En su última chirigota, Juan Carlos Aragón bromeaba, como sólo él sabía hacer, con el resquicio de lo serio de fondo, con los dos grandes precursores de las casualidades: Dios y el destino. Defendía el genio que, como su Chele Vara, se declaraba ateo. Que atribuía el sentido de las cosas al destino, y no a un Dios superior. El caso es que, fruto de lo celestial, de lo terrenal o de lo político, la campaña a las elecciones andaluzas coincide, con lo que todo eso supone, con el Concurso del Gran Teatro Falla que, por primera vez en su historia, ha pasado de febrero a junio. Divina casualidad, o como se diga, pero vaya puntería.  

Si usted, lector, no sabe de qué va todo esto del Carnaval, me va a excusar que parafrasee a Manolo Santander con su Familia Pepperoni y le diga que: "Va a perdonarme mi amigo, usted no es de Cádiz, es de Compostela". Pero bueno, como todo el mundo no tiene la suerte de ser gaditano o, en su defecto, andaluz, yo le explico lo que es, supone y significa el Carnaval de Cádiz.

El Carnaval de Cádiz es una columna perenne de opinión, un editorial con música y letra, una radiografía política y social hecha por un pueblo que canta para espantar sus males. El Carnaval es la voz de los rotos alzándose, las proclamas de los olvidados, el vacile del vacilado. Un puñado de personas corrientes que, al subirse a las tablas del Falla, se convierten en mesías y predican, critican y juzgan al poder y a la vida. El Carnaval de Cádiz es un juicio televisado, un análisis pertinente, una fiesta de rebeldía y pasión.

Conviene, sobre todo si eres foráneo, no quedarte con el topicazo de "qué graciosas son las chirigotas". Sí, las chirigotas son muy graciosas y valientes, y tienen el arte de saber camuflar a través del humor rabiosas denuncias sociales a las que poca gente pone el foco. El Carnaval es una cosa muy seria, y basta solo con echar la vista atrás para ver la sabiduría y la precisión con la que desde hace años sus autores han ido acompañando la historia de nuestro país.

A través de los repertorios y los tipos de los Coros, las Comparsas, las Chirigotas y los Cuartetos, se puede hacer un viaje por los diferentes hitos políticos de nuestro tiempo. Una de las mayores virtudes del Carnaval, el auténtico, es que no tiene reparos en cargar contra nadie. Por empezar con un ejemplo muy claro, en los años del plomo, cuando la banda terrorista ETA "asesinaba nuestros días", el Carnaval fue uno de los primeros sitios desde donde se les interpeló directamente. Los Piratas de Antonio Martínez Ares, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, cantaron en 1998 aquello de "Hijos de puta / ETA aquí tienes mi nuca / esto la vais a pagar" o Los Condenaos de Juan Carlos Aragón, cuando en 2001 les planteaba un supuesto "Imagínate abertzale que en nombre de Andalucía / yo me rompo la camisa y excusa de nuestra raza / y me cuelo con dos más gritando viva la alegría / y disparo sin piedad contra el patio de tu casa".  

En el Carnaval se ha hablado de la Iglesia, para bien y para mal. Ahora que vuelve a la actualidad el tema del aborto no está de más recoger esta letra de Los Miserables de Ares en 1993: "Ha dicho el Santo Padre que el aborto es de asesinos / y es curioso que lo diga alguien que no tiene hijos". Sin embargo, en este otro pasodoble, Tino Tovar nos muestra en su "Cielo de Cádiz", la historia de un curita de su barrio que vive: "Midiendo para que el obrero no se vea maltratado / para que los niños en la droga nunca caigan / y para buscarle algún trabajo a sus parados".

También hay letras a la homosexualidad, como esta en la que Quique Remolino nos narra desde la óptica de un padre orgulloso el día que se casa su hija a la que algunos infelices en el barrio llaman la tortillera, a las personas transexuales, como en esta historia que relatan Los Carapapas de una valiente que decide liberarse de la cárcel de su cuerpo, o a los derechos de las mujeres, como en esta peculiar carta en la que Miguel Ángel García Argüez El Chapa le dice a su hija: "Que a estas nuevas hembras libres no habrá patriarcas que a ellas las pare".

El Carnaval, como ven, es la fiesta de las libertades, las conseguidas y las que aún hay que conquistar. Por eso, los repertorios de las agrupaciones van preñados de críticas y tirones de orejas a los partidos políticos. En Cádiz fue en uno de los sitios donde primero se pudo apreciar el derrumbamiento del hegemónico partido socialista. En esta letra de Los Irracionales de Jesús Bienvenido se nos cuenta el desencanto de una costurera que enfadada con la deriva de "su rosa obrera" decide romper con sus tijeras su carné de afiliada. En aquel 2016 los carnavaleros cargaron las tintas contra Susana Díaz cuando se atrevió a probar suerte e intentar dar el salto a la política nacional, lo que para ellos supuso una absoluta traición. Aquel sentimiento quedó patente en letras como esta de la Comparsa Los Equilibristas o esta de La Azotea.

También jugó el Carnaval un papel fundamental en el crecimiento de Podemos. Fue mucha la expectación que creó la formación morada en el mundo del Carnaval. De hecho, José María González Kichi, actual alcalde de Cádiz, creció en las tablas del Falla actuando como chirigotero con grandes autores como Tino Tovar o Jesús Bienvenido y llegó a cosechar primeros premios como el del 2011 con Los Currelantes. Con aquella agrupación dejaron pasodobles como este dedicado a Marcelino Camacho, pura lucha obrera y sindical. La victoria de Kichi en las municipales supuso una gran alegría en el mundo del papelillo y la serpentina, una especie de logro colectivo que se refrendó en letras como esta de Los Chatarra: «Al que por salir en Carnaval algunos llaman mamarracho / pero el mamarracho hace frente y planta a cara a los desahucios / gana el mismo sueldo y su casa es la mitad de su despacho». Esa humildad y esa coherencia que le han permitido a Kichi seguir como regidor, es la que hicieron que le retiraran a Pablo Iglesias la confianza y la ilusión que antaño depositaron en aquel hombre de la coleta que en muchos de sus actos recitaba letras de Juan Carlos Aragón. Fue el propio Capitán Veneno el que en su última chirigota le dedicaba un ácido pasodoble en el que hablaba metafóricamente de un político inventado que se compraba con su mujer en Bahía Blanca un chalé de 10000 metros pero que aún seguía con la misma melena y la barba de antes porque para él sus votantes seguían siendo lo primero. Creo que queda claro que Cádiz no paga a traidores, que en Cádiz el que predica tiene que hacerlo con el ejemplo, como hasta ahora lo está haciendo Kichi.

Tampoco pasó inadvertido por la fiesta el ascenso de Vox. La ultraderecha, como muchos de los autores definen al partido de Santiago Abascal, ha sido en los últimos carnavales protagonistas de muchas de las letras que han cantado las agrupaciones. Nuevamente, el Carnaval actuó como una especie de oráculo y predijo el crecimiento de Vox. Muchos grupos se lanzaron a alertar del peligro que esto suponía y lanzaron en las tablas letras muy beligerantes contra la formación verde. Claros ejemplos son el pasodoble que la conocida en Cádiz como Comparsa de la Cantera les dedicó con un diáfano remate en el que decían que "en los Carnavales de Cádiz no hay sitio para los fascistas", o este otro en el que, en 2018, recién entrado Vox en el Parlamento andaluz, Los Luceros hacían referencia a un pasado oscuro exento de libertades, que terminaba con un "Bienvenidos al futuro del pasado más oscuro / bienvenidos a Andalucía".

Hace unos años, cuando Vox no existía y en Cádiz gobernaba el Partido Popular, la diana de la mayoría de las críticas era Teófila Martínez. La alcaldesa, que llegó a gobernar la Tacita de Plata durante 20 años, recibió infinidad de pasodobles y cuplés en su contra. Se podría decir que todos los años era costumbre que en los repertorios hubiese referencia a su persona, ya fuera a su gestión o a su aspecto físico. El caso es que es imposible gobernar una ciudad durante tanto tiempo si no eres capaz de tener la inteligencia y la audacia política de acatar su idiosincrasia y sus tradiciones de la forma que hizo La Teo. Era una asidua en el palco del Falla y llegó incluso a cantar con algunas callejeras. Viene muy al caso, o como se dice en Cádiz, al tipo, con la campaña andaluza un pasodoble que le dedicó Juan Carlos Aragón, uno de sus más fieles detractores, en la chirigota Flamenkito Apaleao. Aquí, Juan Carlos le acusa de intrusismo al ser de fuera y lo hace de esta manera brillante y certera: "Pero creo que en su día suspendiste Geografía / para ir de Santander hasta Madrid no se coge por aquí". No tengan duda que en este concurso a cierta política alicantina que ahora dice ser de Granada le dedicaran algo parecido.

El 16 de mayo empieza un concurso de adultos atípico en lo que a fecha se refiere y especial por su coincidencia con la campaña. A todos los que se les llena la boca hablando sobre la guerra cultural, les recomendaría encarecidamente que lo sigan. En este mayo con aroma a sucedáneo de febrero, se juega, aunque no lo crean, una parte importante de la campaña andaluza. Se hablará del rey, de la tanqueta, de Vox, del lío de las izquierdas, de rojos y azules, de rosas y gaviotas, de Pandemia, de gasolina, de inflación, de crisis, de Rusia y Ucrania y de todo lo que le preocupa al pueblo llano, el de la plaza, el de la barra del bar, el que trabaja de sol a sol, el del autónomo, el del obrero, el que mira las noticias preocupado. "Dicen que el pueblo que canta/ pueblo que espanta sus males/ por eso a Cádiz le salen sus males por la garganta". Creo en ti, Capitán. Creo en la vida eterna de los Carnavales.