Si el amor llama a tu puerta pero no hay nadie, es posible que hayas sido tú mismo. Tal vez sea el momento de replantearse si el amor del que hablaba Platón, aquel trascendental en el que el alma busca la unión con lo divino, es la conexión con uno mismo. El director general de Diversidad de la Generalitat, Stephane Soriano Gómez, ha llevado a un siguiente nivel esta reflexión. Con motivo de una fiesta temática, ha querido celebrar una boda con él mismo.
Ha cumplido su promesa de “vida una” y se ha casado en Molí Del Ballestar, una finca centenaria sobre la Acequia mayor, de orígenes romanos, del río Túria en Benaguasil, en la que hace unos años prometió que, si algún día encuentra pareja, ese será el escenario.
Concretamente, la historia comenzó hace dos años, cuando Stephane, que también es concejal de Benaguasil, se propuso promocionar la masía El Molí del Ballester en su localidad natal. En tono jocoso, prometió a los propietarios que se casaría allí, pero nunca detalló con quien, ni si quiera si sería con alguien más. Con este telón de fondo, sus amigos quisieron preparar una fiesta sorpresa en clave de humor.
El evento tuvo lugar el pasado viernes, con un cortejo nupcial lleno de familiares y amigos que Stephane cerró, acompañado de sus padres. La ceremonia incluyó discursos de amigos como Ximo Segarra, alcalde de Benaguasil, y Héctor Troyano, alcalde de Vilamarxant, además del periodista Pere Valenciano y Asunción Quinzá, secretaria autonómica de Igualdad y Seguridad. Destacó la presencia de altos cargos públicos, entre ellos la vicepresidenta del Consell, Susana Camarero, y representantes del PP en Camp de Túria.
Una boda sin pareja, pero no solitaria
Pese a la llegada de la fecha en el calendario, la pareja no apareció. Sin perjuicio de su ausencia, el desarrollo de la ceremonia fue el soñado desde la infancia: música nupcial, brindis, lanzamiento de ramo… en definitiva, “celebrar la familia, amigos y el amor es celebrar la vida”.
Sin embargo, Stephane Soriano ha demostrado ser alguien transparente y sincero. Por lo menos en cuanto a su vida personal respecta. Se ha "comprometido" consigo mismo y no ha arrastrado a nadie a los vaivenes emocionales que enlazan la vida. Como antaño, no hay posibilidad de divorcio y, en el remoto caso de que lo hubiese, supondría un fallo al honor de sí mismo.
Puede que se convierta en un nuevo hábito en forma de modernizar cualquier aspecto tradicional de la vida, así que, en realidad no somos nadie para juzgar una práctica que, podría, acarrear mejores conclusiones de lo que estamos acostumbrados.