Ha llegado la hora, por más que esta se haya venido aplazando durante estos meses de verano. Quizás esto se podría haber evitado si el PSOE hubiera reafirmado la autonomía de su proyecto político y no hubiera caído en las trampas que le han ido tendiendo tanto el PP como Podemos durante este tiempo. Quizás si hubiéramos puesto el protagonismo en el proyecto socialista y las soluciones que aportaba, en lugar de centrarnos solo en la negación del PP, los resultados hubieran sido otros... Pero de nada valen los quizás. Ahora estamos en un momento crucial y no podemos hacer política ficción. Pero hagamos en primer lugar una sucinta historia de estos meses.

Después de las elecciones de diciembre de 2015, que supusieron un batacazo electoral para el PP, pero también fueron un varapalo para el PSOE, el Comité Federal Socialista aprobó una resolución en la que anunciaba “su voto negativo a la investidura de Rajoy”. Además, se afirmaba que “la autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento… Son innegociables para el Partido Socialista y la renuncia a esos planteamientos es una condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de las formaciones políticas”. Y asimismo afirmaba que “Las nuevas elecciones deber ser la ultima opción, porque supondrían un fracaso colectivo”.

Todos sabemos lo que sucedió. Rajoy rechazó la propuesta del Rey de intentar la investidura y Sánchez tuvo que intentarlo, entre otras razones para poner en marcha el reloj constitucional. El resultado es también sabido: el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos se quedó en agua de borrajas porque Podemos se alineó con el PP en su objetivo de evitar un gobierno transversal que pudiera acometer Las reformas que eran posibles y que España necesita.

Y así llegamos al escenario B que se había propuesto Rajoy cuando rechazó la propuesta de investidura: unas segundas elecciones. Una vez más los micrófonos “indiscretos” nos permitieron escuchar como el presidente del Gobierno confesaba, en la Cumbre Europea de febrero en Bruselas, como lo mas lógico era que hubiera una repetición de elecciones, con la esperanza de que la misma le permitiera mejorar sus resultados al PP.

Y eso fue lo que ocurrió en las elecciones de junio, y que era lo que la sociología electoral permitía prever. Y aquí nos encontramos con que el Comité Federal del PSOE, en lugar de coger el toro por los cuernos, pues por un lado la reedición del Pacto con Ciudadanos ya no era posible por no sumar  los votos suficientes sobre el PP y por  otro lado porque el Partido Socialista había retrocedido en  votos y escaños, sin  embargo no aprobó ninguna resolución nueva que descartara definitivamente unas terceras elecciones y que concretara la afirmación de diciembre de que “si Rajoy y el PP fracasan en su intento de formar gobierno, el PSOE actuará como primer partido del cambio en  aras del interés general y con sentido común y con responsabilidad” . Y dados los nuevos resultados electorales esa concreción solo nos puede llevar a la conclusión de que el PSOE tenía que empezar a ejercer la oposición, mediante un control parlamentario del Gobierno e impulsando  las iniciativas legislativas que permitieran afrontar las urgentes necesidades de los españoles.

La otra alternativa, para sumar más de los 170, necesitaría del apoyo de Convergencia (un partido tan corrupto y tan de derecha como el PP) y de Bildu, y eso suponiendo que Esquerra y Podemos renunciasen  como cuestión previa a la independencia y al derecho a decidir en una declaración formal de ambos partidos.

Después del fracaso de la investidura de Rajoy, estamos en el escenario B que este prefiere: seguir en el limbo constitucional de un gobierno en funciones, y que impide que se controlen sus actos y sus políticas, lo que acentúa el hartazgo de la ciudadanía y el desprestigio de la política, porque ya sabemos que según Mariano Rajoy esta “es un lio”.

Si la celebración de las elecciones de junio supuso un fracaso colectivo, aunque los principales protagonistas del mismo fueran el PP y Podemos, qué podríamos decir de la situación que nos encontramos en estos momentos.

Ahora, con el reloj corriendo hacia una nueva jornada electoral en los días prenavideños, el  Comité Federal tendrá que desdecirse de alguna de sus afirmaciones en diciembre. O habrá terceras elecciones, lo que no garantiza un resultado sustancialmente distinto (parece, no obstante, que el PP mejoraría sus resultados)  y de seguir así podríamos llegar a unas cuartas o quintas elecciones. O se admitirá que no es malo para España pactar con aquellos que no acepten previamente la renuncia a la independencia y/o al derecho a decidir. O tendrá que admitir que dado que no es posible que el PSOE forme gobierno, con las condiciones establecidas y los resultados obtenidos en junio, y por coherencia con nuestra historia y nuestros principios, lo más lógico es romper el bloqueo actual, actuando con “responsabilidad y con sentido común” (Resolución de diciembre), aunque ni una cosa ni la otra la hayan utilizado ni ahora ni en toda su historia el PP y menos Rajoy. Pero además de por las diferencias ideológicas y de programa político, por su sentido de la responsabilidad, también el Partido Socialista es distinto al PP.

Por ello es por lo que, aunque las acciones de Rajoy estén destinadas a provocar al PSOE para que se celebre una nueva convocatoria electoral, la defensa de los intereses de los ciudadanos y en especial de los más desprotegidos debe de llevar a la reflexión de que es urgente terminar con el limbo actual en el que el Gobierno no es controlable y por tanto no se impida la investidura a quien tiene 170 apoyos parlamentarios y  sea el PSOE el que lidere la oposición e intente plasmar en proposiciones de leyes las iniciativas que demanda la ciudadanía.

Como antecedente tenemos un hecho políticamente significativo: el propio Pedro Sánchez le había pedido al PP que no bloqueara la investidura de Susana Díaz como Presidenta de la Junta de Andalucía después de las últimas elecciones andaluzas. Y la propia Díaz había pedido que cesara el bloqueo dado que los otros partidos no eran capaces de formar un gobierno alternativo al del PSOE´.

¿Esta última alternativa quiere decir que el PSOE votaría a favor de la investidura de Rajoy? No, ni mucho menos. El Grupo Parlamentario Socialista puede y debe votar en contra, salvo que Rajoy se desdijera de la política que tanto mal ha hecho a España. Pero eso no es previsible y menos a estas alturas. Pero sí puede facilitarla mediante la ausencia en la votación de los once diputados que permitan la formación de una vez de un Gobierno del PP  controlable parlamentariamente,  y a ello está obligado por la correlación de fuerzas y porque el PSOE no ha sabido atraer el voto suficiente en Junio que pudiera  permitir otra salida distinta. El  secretario general del Partido Socialista es el primer responsable de los resultados electorales y no puede trasladar esa responsabilidad a los afiliados que han dado todo por defender un programa electoral, y que lo quieren ver plasmado si no en su versión completa (porque los resultados no lo permiten), si al menos en todo aquello que sea posible.

La propuesta realizada por Sánchez de celebrar unas primarias exprés y un Congreso del Partido en plena campaña electoral (si se mantiene su posición de no facilitar un gobierno) es una huida hacia el desastre. Si diciembre de 2015 fue un descalabro para el PSOE, en junio se empeoraron esos resultados y el 25 de setiembre, donde Sánchez asumió el protagonismo, ha dado unos resultados de desastre. Almunia y Rubalcaba asumieron responsabilidades políticas por unos resultados bastante menos malos que los obtenidos a lo largo de este año.

Por lo visto hasta ahora tendrá que ser el Comité Federal el que haga frente a su responsabilidad como máximo órgano que es entre Congresos. Para eso los miembros del Comité Federal tendrán que hacer el análisis que no se hizo en julio y decidir cuál es la conclusión política de esos resultados y de los de este domingo. Y sobre todo hay que darle respuesta a los problemas de los españoles: el Comité Federal se encuentra ante su Rubicón y tiene que decidir si atravesarlo.