivo está en la apuesta del artista sevillano Rafael R Villalobos, responsable de llevar el clásico de Puccini a la intertextualidad de la mano del artista italiano Pier Paolo Pasolini.

Tosca es un libreto con un melodrama clásico de amores y pasiones, pero que cuenta con un profundo trasfondo político. Villalobos quiso valerse del mismo y reflejó a uno de los protagonistas, el pintor Cavaradossi, con otro artista que también murió por sus ideas y activismo político: Pasolini, asesinado en 1975 por ser considerado un revolucionario.

Villalobos introduce al director de cine italiano como un personaje que alega por la creación y la provocación como las caras de una misma moneda. “Como dice el personaje de Pasolini, un artista apasionado es una protesta viviente, abrir la boca es en sí escandaloso”. Curiosamente el público reaccionó con abucheos ante un personaje homosexual cuyo leitmotiv es provocar una reflexión.

El artista sevillano, que por primera vez asumía la dirección artística y escénica en su ciudad –prácticamente en su barrio– es considerado el enfant terrible de la escena operística. Galardonado con el Premio Princesa de Girona de las Artes y las Letras, o el Premio Europeo de Dirección Operística, entre otros y, con solo 36 años, es un habitual de los principales escenarios europeos.

Herramienta de diálogo social

A pesar de la reacción cavernaria del público ante un beso homosexual, al autor sevillano no se le ve incómodo del todo por el revuelo de Tosca. Reclama la utilidad del teatro y la ópera como herramienta social, “lejos de ese concepto de ofrecer dos horas de entretenimiento en las que apagar el cerebro. Espectáculos como Tosca, que cuenta con apoyo público, deben tener un mayor compromiso”.

Su apuesta, sin duda, ha posicionado en el diálogo social la homofobia y la propia utilidad del arte. Se considera heredero de la tradición clásica griega. En ella, el teatro no era mero pan y circo, sino que formaba parte de la reflexión y evolución social. Los teatros eran la antesala de la legislación y de la política.

“Hoy, estos espacios de reflexión no existen para la ciudadanía. Aspiro a convertir los teatros en el templo del debate social”, por eso, reivindica la ópera desde el compromiso social: “contra la barbarie la receta es más cultural”.

 

Que la ópera de Tosca trascienda sus círculos habituales evita la segregación del consumo. Los grandes espacios escénicos son uno de los escasos lugares donde un público números asiste a una propuesta individual –por diferenciarlo de los grandes festivales– cada vez menos habitual. El consumo de ocio, gracias a las plataformas y pantallas móviles, tiende a ser individualizado, hurtando el debate colectivo y la interacción con el compañero de butaca, lo que atomiza las posiciones ideológicas, cada vez más en conflicto con los otros: más enfrentados y polarizados.

 

“La palabra libertad se ha puesto de moda como reivindicación, pero libertad sin una reflexión sobre tus derechos y deberes, simplemente te convierte en una apisonadora”, reflexiona Villalobos. Precisamente un día después de que un grupo de espectadores pensara que actuaba de acuerdo a su ‘libertad de expresión’, mientras aplastaba el derecho de los demás.