Columna de urgencia. Atención a todas las unidades. Llamando a Moncloa. Llamando a Moncloa. ¿Nos recibes, Moncloa? Dentro de 48 horas, el país vivirá un momento incuestionablemente histórico con la exhumación del dictador Franco de su mausoleo del Valle de los Caídos, pero el Gobierno de España ha decidido que no quede constancia ni testimonio visual del acto mismo de sacar el ataúd del tirano para devolvérselo a su familia.

Según relatan las crónicas, el dispositivo ordenado por el Gobierno para el jueves 24 no incluye la grabación del momento de la exhumación. Es razonable que se extreme la vigilancia para que ninguna de las personas que lleven a cabo la operación pueda introducir un móvil u otro artefacto de grabación: la exhumación del dictador no es un espectáculo, sino un solemne mandato del Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, llevado a efecto por el Gobierno con el respaldo unánime del más alto tribunal de la nación.

Ciertamente, en estos tiempos de voracidad televisiva y facilidades tecnológicas, todas las precauciones son pocas para impedir que nadie trafique con un mandato político cuya ejecución, en un Estado de derecho, debe ser impecablemente respetuosa incluso con quien nunca lo fue con sus conciudadanos.

Ahora bien, la preservación de la dignidad del difunto en absoluto se vería menoscabada por que las cámaras oficiales dejaran testimonio no solo del traslado de los restos a la cripta privada de la familia de Franco, sino también de la exhumación como tal. Levantar la lápida, sacar el ataúd y volver a cerrar la tumba del dictador no supone ninguna falta de respeto. Como no lo supondría grabar esos momentos de tantísima relevancia histórica. La falta de respeto sería más bien no grabarlos.

Aunque la vicepresidenta Carmen Calvo dijo en su momento que la operación se haría con discreción, es obvio que no será así. Y no solo obvio: es inevitable. Y no solo inevitable: es necesario que la exhumación no sea discreta. Así lo dictan la Historia y el sentido común. Así también la memoria de las víctimas. Filmar la exhumación no va contra nadie; no hacerlo va contra todos.