Para la mayoría el nombramiento de Juan Antonio Moreno Bonilla como futuro candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía y presidente del PP andaluz lleva el sello digital, el dedazo, de Mariano Rajoy. A ello habría que sumarle los apoyos, conspiraciones y presiones de Soraya Sáenz de Santamaría y Javier Arenas para impulsar un candidato que dejara desautorizada, y de paso algo más deteriorada, a su interna enemiga, María Dolores de Cospedal.

Moragas en la sombra y tras la bambalinas conspira
Con ser cierto ello, que lo es, no se ha destacado que el urdidor de toda la estrategia marianista y de determinadas acciones puntuales que al final resultaron letales para el candidato de la dirección regional y de Cospedal fue un hombre que trabaja tras las bambalinas, que no da la cara pero que posee el gran poder de estar al lado, casi día y noche de Mariano Rajoy. Ese es su director de Gabinete en La Moncloa, Jorge Moragas. Se dan varias circunstancias.



El  trío Soraya-Moragas-Bonilla  y el clan de Becerril
Moragas, el alter ego del presidente, es íntimo amigo desde la época de Nuevas Generaciones tanto del propio Moreno Bonilla como de Sáenz de Santamaría. El jefe de la fontanería monclovita es un pata negra del clan de Becerril, el grupo de jóvenes cachorros del PP que de la mano del yernísimo  Alejandro Agag iban “con flores a José María”- Aznar- poco antes de llegar a la presidencia del Gobierno. De hecho cuentan de Moreno Bonilla que su decisión de abrazar la causa popular le vino un buen día que asistía con 19 añitos a un mitin de Aznar. A partir de ahí su conversión fue total y comenzó a predicar el evangelio aznarista con la fe de quien ingresa en una secta. Ello, conocer a Moragas y entrar en el clan de Becerril le abrió todas las puertas y su meteórica carrera en distintas tareas y circunscripciones incluso la de Cantabria por la que fue diputado al igual que el inefable  Bárcenas fue senador por allí. Su periplo político fue fácil ya que no en balde Bonilla se había convertido en un auténtico sorayo.  Posteriormente continúan juntos la singladura ya que el trío Soraya-Moragas-Bonilla era el grupo “escribidor” que organizaba los debates e intervenciones en el Parlamento de Mariano Rajoy como líder de la oposición.

Se abre la veda contra el candidato de Cospedal
A pesar de que a Bonilla se le está intentando vender con forceps un curriculum de pura sangre política andaluza, su verdadero itinerario hay que buscarlo en los entornos más cercanos al PP nacional con sede en Madrid, en concreto en La Moncloa y Génova 13. Es más, se dice que desde hace un año se le recomendó que no viajara mucho a Andalucía para no contaminarse del proceso que se avecinaba en la sucesión de Arenas. No había que quemarlo en pugnas internas. Ese consejo bien pudo venir de un Jorge Moragas que en la sombra y con llamadas llevaba tiempo en la estrategia de que su jefe Rajoy impusiera su candidato sin deteriorarse pero con un objetivo común compartido con Sáenz de Santamaría y Arenas, que no fuera el de Cospedal.

Artimañas y alta tensión
Pero la prueba final de la importancia  de la actuación de Moragas en el futuro del PP andaluz fueron sus artimañas  en los días de alta tensión en la sucesión coincidiendo con el viaje de Rajoy a Ankara. He aquí la narración breve de los hechos que terminaron con las aspiraciones de Sanz a relevar a Zoido y abrieron la puerta del Despeñaperros pepero a Moreno Bonilla.

Cospedal ofendida pone en marcha su estrategia
El día en que se conoce en el PP que Moreno Bonilla va dar el salto a la política andaluza auspiciado por el gran jefe, una Cospedal irascible se pone en contacto con Rajoy para advertirle de que este hecho conlleva una desautorización en toda regla a su persona. El presidente del Gobierno que está a punto de coger el avión junto a Moragas para Ankara le viene a decir que puede presentar otro candidato alternativo al XIV Congreso del PP-A. Es decir, le da opciones de vida a José Luis Sanz frente a Bonilla para que fueran los compromisarios andaluces quienes dilucidaran. Desde ese momento se pone en marcha la maquinaria cospedaliana. La manchega llama a Carlos Floriano, persona de su confianza, y recibe el recado de comunicar a Moreno que diera el paso como candidato. Al mismo tiempo ambos intentan convencer a Sanz para que no arroje la toalla y mida sus fuerzas en el congreso del PP andaluz del 1 de marzo, convencidos como están de que poseen al menos la mayoría de los delegados en seis provincias de las ocho. Solo Cádiz arenista pura y Málaga como verso suelto enfrentado al de Olvera apoyaban en ese momento de manera clara a  Bonilla.

Apoyo de provincias para plantar cara a Génova
Sanz, como numero dos del PP andaluz sabe perfectamente que apoyos tiene y empieza a cavilar. Además el actual presidente del PP andaluz se reúne con él ese mismo día y le anima a presentarse. A pocas  horas antes de oficializarse la candidatura de Moreno, Sanz recibe el apoyo directo de cuatro presidentes provinciales, los de Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada. Juntos animan a Sanz a presentar sus credenciales mientras cenaban en un restaurante sevillano.

La duda hamletiana de Sanz
Pero la clave de que Sanz dejara finalmente la vía expedita a Bonilla y no presentara los 90 avales para ser candidatura alternativa está en la estrategia que ya desde Ankara muñía Moragas. Él sabía que Sanz por su carácter excesivamente prudente no aceptaría el reto sin antes el propio Rajoy no le confirmaba que estaba de acuerdo y que iba a ser neutral. Esa palabra de Rajoy bastaría para sanarle a Sanz. No le valía que Rajoy anunciara camino de Turquía que aceptaría dos candidatos, quería oírlo de su propia voz. Siendo el número dos de la territorial más importante del PP-A ya había sido desautorizado dos veces incluso “prohibiendo” Rajoy una cena con dirigentes provinciales y Cospedal para nominarlo. Ahora Sanz quería estar seguro de que la piscina tenía gua.

“Teléfono rojo, volamos a Ankara”
Por ello Sanz intentó de todas las maneras hablar con Rajoy en Ankara. Pero la clave está en el teléfono rojo, en el celular que hay que abrir para conectar con el presidente del Gobierno esté donde esté. Y esa mano que mece la cuna y ese dedo que le da al botón verde del móvil está en la mano del Director de Gabinete de La Moncloa, Don Jorge Moragas Sánchez. Este barcelonés de 49 años decide establecer un cordón sanitario en torno a Rajoy. No abre el teléfono y no deja que Sanz pueda satisfacer su duda en conversación con el presidente del PP. Moragas sabedor de que la decisión de Sanz estaba vinculada a ello y que con la desconexión ganaba un tiempo maravilloso no permitió esa llamada. Una no comunicación consentida que a la postre terminó con la no presentación o retirada de un candidato alternativo, poderoso y fuerte internamente en el PP andaluz y que a priori contaba con suficientes apoyos como para vencer en el congreso regional al tapado de La Moncloa, a Moreno Bonilla.

Al día siguiente, miércoles por la mañana, desconectado, cautivo y desarmado el ejército de Sanz, Zoido y Cospedal, las tropas marianistas había alcanzado su último objetivo y el secretario general del PP andaluz anunciaba su retirada.

La “Pasión turca”
Tras ese anuncio y rememorando hechos anteriores Sanz entendió el verdadero interés que contenía el mensaje que semanas antes le había dado Javier Arenas en un encuentro fortuito: “José Luis no tires ‘palante’ hasta que te llame el presidente”. Y el presidente no le llamó. Moragas y Arenas con con la pasividad calculada de Rajoy más un teléfono que no cejaba de repetir "el número al que está al que está usted está llamando, no se encuentra disponible” hicieron el resto. Una “Semana de pasión” o la “Pasión turca” del PP, podría denominarse si de una película de intriga se tratara. Y lo cierto es que de intrigas tuvo mucho.