En el segundo debate electoral de los cuatro candidatos andaluces a la Presidencia de la Junta, retransmitido anoche por TVE, era difícil encontrar argumentos nuevos y distintos a los ya manejados hace una semana ante las cámaras de Canal Sur. El duelo quedó también esta vez en empate sin goles.

Sería comprometido señalar ganadores y perdedores claros: todos perdieron y ganaron en algún momento de la noche, pero la victoria o la derrota como tales no fueron para ninguno. La única novedad, si es que puede llamársele tal, quizá fuera que en esta ocasión la socialista Susana Díaz sí fue el blanco preferido de los otros tres líderes, que el lunes pasado diversificaron más sus ataques.

Reproches y preguntas

El líder de Ciudadanos, Juan Marín, sí intentó esta vez repartir más equitativamente entre el PP y el PSOE unos reproches que la semana pasada se dirigieron mucho más al líder conservador Juanma Moreno. Hubo también algunos enganches entre la presidenta y la candidata de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, aunque ambas supieron, con profesionalidad, mantener a raya sus sentimientos de mutua antipatía.

Y también, como hace una semana, el debate estuvo lleno de preguntas sin respuestas. Cada uno de ellos tenía su pregunta favorita, que los demás no contestaron. La de Susana Díaz era si el PP y Ciudadanos estaban dispuestos a sumar sus votos al ultraderechista Vox si esta lograba representación en el Parlamento. De poco le sirvió a la presidenta repetir varias veces su pregunta.

Juan Perro

El premio a la puesta en escena habría que dárselo en esta ocasión al candidato del PP, Juanma Moreno, seguido muy de cerca por Marín. Moreno acudió al debate armado de numerosos folios y carteles preparados al efecto, así como el tochazo de su programa electoral de más de 400 páginas y y dos cajas de cartón que aseguró haber llenado con fotocopias noticias de corrupción.

Aunque no fueron solo para él, los ataques más duros y directos volvió a sufrirlos Moreno por parte de Juan Marín, que le recordó en varias ocasiones que le había faltado al respeto llamándole perro.

Por lo demás, Moreno volvió a prometer bajadas masivas de impuestos, enfatizó los niveles de corrupción de Andalucía y descalificó de nuevo la gestión socialista de 40 años de la sanidad, la educación, la formación, la economía, el empleo…

Concurso de méritos

Marín estuvo esta vez con Díaz más duro que hace una semana, pero de nuevo se encontró con el sarcasmo zumbón de la presidenta restregándole que cómo era que durante tres años y medio hubiera sido tan buena y de pronto fuera tan mala.

El líder de Ciudadanos repitió argumentos ya aireados en el debate de Canal Sur: que obligó a Chaves y Griñán a dejar el escaño, que hizo que el PSOE bajara los impuestos, que los socialistas habían robado el dinero de los parados, que acabaría con la corrupción si gobernaba, que los aforamientos serían suprimidos…

El momento de gloria de Marín fue cuando sacó dos largas tiras de papel donde estaban escritos los nombres de los procesados del PP y los procesados del PSOE. Menos acertado estuvo con su insistencia en preguntar a Díaz si iba a poner economía en manos de Podemos; al final Díaz le tuvo que decir que no.

Un discurso social

Las intervenciones de Teresa Rodríguez pusieron el énfasis en lo social: salario mínimo por los suelos, familias con dificultades para pagar las facturas, empleos que en realidad son jornales, inversión escuálida en investigación e insuficiente en sanidad y educación, urgencia de una banca pública, alerta contra las multinacionales, crítica a las dietas y sueldos de los políticos…

La líder de Podemos y candidata de Adelante Andalucía también repitió que ya estaba bien de hablar de Cataluña, aunque no entró en el cuerpo a cuerpo que le propusieron Díaz, Moreno o Marín al afearle las posiciones de Podemos en materia de referéndums ilegales o autodeterminación de los pueblos.

Otra vez Juego de Tronos

A Susana Díaz le tocaba el papel menos lucido de la noche: defender lo hecho en el pasado pero sin permitirse hacer grandes promesas para el futuro. A Rodríguez le reprochó precisamente sus alegrías presupuestarias: “Veo sus buenas intenciones, pero esto no es Juego de Tronos, esto es gobernar y gobernar no es fácil”.

A la presidenta le recordaron varias veces sus adversarios que para ella Andalucía era segundo plato porque quiso irse a Madrid. También insistieron en la corrupción de los ERE y los prostíbulos. Díaz, qué remedio, aguantó el tirón como buenamente pudo.

La defensa de la socialista fue, de nuevo, que en los cinco años que llevaba de presidenta no habían podido encontrarle ni una sola mancha: “Quienes de verdad quieren acabar con la corrupción no atacan a quien la ha combatido y no tiene nada que ocultar”.

En el último tramo del debate se habló de Cataluña se dijeron, por ir resumiendo, exactamente las mismas cosas que hace una semana. En las próximas elecciones deberían plantearse que tal vez con un solo debate sea más que duficiente.