Bajo el cielo del cementerio de San Eufrasio, en Jaén, han comenzado los trabajos de exhumación de los restos de 172 personas fusiladas tras la Guerra Civil y enterradas en la fosa común número 548, donde el olvido y el silencio los mantuvo ocultos durante más de ocho décadas. Un paso cargado de emoción, justicia y reparación, impulsado con el apoyo del Gobierno de España, que financia esta intervención con más de 357.000 euros.

El delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, ha asistido al inicio de las tareas, acompañado por el alcalde de la ciudad, Julio Millán, y por representantes de la Fiscalía de Memoria Democrática, arqueólogos, expertos forenses y miembros de la Universidad de Jaén. Todos ellos han compartido un mensaje común: el compromiso de devolver a las víctimas su identidad y a sus familias la posibilidad de un duelo digno, tantas veces aplazado.

“Hay cientos de familias que llevan toda una vida esperando poder enterrar a los suyos con respeto, con la dignidad que merecen. Este Gobierno quiere estar a la altura de ese anhelo”, ha expresado Fernández. Durante los últimos cinco años, el Ejecutivo ha destinado 7,1 millones de euros a Andalucía para actuaciones vinculadas a la memoria democrática, permitiendo abrir 276 fosas y recuperar más de 3.200 restos humanos.

El delegado ha hecho un llamamiento directo a la Junta de Andalucía y al resto de administraciones: “No se puede mirar hacia otro lado. Proteger la memoria democrática es proteger la dignidad humana. Es un deber moral, no un gesto político”.

Un lugar marcado por la historia

La fosa 548 es una de las tres grandes fosas localizadas en el cementerio de San Eufrasio (junto a las números 484 y 702), donde se calcula que yacen más de 1.250 personas represaliadas por el franquismo entre 1939 y 1940. Solo 48 de ellas fueron entregadas a sus familias para ser enterradas dignamente. El resto quedó silenciado bajo capas de tierra, sin lápida ni nombre, tras la construcción de nuevos nichos que ocultaron su existencia.

Ahora, esas vidas enterradas bajo el peso del tiempo y del miedo comienzan a salir a la luz. El proceso, que podría durar unos diez meses, incluye la exhumación, análisis forense, custodia de los restos, búsqueda de familiares y la elaboración de documentación histórica que ayude a reconstruir lo sucedido.

Justicia para el pasado, esperanza para el presente

El alcalde de Jaén, Julio Millán, ha recordado que esta intervención es tanto un ejercicio de memoria como un acto de justicia. “Aquí están enterrados hombres y mujeres que fueron ejecutados sin juicio justo, arrancados de sus hogares y sepultados en el anonimato. Este miércoles, por fin, comenzamos a poner sus nombres en el lugar que merecen: la historia y la conciencia colectiva”.

Pedro Fernández ha subrayado también que aún queda mucho por hacer. Ha lamentado que en Andalucía no se haya ejecutado aún cerca de cinco millones del primer Plan de Memoria, ni se haya desarrollado un banco de ADN ni el censo de víctimas. Tampoco se han inscrito los Lugares de Memoria Democrática decretados en 2012. “No podemos permitir que el tiempo vuelva a enterrarlos. Necesitamos voluntad política, pero sobre todo, sensibilidad humana”, ha concluido.

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