En el verano de 1979, recién llegado a Huelva, a la redacción del desaparecido periódico Odiel, me mandaron a la Diputación Provincial, gobernada por la UCD, a una rueda de prensa para informar del desarrollo del Plan Almonte Marismas, aprobado un par de años antes por el Ministerio de Agricultura. El proyecto tenía previsto poner en regadío 14.000 hectáreas del área norte de Doñana. Había mucha alegría y expectación, porque se vendió que habría trabajo y prosperidad en una zona donde, por cierto, el franquismo proyectó construir una central nuclear, entre Mazagón y Matalascañas, en la costa, que se descartó en 1976. Del futuro del Parque nada se dijo, ni entonces ni años después. El fantasma del agua todavía no había aparecido. Nadie se preguntó por ese inconveniente. Eran tiempos de euforia.

Hay que recordar que el Parque Nacional de Doñana fue creado en 1969, pero la protección del entorno, o preparque, es de 1989, luego ampliada en 1997, hasta llegar a las 122.487 hectáreas (54.251 de parque nacional y 68.236 de parque natural). Y en 1986 España se adhirió a la UE. Es decir, que ese Plan Almonte Marismas es muy anterior a estas fechas fundamentales, pero se ha mantenido ese espíritu de forzar el regadío hasta el día de hoy, cuando ya explotan las tierras los hijos y nietos de aquellos; que se creen, por lo tanto, con derechos consolidados a usar un agua destinada al mantenimiento de Doñana y cuya falta está poniendo en riesgo su futuro. Es una colisión de intereses que, hablemos claro, no se sostiene.

Ese espíritu de resistir y forzar la explotación en regadío se siguió manteniendo de facto por parte del Gobierno Andaluz. Ha habido “amnistías” para regantes ilegales en varias ocasiones. Y, muy recientemente, gracias a las promesas a los agricultores de darles todo el agua que quisieran, los resultados de las Elecciones Municipales de 2023 fueron muy positivos para el Partido Popular en la zona, que ganó importantes poblaciones, como Rociana del Condado.

Hace muy pocos días, alguien tuvo la prudencia de leerse completo el Decreto de Simplificación que iba a ratificarse en el Parlamento Andaluz y descubrió, una vez más, que ese espíritu de forzar el regadío, se había vuelto a colar, entre líneas, en una jugada del Gobierno Andaluz, que esperaba que nadie se diera cuenta. Puñalada de pícaro. El portavoz del Gobierno Andaluz, Ramón Fernández-Pacheco disparó contra Sánchez y su Gobierno acusándolo de mentir y luego el presidente Moreno Bonilla le dejó por mentiroso a él, asegurando que retiraba ese texto y negociarían un nuevo articulado. No es la primera vez que el portavoz se queda con los pies colgando.

Así que no sabemos realmente cómo va a terminar la pelea política que se trae el Gobierno Andaluz con el Gobierno Central a cuenta de la Corona Norte de Doñana; con 14 municipios implicados y 1.400 millones de euros en juego. Se habrá salvado este último escollo, pero ese espíritu del que venimos hablando, forzar el regadío, sigue presente. De momento, no hay unanimidad entre los 14 municipios que se repartirán esa bonita cantidad. Almonte (gobernado por un carismático exsocialista) e Hinojos han creado su particular “procés” y los 12 restantes, los más necesitados económicamente, están empezando a perder la paciencia, porque lo que se prometió en noviembre, con la idílica foto de la ministra y el presidente andaluz mirando al horizonte, juntitos y felices, no acaba de llegar. Además, en Europa también tienen muy señalado en el mapa este tema y están muy vigilantes para el cumplimiento estricto de lo acordado.

Queda por ver qué pasará cuando se acuerde el reparto y se queden fuera los agricultores que están esperando otra “amnistía”, sin poder seguir trabajando en regadío las tierras que les adjudicaron hace 47 años. El mismo señor del PP, de nombre Manuel Andrés, que les prometió el oro y el moro a cambio del voto municipal, irá ahora a decirles que han luchado hasta el denuedo; pero que Sánchez, una vez más Sánchez, lo ha impedido.