Superada la resaca de las celebraciones y los duelos electorales de abril y mayo, los análisis políticos se afinan y atinan más. Los balances más amplios y sosegados diluyen las proyecciones pesimistas más precipitadas y emergen tendencias sensatas que se consolidan como el ecologismo.

El crecimiento de los partidos ecologistas en Alemania y Francia y el fortalecimiento del grupo verde en el Parlamento Europeo son dos buenos datos a tener en cuenta para contextualizar la victoria socialista en España. A la socialdemocracia alemana no le ha sentado bien la coalición con la derecha de Angela Merkel y los ecologistas se han beneficiado del retroceso socialista.

En Francia, la bajada de la izquierda radical de Melenchon ha ido acompañada del crecimiento de los Verdes de Yannick Jadot, que son los que más han crecido en los comicios europeos.

La victoria socialista en España ha tenido una de sus patas en la asunción de una agenda ecológica y social desarrollada en los diez meses de gobierno de Pedro Sánchez. Por otra parte, el declive en las urnas de Podemos ha perjudicado al ecologismo de Equo, que optó como partido por el conglomerado de la izquierda radical.

Que Sánchez, en su última visita a Cataluña y en la clausura del foro empresarial del Círculo de Economía, no haya hablado del procés y sí de la economía del futuro, de la ecología y de la ciencia es otra buena noticia, que confirma el deseo del futuro gobierno por cambiar la agenda política y centrarla en lo ecosocial.

Seamos realistas, los mayores problemas de España son el calentamiento global y la desertificación del territorio, que están detrás de nuestro secular déficit hídrico. Este verano volveremos a hablar de trasvases, desaladoras y del reparto del agua.

Mensaje para el inmediato futuro español: los partidos de la derecha deberán ampliar su agenda política con mayores dosis de ecología, incluida la extrema de Vox, porque la sequía acaba también con la caza.