Todo parece haberse acelerado en la política española en el plazo de apenas una semana. La moción de censura de Murcia, el tamayazo que la ha truncado, la convocatoria anticipada de elecciones en Madrid, el agujero negro que amenaza con tragarse a Cs y, como guinda final, la sorpresiva decisión de Pablo Iglesias de dejar la Vicepresidencia del Gobierno de España para competir en las autonómicas madrileñas dibujan un escenario político volátil y fuertemente acelerado.

Se diría que en solo cinco días –del 11 al 15 de marzo– todo se ha precipitado de un modo que nadie había previsto, y menos que nadie el Cs de Inés Arrimadas y el PSOE de Pedro Sánchez, ninguno de los cuales previó que la moción de censura en una pequeña comunidad como la Región de Murcia pudiera desencadenar la sucesión de terremotos que estamos contemplando.

Aun así, la onda expansiva de los seísmos de Murcia y Madrid no ha llegado a Andalucía, donde el pacto gobierno de PP y Cs no corre peligro, pese a la insistencia de su socio parlamentario Vox en afirmar que los naranjas no son un partido del que quepa fiarse y, por tanto, Juan Manuel Moreno debería convocar elecciones ya.

Agotar o no agotar

El presidente prefiere, desde luego, agotar la legislatura. En principio, en sus planes nunca entró la posibilidad de un adelanto de las elecciones autonómicas.

Y tenía buenas razones para ello: Cs es un socio confortable; las relaciones con su líder Juan Marín son inmejorables; Vox es un aliado algo picajoso pero no hasta el punto de poner en riesgo la estabilidad del primer gobierno conservador de la historia autonómica; y el calvario judicial de los socialistas a cuenta de su gestión irregular de fondos públicos todavía puede dar mucho de sí.

La placidez del oasis andaluz puede, sin embargo, verse turbada por las elecciones de Madrid, donde las encuestas son propicias para dos de los tres partidos del bloque de Colón. Aunque la irrupción de Pablo Iglesias da a los comicios madrileños una emoción y suspense que no serán muy del agrado de Ayuso, es verosímil que PP y Vox sumen los escaños suficientes para gobernar la comunidad.

El espejo de Madrid

En tal caso, sería la primera vez que la ultraderecha tocaría poder, y además en una comunidad de gran visibilidad política y mediática. Pero lo que para Isabel Díaz Ayuso y Santiago Abascal sería una buena noticia, bien pudiera no serlo tanto para Juan Manuel Moreno.

Un Madrid muy escorado hacia la derecha, como cabría esperar cogobernando Vox, anticiparía una Andalucía igualmente escorada hacia la radicalidad conservadora, pues también aquí –según las encuestas–, de gobernar el PP, tendría que hacerlo con Vox.

La imagen de político moderado que Moreno viene labrándose desde que llegó a San Telmo podría verse comprometida si calara en el electorado la certeza de que Andalucía será como Madrid.

Un adelanto electoral amortiguaría el contagio de unas políticas reaccionarias madrileñas que, en caso de agotarse la legislatura andaluza, tendrían tiempo de ir calando durante los casi dos años que quedan de mandato, empañando así la imagen de moderación de Moreno: cuanto menos tiempo tengan esas políticas de asentarse en el imaginario andaluz, mejor para Moreno.

Atentos, en todo caso, a los resultados del 4M en Madrid: si Vox y el PP no suman para gobernar, pero los ultras se acercan peligrosamente a los populares aun quedando detrás de ellos, Moreno tendrá ahí otra buena razón más para anticipar sus elecciones, no sea que, con muchos meses por delante, Vox acabe dando el sorpasso al PP en Andalucía.

Rojos y naranjas

A favor de un virtual adelanto también operan dos variables más. Una, que Cs, aun muy disminuido, podría arañar en 2022 un puñado de diputados quizá no predispuestos a investir a un presidente con consejeros de Vox en su Gobierno. El Cs que, en caso de adelanto, todavía seguiría liderando el debilitado pero fuertemente antisocialista Juan Marín puede que no hiciera ascos a esa investidura.

Otra ventaja, desde el punto de vista de Moreno, del adelanto electoral es que, al igual que ha sucedido en Madrid con la convocatoria anticipada de Ayuso, cogería con el pie cambiado al Partido Socialista, al que, como en Madrid, no le daría tiempo a celebrar primarias ni a encontrar el ‘mirlo blanco’ que dirigentes de Ferraz están buscando con ahínco para sustituir a Susana Díaz.

En ese escenario, la contrincante de Moreno sería de nuevo Díaz, cuya determinación a ser candidata es muy firme, aunque en el partido –otro aliciente para Moreno– hay división sobre sus opciones de recuperar la Junta.

Hasta ahora no hay oficialmente más aspirantes que ella a las primarias socialistas andaluzas: de los nombres más sonados, Juan Espadas y María Jesús Montero, solo se sabe que no han dicho que no, lo cual no significa que hayan dicho que sí. Lo que opine al respecto Pedro Sánchez será determinante para inclinar su voluntad en un sentido u otro.