Ayer por la tarde, tras los aplausos, ya había salido la cuarta azucena, antes de que se cayera  la primera que se apareció. Ojalá sea un buen augurio de que a partir del próximo lunes 11 Andalucía entre en la fase I y podamos ir un poco más allá del kilómetro de ahora. De todas formas seré escrupulosamente cuidadoso con lo que creo que es sustancial  para no transmitir, ni ser contagiado, que es: uso de una buena mascarilla, pasear muy temprano, uso de guantes si vas a tocar algo fuera de casa y no ir a locales públicos. Confío en que todos seamos muy prudentes para que los rebrotes que sin duda habrá se puedan controlar. 

La lumbalgia casi no molesta, hace tres días que no tomo analgésicos, y duermo sin más interrupciones que las prostáticas. Esta mañana, a las ocho, tras hacer la foto, he salido de paseo durante media hora por las calles cercanas y no me he cruzado más que con dos vecinos con pinta de ir a trabajar en sus coches y en la obra siguen trabajando.

Ayer me enteré que al parecer Adriana Lastra insultó gravemente a  Teodoro García Egea  desde la tribuna del Congreso de los diputados, mientras intervenía en su turno de portavoz del grupo socialista, al preguntar  al jefe del PP  lo siguiente: "¿Podría mencionarnos, por favor, usted o la cacatúa que tiene detrás, que no deja de hablar mientras yo estoy interviniendo, en que informe...?"

En mi opinión ayer, tras ver el video y conforme al sentido que tienen las palabras en nuestra lengua quien insultó no fue la portavoz Lastra sino el diputado Egea y eso sin contar los insultos gruesos que con anterioridad su jefe espetó al presidente, que llegó a compararlo con Napoleón, que para mí es la mayor ofensa que se me puede hacer.

Según el diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, DRAE en acrónimo, la primera acepción del verbo Insultar es: "Ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones", exacta y literalmente lo que hizo el diputado con su actitud mientras hablaba la portavoz socialista en nombre de los 120 diputados de su grupo, que todo debe contar a la hora de valorar el tamaño del insulto escenificado por el diputado Egea.

Adriana Lastra estaba visiblemente irritada por las provocaciones del ciezano y en vez de volverse hacia él y responder al insulto insultándolo,  eligiendo para ello entre el rico repertorio que ofrece  nuestra lengua, del que su jefe es un continuo usuario cuando se dirige al presidente del gobierno de España, tuvo la  ocurrencia  de   resolver su enfado con Egea, respondiendo a su provocación con un chiste, pues según el DRAE la primera acepción de chiste es: "Dicho u ocurrencia agudos y graciosos", y sin duda es un chiste y muy ocurrente tildar a alguien de cacatúa cuando actúa ruidosamente y a destiempo.

Ahora bien, voy abreviando, porque lo que si está claro es que Lastra ofendió a Egea, si tenemos en cuenta que el  DRAE establece que la primera  acepción del verbo  Ofender es: "Humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien provocándolo con palabras o acciones", y por tanto algo ofende cuando alguien se siente ofendido y si Egea se siente ofendido por un chiste breve como en este caso,  cabe muy poco discusión, Lastra  con su chiste ocurrente ofendió al diputado y al parecer a la vez a media España de acuerdo con las opiniones publicadas por la derecha mediática, incluso dicen que ofendió al PP e incluso la dignidad del Parlamento por hacer un chiste sobre uno de sus miembros, un completo despropósito que muestra el descomunal, casi argentino, amor propio del diputado, y lo que esmucho peor, la poca categoría intelectual que tienen quienes sostienen estas opiniones.

Lastra ofendió porque Egea se sintió ofendido, pero ¿qué hubiera pasado si en vez de ello hubiera alzado la voz y dicho: " Estimada Adriana, yo puede que sea un cacatúa pero tú  es evidente que eres una víbora" o algo por el estilo?, pues que Egea hubiera ganado el lance parlamentario con gracia y unas buenas carcajadas y no  que haciéndose el ofendido por un chiste cae en el ridículo él y sus defensores. Hoy Egea tendría portadas en positivo y nos ayudaría a sonreir que no hace mucha falta, en vez  de ello ha quedado como uno más de "LOS OFENDIDOS"  que tanto abundan en nuestra piel de toro y que a lo que parece solo tienen dura la piel de la cara.

Un poquito de por favor....

(*) Profesor jubilado de Educación mediática de la Universidad de Córdoba.