PP y Ciudadanos no podían desairar a Vox y no lo han hecho. El partido ultraderechista ha obtenido, como quería, uno de los siete puestos de la Mesa del Parlamento y a cambio ha hecho posible con sus 12 votos que la diputada naranja Marta Bosquet sea desde este jueves presidenta del Parlamento andaluz.

La estrategia narrativa de Cs ha sufrido en la sesión plenaria de hoy un percance serio aunque no irreparable. La temida foto con Vox está más cerca después de que la aritmética haya visibilizado la alianza de hecho entre ambas formaciones. El poder cuesta y los de Albert Rivera ya han empezado a pagar.

Tres de Madrid

Toda la sesión se ha desarrollado bajo la atenta mirada de los secretarios generales a nivel nacional del PP, Ciudadanos  y Vox, Teodoro García Egea, José Manuel Villegas y Javier Ortega Smith, sentados en la tribuna de invitados tras haber jugado días atrás un papel protagonista en la negociación.

Para los tres partidos Andalucía es solo una pieza del puzle nacional que intentan completar con las elecciones generales, europeas, autonómicas y locales. Las tres últimas son en mayo; las primeras, no se sabe. Lo que PP, Cs y Vox hagan -o dejen de hacer- de aquí a mayo en Andalucía puede influir decisivamente en sus electores.

A mediados de enero está prevista la sesión de investidura que hará presidente al popular Juanma Moreno, desahuciado políticamente por su partido antes del 2-D pero resucitado súbitamente la noche electoral al no haber logrado Cs el ansiado sorpasso sobre el PP y sumar la derecha -Vox incluido- más escaños que la izquierda.

El sudoku

PP, Cs y Vox sumaban 59 diputados frente a los 50 del PSOE y Adelante Andalucía (AA). Aunque no ha habido entendimiento entre los dos partidos de la izquierda, el PSOE no presentó candidato a la Presidencia del Parlamento y optó por sumar sus 33 escaños a los 17 de AA que apoyaban a la candidata de la confluencia, Inmaculada Nieto. Los socialistas lograban así visibilizar aritméticamente los dos bloques políticos de la Cámara.

La pequeña diferencia de 9 diputados entre un bloque y otro no se ha trasladado, sin embargo, a la composición de la Mesa, 5 de cuyos miembros son de la derecha (2 PP, 2 Cs y 1 Vox). Los dos restantes son socialistas.

AA se queda fuera al haber rechazado el puesto que le cedía Cs, sin duda con el propósito de blanquear su alianza estratégica aunque no explícita con Vox. Si AA hubiera aceptado el regalo envenenado, Cs habría podido urdir con cierta verosimilitud el relato de haber sido el garante de la pluralidad de la Mesa con la presencia en ella de los dos extremos del arco parlamentario.

La protesta

La exclusión –en realidad, autoexclusión- de Adelante Andalucía de la Mesa llevó a su número dos Antonio Maíllo a formular una protesta algo sobreactuada que no fue atendida, pues aunque el Reglamento de la Cámara otorga a todos los grupos el derecho a estar en la Mesa, una sentencia de 2016 del Tribunal Constitucional estableció el criterio de que los votos mandan sobre el Reglamento.

La solución provisional, ya aplicada tras la sentencia del TC, es que la Mesa habilite un nuevo puesto con voz pero sin voto. La solución definitiva solo podrá venir por la reforma del Reglamento.