El sábado 27 la palabra de Dios comenzó a correr por grupos de WhatsApp como nunca. El Cristo viralizado del cartel de Semana Santa de Sevilla ha elevado a las alturas celestiales pulsiones de bajo fondo, ya que gran parte de las reacciones provocadas por el cartel destilan homofobia y clasismo.

La Asociación de Abogados Cristianos acaba de sumarse a la petición de una institución denominada Instituto de Política Social (IPSE) y de peticiones individuales en Change.org para la retirada inmediata del cartel por no representar “la Fe, los Valores Cristianos, la tradición, y el fervor religioso de esta Ciudad”, expone Manuel Cano-Romero, el individuo que ha iniciado la campaña en nombre de toda la capital Andaluza.

La polémica del cartel viene acompañada de una viralidad en redes sociales que, lejos de poner la otra mejilla, es agresiva y homófoba. El contenido de gran parte de los comentarios expone el amaneramiento del Cristo del cartel. Desde agrupaciones y colectivos LGTBIQ lamentan la homofobia que esta polémica ha hecho aflorar.

El IPSE se define como un organismo cívico de carácter internacional que busca dar una respuesta ante “los problemas sociales más urgentes”, como son –explican– la protección de las familias numerosas, el aborto o el adoctrinamiento de género y de memoria histórica. Por eso presentará una denuncia contra el artista responsable del cartel por un “posible delito de odio y atentado contra los sentimientos religiosos, dado que se estaría haciendo mención a la Semana Santa, con un Cristo afeminado".

El encargo del cartel lo realiza el Consejo de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Sevilla. Este año, el responsable ha sido un artista de amplia experiencia y proyección internacional: Salustiano García, quien cuenta con un bagaje artístico alejado del cano clásico del barroco sevillano y con una propuesta minimalista, innovadora y con guiños al modernismo y, incluso, a la cultura manga.

En declaraciones al ABC de Sevilla, el artista recuerda que El Greco ya pintó a un Cristo estilizado y totalmente desnudo en el sXVI y arguye que quien haya visto sexualidad en su obra “necesita un poco de cultura clásica”. La sexualización y la suciedad, explica Salustiano, están en la mirada de quién le acusa de haber erotizado o afeminado a Cristo.

Desde el Ayuntamiento de Sevilla, el alcalde, José Luis Sanz, respalda la obra por ser valiente y arriesgada, ”todos los carteles de la Semana Santa no pueden ser los mismos ni iguales todos los años”. Por su parte, desde el Consejo de Hermandades y Cofradías defienden su elección, “los cuadros no relatan, sino que impactan, más que informar interpelan… como una suerte de wagneriana promesa de redención por el amor”, ha dicho el vicepresidente, José Roda.

La guerra cultural

Pero la polémica ya está en redes, lo que al principio eran sorpresas y memes, ya han derivado en denuncias y acusaciones. El presidente del IPSE define a su institución como, “un ente internacional que, sobre todo en España y México, está presentando batalla”, nos explica Pablo Hertfelder Garcia-Conde (26 años), que tilda al artista de “sinvergüenza”, por estar “riéndose de nuestros sentimientos para con la Semana Santa, más si cabe en la manera en la que se siente en Andalucía”, dice Hertfelder desde la sede del IPSE en Barcelona.

“¿Desde cuándo se ha visto un Cristo así?”, denuncia el joven, que no aprecia en la obra ningún momento de dolor y sufrimiento, “yo veo a un Cristo que parece que acaba de salir de un centro de estética o de una peluquería”.

La juventud del discurso del presidente del IPSE contrasta con el de Pablo Morterero, un histórico del movimiento LGTBIQ sevillano, promotor de la Red de Municipios Orgullosos y director de la Asociación Adriano Antinoo.

Pablo Morterero califica la sobrerreacción en redes como “la misma sociedad pacata de toda la vida, pero ahora, amplificada”, explica, por redes sociales y por una “enorme” cantidad de dinero que financia a “movimientos de extrema derecha”. Esto provoca, según Morterero, que los movimientos ultras aprovechen cualquier rendija para abrir “su guerra cultural”.

Sobre el cartel, Morterero explica que les encanta la propuesta atrevida, sin embargo, no ven el cartel como afeminado; “no he hecho esa lectura”, valora el activista, sorprendido por la denuncia erotizante y homosexualizante del Cristo de esta Semana Santa: “Es un cartel, pero el problema es verlo como algo sexual, ¿qué tiene que ver?”

Lo curioso de las reacciones más comunes es que tildan al cartel de alejarse de lo que es la Semana Santa de Sevilla “de toda la vida”. Pero hay infinidad de maneras de vivir un fenómeno tan transversal como es la Semana de pasión, incluso en una ciudad tan amante de sus tradiciones como Sevilla. Morterero, con décadas de activismo a favor de los movimientos LGTBIQ, admite verse “sorprendido” por la virulencia con la que muchos jóvenes acatan el “adoctrinamiento reaccionario” especializado en ver “contubernios y teorías de la conspiración por todos lados”.

La reacción al cartel que espolean los entes más conservadores viene a elevar la voz contra un complot homosexualizante que afecta hasta a Cristo. Un discurso que radicaliza el diálogo social y que anula la diversidad, ya que conecta la homosexualidad con la incomodidad y la irreverencia. Discursos que, básicamente, vienen a decirle a la Iglesia y al propio Consejo de Hermandades y Cofradías que la Semana Santa sea como ellos creen que tiene que ser,