Ha ganado en la batalla judicial y disciplinaria, pero ha perdido en su vida personal y en su proyección profesional.

María Núñez Bolaños, la jueza que sustituyó a Mercedes Alaya al frente del juzgado de los ERE, arroja la toalla renunciando a seguir instruyendo las grandes macrocausas relacionadas con la gestión socialista de la Junta –ERE, Formación, IDEA o Faffe–.

La Comisión de la Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) avaló ayer el acuerdo de Núñez con el juez de refuerzo de su juzgado, José Ignacio Villaplana, para que sea este quien continúe de manera definitiva la instrucción de esas grandes causas que provisionalmente había venido investigando durante la prolongada baja laboral por motivos de salud de su compañera.

Victorial judicial

La juez ha ganado en los tribunales porque hace unos días el Consejo General del Poder Judicial ratificaba lo que dos meses atrás ya había dictaminado el Promotor de la Acción Disciplinaria del Servicio de Inspección dicho órgano: el archivo de las diligencias informativas abiertas a Núñez al no apreciar en su actuación la comisión de ninguna de las faltas disciplinarias, graves y muy graves, que la Fiscalía Anticorrupción le había atribuido en la tramitación de las distintas piezas del caso ERE.

"No cabe inferir la pasividad intencional o el descuido injustificable que la denuncia atribuye a la magistrada", decía la resolución exculpatoria que, mal que bien, restañaba el honor tan larga y meticulosamente pisoteado por los abogados del PP y los medios andaluces más ciegamente derechistas.

Núñez seguirá de titular del Juzgado de Instrucción 6 de Sevilla, pero se ocupará únicamente de los asuntos ordinarios. “Ha cambiado los ERE por las multas de tráfico”, comentaba desolado a EL PLURAL uno de los letrados de la defensa en el macrojuicio que el año pasado condenó a 19 ex altos cargos de la Junta y cuyo fallo está pendiente de revisión por el Tribunal Supremo.

Un juguete roto

Núñez ha sido acosada de manera tenaz, sostenida e implacable por la derecha política y mediática desde que en 2015 sustituyó a Mercedes Alaya y comenzó a dictar autos que contravenían la doctrina de la ‘juez campeadora’ –así la llama con sorna el exinterventor Manuel Gómez, finalmente absuelto–, según la cual desde el Gobierno andaluz se urdieron sofisticados complós para dar dinero público a los amigos del PSOE, ya fuera mediante ayudas sociolaborales, ya mediante subvenciones a la formación.

Durante sus investigaciones, Núñez vio indicios claros de irregularidades o delitos presuntamente cometidos por personas concretas, pero nunca alcanzó a ver la tupida red clientelar socialista para ganar elecciones imaginada por Alaya y ya conjeturada y ampliamente aireada en los años 90 por la derecha andaluza bajo el ignominioso eslogan del ‘voto cautivo’. ¡Alaya había demostrado lo que ellos venían diciendo desde hace décadas y no iban a permitir ahora que una jueza socialista les rompiera su valioso juguete!

¿Pero por qué?

La pregunta es: ¿por qué ha renunciado voluntariamente Núñez a unas macrocausas que profesionalmente le habrían dado una extraordinaria proyección? No hay una respuesta oficial a esa pregunta.

Otro de los abogados de los ERE, también consultado por este periódico bajo la condición del anonimato, aventura esta explicación: “Es el triunfo del aquelarre: la han destrozado moralmente y han logrado romper su independencia y la determinación necesaria para llevar procesos tan complejos y sujetos a un escrutinio permanente”.

Este segundo letrado completaba así su interpretación de la renuncia de la juez, una interpretación compartida a su vez “en lo esencial” por un tercer defensor en el caso ERE consultado por EL PLURAL:

“El panorama que Núñez sabía que le esperaba era tan amenazante que ha optado por la supervivencia personal. A pesar de lo cual no van a dejar de hacer leña del árbol caído”.

El letrado hacía, para terminar, este augurio: “Atención a los tiempos que llegan: de nuevo el juzgado 6 está siendo el factor de compensación de las miserias judiciales del PP en Madrid: Alaya bis”.