No es disparatado sostener que una gestión más razonable por parte del PP de los resultados de las elecciones andaluzas de 2015 habría sentado en la política española un precedente que ahora sería muy valioso para gestionar los resultados de las elecciones del 26J, como lo habría sido para gestionar los del 20D.Tras los comicios de marzo del año pasado, todo debió ser bastante fácil: el PSOE de Susana Díaz se quedó a ocho escaños de la mayoría absoluta y constituía la única opción de gobierno ya que, al contrario de lo que sucedería unas semanas después en Madrid, el PP y Ciudadanos no sumaban los diputados suficientes para gobernar. En vez haber optado el PP, pero también Podemos, Ciudadanos e IU, por la prudente, razonable y democrática opción de permitir la única investidura posible limitándose a abstenerse, decidieron activar una descabellada carrera a ver cuál de ellos ponía el precio más alto a esa abstención en las sucesivas -hubo hasta cuatro- votaciones de investidura.Tan alto fue el precio que Díaz tardó más de 80 días en ser investida presidenta. Particularmente Podemos y el PP nada ganaron con ello, salvo envenenar innecesariamente y antes de tiempo la legislatura y sentar un precedente que unos meses después haría valer sus derechos históricos a la hora de negociar los resultados electorales del 20 de diciembre.El precio que ponía el PP a su abstención en la votación para hacer a Díaz presidenta era sencillamente disparatado: que el PSOE dejara gobernar a la lista más votada en las municipales de mayo, es decir, que le regalara al PP las muchas y muy importantes alcaldías que iba perder por su incapacidad para pactar con otros partidos. Era obvio que el PP sabía que el PSOE no podía pagar aquel imposible precio.Lo realmente importante de la gestión de los resultados andaluces es, primero, que el PP no obtenía ningún rédito del bloqueo y pese a ello optó por dicho bloqueo y, segundo, que su abstención habría inaugurado un modo de hacer las cosas que muy probablemente nos habría evitado unas segundas elecciones. Para empezar, el PSOE andaluz se habría visto obligado a posicionarse tras el 20D de un modo muy distinto a como lo hizo.