Desde la fructífera operación orquestada por el PSC en Cataluña, son muchos los que sugieren emular dicha estrategia en Andalucía, pero por intenciones totalmente distintas. Lo que pretenden abrazando dicha teoría, no es otra cosa que propiciar un dedazo desde los órganos Federales que encumbre a alguien de los suyos, ante el temor a discernir en primarias la elección de candidato. En otras palabras, pretenden hurtar a la militancia el poder de decisión que con los nuevos reglamentos y estatutos se le concedido en detrimento de métodos menos democráticos y participativos, que por suerte ya han pasado a la historia.

Pero abundando en el cacareado efecto Illa, debemos tener en cuenta diferencias más que evidentes: Miquel Iceta, accedió a Primer Secretari del PSC en un momento convulso en el que estaba en juego hasta la continuidad de las siglas. El PSC venía de una larga trayectoria por el desierto. Iceta mejoró algo el resultado electoral en los comicios anteriores, pero no lo suficiente. Fue Iceta quien tomó la decisión de ceder su puesto como candidato, a su número dos y secretario de organización Salvador Illa, ante las cotas de popularidad que éste había cosechado durante su gestión de la pandemia. Iceta ya había expresado en más de una ocasión su deseo de encontrar pronto su relevo. El partido a nivel federal se limitó a aceptar la petición que les hizo el PSC, como no podía ser de otra forma. Desgraciadamente, a pesar de un magnifico incremento en el respaldo electoral, todo parece apuntar a que, aun así, la victoria no va a ser suficiente para devolver la normalidad democrática a Cataluña.

En Andalucía, venimos de una larga trayectoria de victorias electorales, donde hasta en las últimas elecciones fuimos la fuerza más votada con mucha diferencia sobre el segundo, sólo que hubo un pacto a izquierda y a derecha para evitar nuestra continuidad en el gobierno autonómico, algo parecido a lo ocurrido en otras comunidades como Castilla - La Mancha o Extremadura. Con las que sí se puede establecer cierto parecido con Andalucía. Sí queremos comparar Andalucía con algún “efecto” o “estrategia electoral”, creo que lo más acertado sería buscar el “efecto Fernández Vara”, que perdió unas elecciones autonómicas, para recuperar en las elecciones siguientes el gobierno de Extremadura. Estamos ante otra comunidad de gran tradición socialista y que cómo en Andalucía, no habían conocido gobierno de otro signo político, hasta las anteriores elecciones autonómicas. Hoy Extremadura vuelve a estar gobernada por el mismo presidente socialista que fue apeado en un proceso electoral anterior. Esto sí es comparable, factible y futurible con Andalucía.

Lo que sí que está claro es que Susana Díaz, ganó las elecciones, es su voluntad volverlo a intentar. Creo que es justo permitirle el volver a intentarlo, y convencido que será ella quién presente su dimisión, si no consigue recuperar la Junta. Ceder el testigo a su número dos, el señor Cornejo, es notorio que no serviría para mejorar el resultado. Así que creo acreditado que el llamado efecto Illa no es extrapolable a Andalucía.

Por lo tanto, los que se escudan en el efecto Illa, para remover a la señora Díaz, que lo digan claro, que lo que quieren es un dedazo divino, para no tener que competir con ella en unas primarias. Unas primarias en las que serán sólo los militantes los que elegirán con su voto al próximo secretario general de PSOE de Andalucía.