La sequía está causando estragos en la Albufera de Valencia. Las renovaciones que se producen en la masa de agua se van a ver reducidas a prácticamente la mitad que se producían hace tan solo veinte años, provocando una situación que pone en riesgo al parque natural de 212 kilómetros cuadrados ubicado al sur de la ciudad de Valencia.

El humedal, uno de los más emblemáticos de España, tiene en riesgo su futuro en medio de una guerra contra la degradación del parque que, a diferencia de lo que ocurre en Doñana, comparten ecologistas, regantes arroceros, pescadores o cazadores y que incluso pone de acuerdo a PP y Compromís. Tener un parque natural en equilibrio beneficia a todos y mantiene una de las joyas de la Comunidad Valenciana.

La balsa de agua renueva periódicamente el agua abriendo unas compuertas conocidas como golas, que hacen de desagüe en función de las necesidades de los campos de arroz que usan este agua así como para renovar la calidad de la misma.

Que no llueva obliga a reducir este trasvase de agua. Incluso, el nivel de la laguna ha caído por debajo de lo estipulado por la Generalitat valenciana para el invierno, que es cuando se aprovecha para inundar los arrozales con agua nueva para limpiarlos de restos de sal y otros residuos que pueda haber,

La diferencia con respecto a otros años en los que el agua ha bajado peligrosamente es que desde el año 2018 el parque tiene una red de seguridad legal ratificada el pasado mes de enero en un Real Decreto firmado por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Estos barómetros de seguridad para el humedal, no obstante, no se cumplen, según denuncian todas las fuerzas valencianas consultadas por ElPlural.com.

"No dejen morir la Albufera"

Sergi Campillo, concejal de Compromís y exvicealcalde de Valencia con el anterior gobierno municipal, pide a Teresa Ribera que cumpla con su obligación. "Exigimos que no dejen morir la Albufera. Nos parece muy bien que Teresa Ribera haya puesto toda la carne en el asador para defender Doñana y evitar que el PP siga con una ley absolutamente ilegal de regadíos, pero la Albufera es una zona húmeda que necesita agua. Y en este caso, es el propio Ministerio a través de la Confederación Hidrográfica del Júcar la que está negando la que está negando el agua necesaria para su supervivencia", indica en declaraciones a ElPlural.com.

"Resulta que, además, para hacer esto están incumpliendo el Plan Hidrológico que se aprobó en el año 2022, cuyo artículo 13 establece que la Albufera de Valencia, en este otoño-invierno tiene un caudal ambiental de 34,51 hectómetros cúbicos. No puede ser que de esos 34,51 hectómetros cúbicos se estén garantizando solo 14,51 y negando la existencia de los otros veinte. Lo dice el artículo 13 y es de obligado cumplimiento", denuncia.

"Desde Compromís, queremos exigir que se cumpla la ley. No pedimos un plan millonario de inversiones como en Doñana, solo que el Estado cumpla la ley y que garantice hasta mayo los hectómetros necesarios para garantizar la supervivencia de una de las zonas húmedas más importantes de España, Europa y del mundo. Es fundamental para la biodiversidad de España y de Europa y es obligatorio. Pedimos que se deje de intentar llevar al colapso a un parque tan importante como es la Albufera de Valencia", insiste.

La alcaldesa de Valencia, respaldada por la consellera de Medio Ambiente, Agua e Infraestructuras de la Generalitat, Salomé Pradas, ya ha reclamado una reunión con Teresa Ribera para trasladarle la situación y que ejerza la influencia política necesaria sobre la Confederación del Júcar y conseguir el agua para la Albufera valenciana. "Junto con el concejal responsable del área, hemos comprobado que se está produciendo el incumplimiento normativo al no garantizar las necesidades del humedal, que son entre 24 y 46 hectómetros al año, recogidas en la planificación hidrológica", señalaba hace varios días ante los medios de comunicación. "Con los 14,51 hectómetros al año autorizados por la Confederación no se va a evitar la degradación de los sistemas naturales del humedal y su biodiversidad", añadía sobre el aporte de la Acequia Real.

De esta forma, María José Catalá advertía no solo de las consecuencias ecológicas, sino también de que sin el agua suficiente no se podrán evitar "las afecciones a las actividades tradicionales" en el lago, como son la pesca, la caza y el cultivo del arroz en los terrenos anexos.