A la oposición nunca le gustan los discursos del Gobierno, pero no siempre le gustan igual de poco. Aun así, esta vez ni siquiera se molestó en poner demasiado énfasis en lo poco que le había gustado el de Susana Díaz para abrir el segundo Debate del Estado de la Comunidad de este año.

Para el coordinador general de IULV-CA, Antonio Maíllo, fue uno de sus discursos “más flojos, previsibles y poco contundentes"; para la coordinadora Podemos, Teresa Rodríguez, le faltaron “compromisos concretos y ambiciosos”; para la portavoz del PP, Carmen Crespo, "hacía tiempo que no habíamos escuchado un discurso peor”. Incluso para el presidente de Ciudadanos y socio parlamentario del PSOE, Juan Marín, fue "bastante continuista, sin aportar nada".

La larga sombra catalana

¿Fue tan flojo el discurso de Díaz? No exactamente. O no de forma particularmente llamativa. Lo que era flojo, en el buen sentido de la palabra flojo, era el clima político. Había este miércoles en la Cámara andaluza como una sensación de alivio, un consuelo impreciso, una cierta tranquilidad relacionada no lo con lo que estaba pasando en ella, sino con lo que no estaba pasando. La larga sombra de Cataluña, que todo lo ronda en España desde hace meses, también rondó el antiguo Hospital de las Cinco Llagas: la rondó como ausencia, como fantasma, como contraste. 

Para discursos y debates verdaderamente ‘divertidos’, contundentes, ambiciosos o imprevisibles, los que ha venido habiendo en los últimos años, y no digamos en los últimos meses, en el Parlament. En la Cámara andaluza nunca se llegó a tanto: si acaso, cuando la pinza del 94-96, y ni siquiera. Aquel célebre bienio daría paso a casi tres lustros de aburrimiento parlamentario, solo interrumpidos por los 80 días de ‘diversión’ habidos con ocasión de la trabajosísima investidura de Susana Díaz en la primavera de 2015.

Un acuerdo (bastante) estable

Desde entonces, desde que el PSOE cerró su acuerdo de investidura con Ciudadanos y los Presupuestos anuales se aprueban puntualmente, en el Hospital de las Cinco Llagas todo venía siendo de lo más normal y aburrido, aunque no tanto como hoy. Este miércoles, el aburrimiento se ha convertido en noticia: el ‘procés’ ha hecho de los bostezos parlamentarios la mejor noticia.

Concluida en mayo la guerra civil que los socialistas insisten en llamar primarias y que tanta emoción inyectaron en la política andaluza durante más de un año, la Comunidad ha regresado de nuevo a los bostezos: no, claro está, a los bostezos del tiempo de las mayorías absolutas de Manuel Chaves, que aquellos no volverán, pero sí a ese aburrimiento de club británico que tanto echan hoy de menos varios millones de catalanes.

Lo normal

Mientras Susana Díaz desgranaba sus propuestas ­–308 millones de euros para fomentar empleo industrial; decreto de sequía; veto institucional a los medios que publiquen anuncios de prostitución; 50 millones en ayudas a la contratación estable– y barría para casa –hay estabilidad económica, política e institucional; Andalucía está en el grupo de cabeza de los más solventes–, un vistazo rápido a las bancadas de la oposición daba una idea bastante fiel de la normalidad ‘anticatalana’ reinante en la Cámara: muy pocos diputados prestaban atención a la presidenta.

Unos con el dichoso móvil, otros leyendo papeles, alguno mirando al techo, la diputada Lucía Ayala vigilando a su bebé mientras gateaba alegremente por la alfombra… lo normal cuando se discuten cosas normales y se plantean cosas normales.

Por fin un poco de épica

Algo más de atención prestaron sus señorías cuando Díaz habló de Cataluña y la cuestión territorial. ¡Por fin un tema emocionante! La presidenta habló de “amenazas” aunque no dijo de quién y recalcó que la bandera de la "justicia, la equidad y la igualdad que levantamos el 4 de diciembre de 1977” sigue ondeando en los corazones andaluces. ¡Por fin un poco de épica! En 1977, recordó la presidenta como aviso a navegantes, Andalucía dijo "alto y claro que no iba a consentir quedar marginada" en una posición subsidiaria. Hoy tampoco lo consentirá, vino a decir sin decirlo.

Sobre el futuro de reformas que se avecina, lo dejó claro: "Andalucía tiene que estar en este debate y no tengan ninguna duda de que lo va a estar y en lo que de mí dependa estará a la cabeza".

Cuidado con la formación

Por lo demás, el cruce dialéctico de Susana Díaz con los líderes de la oposición no deparó muchas novedades. Juanma Moreno volvió a salir mal parado, a lo que ayudó bastante la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría al reconocer dos días antes en Málaga que Andalucía estaba mal financiada.

Moreno parece tener cierto talento para sacarle a Díaz asuntos que acaban volviéndose contra él. Esta vez el líder del PP volvió a desempolvar el fraude de la formación, como desconociendo lo obvio: que él mismo llegó a cifrar en un fraude de 2.000 millones lo que a la postre resultó ser una burbuja judicial y política, hoy pinchada.

Un socio es un socio

Con su socio Juan Marín el debate transcurrió por los transitados carriles ya conocidos. El líder de Ciudadanos le reprochó a Díaz su discurso “continuista”, se quejó de que habiendo dinero falten profesores y alertó sobre los compromisos pactados y pendientes, como aforamientos o limitación de mandatos. Temas, en efecto, graves pero no urgentes. También le pidió que le quitara “el freno al Ferrari”. La presidenta replicó con prudencia: "El exceso de velocidad nunca ha sido bueno".

Actores de la confluencia

Menos agrio que en otras ocasiones se diría que fue esta vez el duelo de Díaz con la líder de Podemos, Teresa Rodríguez. No es que no hubiera ataques y contraataques por ambas partes, pero muchos en la Cámara tuvieron la sensación de que nunca se dirigieron a la yugular; cerca de ella, eso sí, pero no a la yugular.

Algo más tenso fue el intercambio de golpes con Antonio Maíllo, “actor secundario de la confluencia” de IU y Podemos, según la maliciosa definición de la presidenta. Maíllo le reprochó a Díaz que “no tiene balance porque no tiene praxis”, aunque no quedó claro que la Cámara, tal vez poco puesta en conceptos marxianos, comprendiera qué quiso decir exactamente el líder de IU.

Pasadas ya las ocho de la tarde y antes de suspender la sesión hasta el día siguiente, una pregunta, no completamente ahogada por los bostezos, quedó aleteando en el aire cansado de la Cámara: ¿por qué se muestra Díaz más dura con el ‘actor secundario’ que con la ‘actriz principal’?